José Luján, rector de la Universidad de Murcia, es sin duda un rojo peligroso. O como poco, un progre. Así, de manera indirecta, pero inequívoca, lo califica el número dos del Gobierno López Miras, Javier Celdrán. Mosqueadísimo por el hecho de que el claustro de la universidad pública resolviera mediante votación de sus miembros el rechazo institucional al pin parental, Celdrán se quejó públicamente en su calidad de portavoz fáctico del Ejecutivo regional de que la UMU no se pronunciara sobre otros asuntos del debate político cuya enumeración sugería el consignario de su Gobierno; venía a reprochar a los claustrales que en vez de los ‘grandes asuntos’ sobre los que el Gobierno regional basa su política de confrontación con el central (la única política visible hasta el momento) la Universidad reparara en este asuntillo del pin, como si las cuestiones relativas a la educación le debieran ser ajenas.

Dado que como consejero de Hacienda, Celdrán es el responsable de transferir las partidas que financian a la UMU debió sentirse particularmente afectado por el hecho de que desde el gobierno del primer centro de enseñanza pública superior se pusiera en cuestión la clave de bóveda presupuestaria del pacto PP-Cs-Vox. En consecuencia, el consejero que pasa por ser el cerebro de López Miras pulsó instintivamente un ‘me gusta’ al tuit de un ciudadano que describía la Universidad como «un instrumento de adoctrinamiento masivo», después de declarar que «los partidos de izquierdas llevan años asaltando todos y cada de los estamentos y entidades universitarias». Poco después, Celdrán retiró el ‘me gusta’, pero quedó registrado su primer impulso.

Admito que a mí me encantó más su gesto primero que el segundo, pues me place que la Universidad critique al Gobierno y el Gobierno a la Universidad. Significa que en una Región como la de Murcia, donde la omertá es una condición de supervivencia, todavía hay ámbitos críticos y molestos y desde algunas instituciones se ejerce un cierto contrapoder. Pero también me condujo a otra reflexión: ¿cómo estarán las cosas por estos lares que hasta un claustro que carece de cualquier tizne de izquierdismo político resulta subversivo para la política del Gobierno?

No sé ni me importa lo que vota el rector Luján, pero nos consta a todos que cuando se presentó a las elecciones para el rectorado no lo hizo en nombre de la izquierda universitaria. Y ganó con soltura. Como años antes, en dos elecciones sucesivas (y frente a otros candidatos identificados con la izquierda socialista) ganó José Ballesta, actual alcalde de Murcia por el PP. No sé yo qué eficacia despliega ese rojerío universitario que detecta Celdrán en sus ‘me gusta’ tuiteros.

Del equipo de Luján, López Miras captó a una vicerrectora para convertirla en diputada y después en consejera de su Gobierno, Cristina Sánchez, de modo que no cabe suponer que el gobierno universitario sea un nido de rojos. No digo que sea todo lo contrario, pero rojos, lo que se dice rojos, poco.

¿En qué lugar del espectro de la derecha estará situado López Miras hasta el punto de que le incomode un gobierno universitario que en modo alguno puede considerarse de izquierdas? ¿Qué mitos maneja el Gobierno regional para considerar cualquier crítica a sus derivas coincidentes con la ultraderecha de Vox para convertir todo reproche en una conspiración izquierdosa? Que una universidad pública se manifieste institucionalmente por la enseñanza en libertad (que no es lo mismo que el constructo ‘libertad de enseñanza’) es de toda lógica, pues de pronunciarse por lo contrario sería exótico y preocupante.

Si han convertido a José Luján en un rojo peligroso, ¿qué seremos los demás? Miedo me da pensarlo.

 

 

FUENTE: LAOPINIONDEMURCIA