El penososo caso de la señora Juana, una joven de Granada, con una triste historia y un pasado de abusos machistas, según ella y sus apoyos humanos, aunque los jueces tienen dudas no se si fundadas o no, se ha convertido en un espectacular acontecimiento mediático sin precedentes en España y en el resto de Europa, una movida que inquieta a los sociólogos, a los juristas y a una buena parte de la opinión pública que no se ha desplazado a las playas o está de vacaciones. Semejante despliegue de medios no es nada normal, es evidente que se ha politizado en exceso y que por ahí andan los partidos políticos buscando votantes de izquierdas, una izquierda que en los años de la República, los socialistas en mayor grado, no querían que las mujeres votaran. Suponían que eran un segmento social conservador que votaba a la derecha, lo que demostraba que los socialistas y sus socios no habían comprendido que las mujeres son seres humanos con los mismos derechos que los varones. Luego se dieron cuenta, cuando la guerra tocó arrebato, que en el frente las milicianas se partían el pecho y se dejaban el alma por la causa.

 EL CASO DE JUANA QUE ESTÁ EN MI CASA ha roto los moldes, y en Granada y en el resto de España se sospecha que la movida feminista radical ha sido montada por los podemitas en busca de arañar votos al partido socialista, clan de Susana Díaz, equipo de Pedro Sánchez. Hay que tener en cuenta que la líder en jefe de la tropa de Pablo Iglesias es una joven antisistema, radicalizada y dispuesta a destruir todos los esquemas de dimensión familiar en Andalucia, una región muy castigada por el paro, la corrupción y el movimiento anarquista, más cercanos a las CUP que al sector que lidera Pablo Iglesias. Es la sombra de Monedero. Y como Andalucia es un avíspero, foco de divergencias de un partido socialista sin ideas, gobernado por Susana Díaz sin mucho éxito… Cádiz es la provincia con mayor paro de España, nada menos, y en donde un estallido social es más que posible. Puede ser la mecha, algo tan imprevisible como el foco enmierdado de Juana y sus hijos, posiblemente influidos mentalmente por sus propios progenitores cargados de odio. Estarían envenenando a sus chicos. La víl politización de los cuatro protagonistas demuestra que España ha entrado en barrena en la defensa de los sentimientos más sagrados de las familias y otros colectivos influyentes. Al día de hoy se están alcanzando cotas repugnantes cuando se nos presenta a los varones como «una jauría de perros asilvestrados».  

Hablar con rabia de VIOLENCIA MACHISTA no deja de ser una expresión que generaliza y vulnera a millones de hombres de todas las edades, utilizada como misiles no alivia el problema, sino que abre trincheras en las que los medios de comunicación colaboran haciendo un periodismo sensacionalista contagioso. Recuerdo que cuando los pistoleros de ETA asesinaban y destruian nuestras vidas, un grupo de directores, propusimos establecer unas normas de silencio que no sirvieran de publicidad a la banda y sus directivos ideológicos. Fracaso total, hasta hoy, cuando algunos criminales en serie o etarras, son elevados a la categoría de personajes en la prensa y en las instituciones democráticas. Algunos comentaristas, analistas y editorialistas nos asombramos cómo los medios de información, destacando las televisiones, abren sus telediarios con sucesos repulsivos ofreciendo todo tipo de detalles escabrosos que con toda seguridad dan ideas delictivas a mujeres y hombres, enfermos o a asesinos potenciales. No digamos nada sobre el enorme daño que hacen esas cadenas ofreciendo refinadas insinuaciones que invitan a la violencia, con un cine brutal o series de bajo nivel cultural y lenguaje de lo más ordinario, superando el típico taco hispano o internacional, previsible en ocasiones tensas. 

Todo este panorama de violencia contenida o no, de tensiones fabricadas para matar ilusiones y de desencanto depresivo es consecuencia de la nefasta imagen del mundo de la política, de sus intrigas y conspiradores, un mundo cargado de rencor y desprecio a los valores humanos. Todo lo que nos viene ocurriendo en estos últimos años es fruto de la aparición de unos redentores, a los que creimos como una esperanza, y al día de hoy, lo único que han conseguido es destruir, mentir y atizar diferencias, hasta el punto de dejar a la izquierda en un puro esqueleto, un peligro porque la derecha liberal conservadora anda camino del desguace si no surgen hombres y mujeres capaces de refundar al partido popular, una iniciativa posible si Rajoy fuera capaz de entender que su ciclo histórico ha terminado y que España corre el riesgo de ser dilapidada por los extremistas, los corruptos y los independentistas. Cuando anoche oí al segundo hombre fuerte del partido socialista, un tipo con cara de energúmeno, que los guardias civiles estaban haciendo de esquiroles en el aeropuerto de Barcelonas, sentí derrumbarse las pocas esperanzas que me quedan. Nos han envenado los jenízaros y se corre el riesgo inminente, que termine este año como empezó el 36 de triste y horrendo recuerdo. Para evitarlo habría que enterrar a los muertos y encontrar el tesoro de hombres y mujeres a la altura de las circunstancias, no los que aparecen en el hemiciclo de las Cortes y otras instituciones, que sepan gobernar una democracia mejorable, justa, libre, socialmente avanzada y capaz de convertir el diálogo en un instrumento constructivo y cultivada en la cultura política. Con estos que nos gobiernan no iremos muy lejos o a ningún lado. Eso si, sin el apoyo de la sociedad y sus mayorias activadas, no podremos echarles a la calle, nos covertiriremos en otro caso como el de la señora Juana y su marido o compañero. En un hogar nacional sin poder vivir una vida mejor. A este país solo lo puede salvar de la ruina de siglos, los mismos españoles y un puñado de conquistadores, no de numantinos.

COLECTIVO OPINIÓN PÚBLICA