Pasaban las cinco de la tarde cuando Albert Rivera, candidato a la presidencia del Gobierno, se subió a la caravana de Ciudadanos, el autobús en el que viajan los periodistas que siguen al partido desde hace 13 intensas jornadas. El líder naranja se reincorporaba a la carretera tras cuatro días de parón en los viajes. Dedicó las jornadas del sábado y domingo a preparar los dos debates electorales, que en el partido fueron recibidos como dos grandes “acontecimientos” de la campaña.

Rivera quería viajar a Castilla y León en los días previos a las elecciones. Es un territorio clave para aumentar el número de escaños de su partido. En estos momentos solo ostentan uno por Valladolid y las expectativas han cambiado: a partir del 28 de abril quieren ampliar su representación parlamentaria. La promesa decía que en algún momento compartiría un trayecto con la prensa y llegó en el viaje de Madrid hacia la capital castellanoleonesa. Se subió a la altura de El Escorial en una parada de la A-6 junto a una gasolinera. Y no llegó solo.

“Soy un loco de las gasolineras”, dijo al subirse al autobús con tres bolsas de plástico en la mano. Dentro, cafés, zumos, galletas y pastas tradicionales. La fiesta del azúcar después de dos jornadas maratonianas batiéndose en duelocon los otros tres grandes candidatos. Casi 60 minutos de conversación en ‘off’ con los periodistas que dieron de sí para abordar los principales temas de actualidad y las expectativas de cara al domingo. Los debates, dicen en el partido, podrían reactivar la transferencia de votos en el bloque del centro derecha.

El lunes, desde luego, Rivera logró acaparar el mayor protagonismo en el primer encuentro televisivo. El martes, los papeles se repartieron: Casado intentó coger fuerza, Sánchez decidió bajar al barro también e Iglesias ganó en credibilidad gracias a un tono moderado que no le suele caracterizar. El balance que hacen en Ciudadanos, en todo caso, es más que positivo. A eso añadieron este mismo miércoles por la mañana un golpe de efecto inesperado: el fichaje de Ángel Garrido, expresidente de la Comunidad de Madrid, que abandona las filas populares para unirse a las siglas naranjas.

En todo caso, las tortas de aceite del autobús, igual que las golosinas, sirvieron para coger fuerzas después del estrés que supusieron las citas con RTVE y Atresmedia. Aún queda lo más duro. La recta final. En una hora Rivera estaría en la Cúpula del Milenio de Valladolid junto al abogado del Estado y candidato en su lista por Madrid, Edmundo Bal; la exsocialista Soraya Rodríguez (que va en la lista de Luis Garicano para las europeas), y la candidata por Valladolid al Congreso, Soraya Mayo. En primera fila del público estaría también Paco Igea, ganador de las primarias (con polémica incluida) en Castilla y León y candidato a la presidencia en la cita autonómica de mayo.

El acto contó con más de 1.200 personas que ondearon sin parar banderas nacionales y de la Unión Europea. Rivera llegó entre gritos de “presidente” y arropado por los suyos. Soraya Rodríguez se subió a la tarima naranja en el único mitin que compartirá en esta campaña con Rivera para bromear con que Valladolid es tierra “de Sorayas” y dando por hecho que el relevo a ella se lo dará Mayo, la candidata de Ciudadanos, tras su marcha de la Cámara Baja.

La exsocialista pronunció un discurso muy aplaudido explicando una vez más los motivos por los que está ahora en una lista de Ciudadanos. “Albert me hizo una propuesta para que lo acompañara a las elecciones europeas. Le dije que sí porque desde la creación de la Unión Europea, Europa nunca ha sido tan necesaria y nunca ha estado tan en riesgo”, espetó la candidata. “Esta misma amenaza del nacionalismo identitario que tiene Europa, también se encuentra nuestro país. Después del golpe institucional que el separatismo dio al ordenamiento jurídico constitucional, españoles y españolas, los que compartimos una noción esencial de lo que es nuestro país, tenemos que trabajar juntos”, zanjó entre aplausos también del líder naranja.

“Te conozco desde hace años, Soraya. Tienes principios y valores, porque tú antes que socialista eres ciudadana española. Yo soy ciudadano español antes que nada”, respondió Rivera en su turno de palabra. Reiteró que Ciudadanos “es la casa de todos los españoles”, haciendo un guiño a las últimas incorporaciones a sus siglas, como fue Garrido este mismo miércoles.

En Valladolid, lanzó su gran promesa: “Si soy presidente del Gobierno, en los primeros 100 días me comprometo a sentar a todo el mundo en una mesa, a los líderes de otros partidos y a las comunidades autónomas afectadas por la despoblación, para salir de allí con un pacto de Estado”, dijo entre aplausos y gritos de apoyo. “A los que dicen que no se puede, que no molesten. Como dice Javier Imbroda, hay que alejarse de los tristes y los cenizos. Este partido va a ser el que impulse las políticas de Estado”, zanjó.

Cerca de las nueve de la noche terminaba el acto en Valladolid y Rivera volvió a la carretera. Este jueves empezará el día en un desayuno informativo en el Hotel Palace de Madrid y de ahí viajará a Barcelona, donde quería hacer el último acto antes del cierre. Estará con Inés Arrimadas, número uno por esta circunscripción al Congreso y número dos a todos los efectos de Rivera. Su idea es hacer una parada en casa y poder cenar, después de semanas sin verla, con su hija. El viernes, el partido se dedicará en cuerpo y alma a Valencia. Mañana y noche. Ese día, además de poner toda la carne en el asador para que Rivera venza el domingo, también lo harán para que Toni Cantó sea decisivo en la Comunidad Valenciana. Solo quedan cuatro días.

 

 

FUENTE: ELCONFIDENCIAL