ADOLFO FERNÁNDEZ AGUILAR
Allá por la década de los cincuenta del siglo pasado, el saludo habitual entre los que éramos jóvenes entonces consistía en saludarnos con un buenos días, y el otro nos contestaba buenas tardes. Después llegaron Tip y Coll creando un humor hilarante, basado en el encadenamiento de preguntas y respuestas inesperadas y disparatadas. Es lo que ocurre hoy en la política española que no tiene ni la pizca de gracia de aquello que empezó por llamarse “diálogo para besugos” y hoy practican los partidos políticos basándose en el enfrentamiento de unos contra otros olvidando el interés público. La política de hoy es un autentico diálogo para besugos donde las propuestas y debates derivan de un tema a otro, enredándose en conceptos e ideas que no conducen a nada práctico y sin que ninguno de los dialogantes sepa quién es el culpable de tanto desatino.
Todo el género humorístico del diálogo para besugos lo inventó durante el franquismo más duro un genio desconocido en su tiempo, y no digamos ahora, al que nadie recuerda llamado Armando Matias Guiu. Fue el creador y guionista de las inolvidables historietas “Diálogos para besugos” que se escenificaban en la “13, Rue del percebe” del tebeo infantil DDT, editado por Editorial Bruguera.
A Armando Matias Guiu lo tengo situado en la cúspide de mi admiración, ocupando el mismo peldaño que Miguel Mihura y Jardiel Poncela. La varita mágica de la fama le pasó de largo porque toda su obra quedó ubicada en guiones radiofónicos y las revistas satíricas e infantiles de la época. Además de humorista fue profeta. Lean lo que dijo en aquellos años duros sobre la política, comparada con la política de hoy. “La política es, a veces, como un diálogo para besugos. Nadie dice lo que piensa, pero ellos no piensan que uno piensa. En mi soledad mental pienso que el pienso es el mejor pensamiento. No sé qué pensar”.
El PSOE de Pedro Sánchez flamea tras banderas de alta rentabilidad electoral: mantenerse en el poder a cualquier precio, orear los restos de Franco para que cunda el pánico, y alentar una farsa catalana a la que llama diálogo practicado a escondidas, cuando el verdadero diálogo y negociación sólo es posible en el hemiciclo del Congreso, sobre todo cuando está en juego la soberanía nacional y la Constitución.
Nos dice Iceta, el dialogador in pectore, que los socialistas “queremos una reforma constitucional”. Ya está, creen ellos que están ungidos para hacerlo sin decirnos a la mayoría para qué y en pactos secretos con los independentistas. Pero Iceta va mucho más lejos. Dice: “En un diálogo, el éxito requiere varias cosas, entre otras no colocar como condición previa algo que sabes que la otra parte no te va a aceptar. El diálogo tiene riesgos, porque a veces tiene la connotación de cesión” (23/02/19). Está clarísimo, han estado negociando practicando un diálogo de besugos. En el teatrillo catalán socialistas e independentistas catalanes han simulado este diálogo: Vamos a dialogar sobre que vamos a dialogar, negociando cómo podríamos cambiar la Constitución. Algo así, como “la parte contratante de la primera parte, será considerada como la parte contratante de la segunda parte”, de los míticos Hermanos Marx.
Es el PSOE quien ha roto con Ciudadanos y no al revés. Pedro Sánchez se erigió en dialogador exclusivo y a puerta cerrada con los independentistas, ignorando a los constitucionalistas y en lugar ajeno al Congreso de los Diputados. ¿Con quién hay que dialogar y sobre qué? ¿Con Torra y Colau, esos dos paletos que han intentado convertir el Congreso Mundial de Móviles en una corrala butifarrera? Los reiterados desprecios al Rey Felipe VI, y la actitud de ambos retirándole el uso de la palabra, ¿eso es tener voluntad de diálogo? No. Esa es la muestra más inequívoca de la inutilidad del pseudodiálogo practicado por el PSOE con el independentismo catalán.
Ahí están también todos los cabecillas, salvo el huido, protagonistas de la rebelión o sedición, -que para mí son delitos de parecida gravedad-, envalentonados y confirmando ante el mismísimo Tribunal Supremo, en juicio urbi et orbi, que no se bajarán del burro y tampoco se arrepentirán de sus tropelías. ¿Son esos también los interlocutores del PSOE en sus diálogos carcelarios? Es obvio que el guión inacabable del diálogo para besugos que escribiría el catalán de Barcelona Armando Matías Guiu, relatando la farsa del diálogo, sería memorable.
En medios independentistas catalanes revelan que Sánchez tiene previsto reanudar el diálogo después del 28A, basado en el documento de Pedralbes, que no es otra cosa que la rendición del Estado ante las exigencias nacionalistas. Todo quedó en evidencia en la reunión del 28 de Diciembre de 2018, con el posterior comunicado conjunto donde Sánchez y Torra manifiestan “la necesidad de iniciar un diálogo político efectivo”, sin condicionarlo de forma explícita a la preservación del marco constitucional.
Por si nadie piensa preguntarle al candidato Sánchez sobre estos asuntos cuando dentro de unos días venga a Murcia, yo le dejo formuladas aquí estas cuestiones para que las aclare en su mitin murciano en búsqueda de votos. Sólo sería necesario contestar afirmativa o negativamente a estos dos puntos: si en caso de gobernar de nuevo reanudará el diálogo sobre el contenido del documento de Pedralbes, y cuál será su posición con relación a un posible indulto concedido a los líderes del procés, una vez que se produzca la sentencia firme del Tribunal Supremo.
También sería muy saludable que clausurara los viernes del euromillón, tan teatreros, en que ha convertido el Consejo de Ministros en funciones derrochando a manos llenas el teórico dinero público a “tutiplén”, como decía mi tía Marina. Entre mitin y mitin le vendría muy bien a Sánchez leer los diálogos platónicos. La lectura que no me atrevo a recomendarles es el “Diálogo de carmelitas” de Bernanos, no vaya a malinterpretarme viéndose montado en una carreta de bueyes, rodeado de monjas y entonando la letanía de todos los Santos camino del cadalso, adonde fueron llevadas por la incipiente République Française.