(Reflexiones de José Juan Cano Vera) 13 / O7 / 2007
«HOMENAJE A MACHADO»
Me he sentido pequeño, muy pequeño. Escribo desde Colliure, desde la Francia de las playas bermejas. A un tiro de piedra de Perpignan. Aquí reposan los restos de D. Antonio Machado. He rezado pensando en la España de la Memoria Histórica. Y en la España del futuro. El corazón ha latido a toda velocidad y he sentido resbalar una lágrima por mi curtida mejilla. Sobre su tumba he depositado dos rosas. Una roja y otra azul. Las dos Españas que nos helaron el corazón. He hecho el camino de la paz, y he recordado los versos del insigne poeta: Caminante, son tus huellas el camino, y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar.
Luego alguien del grupo de españoles, de izquierdas y derechas, ha entonado la vieja canción de Joan Manuel Serrat. Y nos hemos abrazado, allí en Colliure, pensando en nuestra patria, la vieja dama que un día dominó medio mundo. Solo eramos eso, un puñado de españoles, la mayoría de ellos nacidos después de la guerra civil. Se ha hecho un silencio mientras otro grupo reducido de extranjeros, comprensivos, nos aplaudían. Después hemos contemplado con veneración la pequeña pensión en donde pasó sus últimos años. Quizás murió de tristeza, de nostalgia, de amor , de dolor amargo, recordando a la seca Castilla y a la luminosa Andalucía: «El olmo centenario en la colina que lame el Duero».
Mis dos rosas han quedado sobre la tumba fría, pero el mensaje ardiente de algunos españoles de Murcia, Cartagena, Madrid, Cataluña, País Vasco, Galicia y Valencia ha quedado ardiente, cálido, esperanzado: Mas otra España nace, la España del cincel y de la maza, con esa eterna juventud que hace del pasado macizo de la raza. Una España que alborea….
No más confusas patrias, jamás tener el corazón helado, no más mitades. No más exiliados en tierras extrañas. Queremos a Machado en tierra española. Colliure debe quedar huérfana de Machado. Pedimos a las autoridades, oposición y al mundo de la cultura que sus restos vengan a la Soria de sus amores o a la Sevilla de sus orígenes. Junto al amor de su vida, junto a Leonor, en compañia de su madre, tres almas, para que ni repita sus versos de dolor: Señor, ya que me arrancaste lo que yo más quería. Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.