Escribo en respuesta al artículo en el que Joan Tardà expuso en este diario la necesidad de tejer puentes entre las izquierdas en Catalunya. Lo hago entre la esperanza de la duda y el escepticismo de la experiencia. También con el reconocimiento que merece una voz valiente ante la crítica furibunda que ha recibido de las propias filas independentistas, poco acostumbradas a la discrepancia. Una intransigencia que explica que el proyecto independentista ha avanzado hasta las rocas a pesar de saber que la consecuencia era el naufragio. Es por eso que escribo con reservas, intentando descifrar si se trata de una operación cosmética o si por el contrario es un inicio de cambio de rumbo de la formación republicana para dejar atrás la vía unilateral.

También en el ámbito de Barcelona hemos visto muestras de esta gesticulación que tanto ha perjudicado a la política catalana. Alfred Bosch, candidato municipal de ERC, encabezó una presión sin precedentes para hacer caer el gobierno de izquierdas entre los ‘comuns’ y el PSC, a pesar de haber sido invitado a sumarse cuando el acuerdo justo estaba en pañales. Con esta presión impidió consolidar el único espacio institucional estable, progresista y no ‘unilateralista’ que había en el país y que tenía por objetivo preservar Barcelona de la inestabilidad de la política catalana.

Sorprendentemente, Ada Colau, más tendente a la política de gesticulación que a la de la transformación, cedió a la presión independentista rompiendo el gobierno municipal y abriendo una etapa de inestabilidad, justamente cuando la ciudadanía nos reclamaba lo contrario. Hay que recordar que ERC ha sido la responsable de la rotura de más de 15 acuerdos municipales en Catalunya en una campaña de estigmatización a los alcaldes y concejales socialistas.

El Dragon Khan político

Ciertamente los resultados han sido muy diferentes cuando las izquierdas han trabajado juntas. Si bien el aparato de propaganda convergente trató de asimilar los gobiernos de Pasqual Maragall y José Montilla al desorden, nada ha sido comparable al Dragon Khan que han protagonizado Artur MasCarles Puigdemont y sus socios de la CUP.

Durante aquel periodo se transformaron más de 140 pueblos y ciudades beneficiados todos por la Ley de Barrios, se multiplicó el número de maestros, médicos y ‘mossos d’esquadra’, y se dio un salto espectacular en infraestructuras básicas y derechos colectivos. También se reforzó el autogobierno con un nuevo Estatut y un pacto de financiación que suponía un notable incremento de los ingresos de la Generalitat. Dos reformas pactadas con el Gobierno de España, como corresponde a un Estado que puede avanzar por la vía federal y que supusieron avances más tangibles que el intento de imponer una rotura unilateral y una república imaginaria.

Cuando las izquierdas han trabajado juntas han conseguido hacer avanzar el país. Pero para hacerlo posible hay que volver al consenso de los dos tercios que reconoce el Estatut para modificar nuestra norma de convivencia, el cumplimiento de la legalidad y no abonar el camino de la división ni la ruptura en la sociedad catalana. ERC votó contra el Estatut, pero este voto no les legitima para saltarse la legalidad.

El eje social en el centro del debate

Estaría bien saber si las palabras de Tardà auguran un cambio de rumbo que necesita Catalunya, en su conjunto, y que necesitamos en Barcelona, en particular. Devolver el eje social al centro del debate público y hacerlo ampliando mayorías es urgente porque tenemos asignaturas pendientes. Hay que dar respuesta efectiva al precio de la vivienda, reforzar unos servicios públicos dañados durante los recortes del sexenio nacionalista, la protección del medio ambiente y luchar contra la precariedad impulsando políticas de crecimiento y empleo de calidad.

En este camino los socialistas catalanes trabajaremos junto a todos aquellos que quieran hacer un país más próspero y justo, y sobre todo de aquellos que quieran evitar que Catalunya se convierta en un país dividido, con bloques enfrentados políticamente y emotivamente.

Los socialistas, al mismo tiempo, trabajaremos por un proyecto de reforma federal de España, un proyecto más viable y estimulante que nos permita construir una Catalunya mejor en una España diferente. Para este regreso a la izquierda, los socialistas tendremos la mano abierta.

 

 

 

 

 

 

FUENTE: ELPERIODICO