Macron se preocupa por si hay un concejal de Vox en el Gobierno de Madrid pero no por la dependencia de Sánchez de ERC o Bildu: un ejercicio de cinismo que esconde sus intenciones reales.

 

Que al presidente de Francia le preocupe mucho quién pueda ser concejal delegado del distrito de Chamberí en Madrid, si es de VOX, y no tenga nada que decir de que el presidente de España lo sea con la ayuda de Bildu, el mismo partido que va a ser decisivo en Navarra; denota sin duda lo impostado de su inquietud y desvela que el impulso de la misma debe ser otro bien distinto.

Su temor a la ultraderecha, efectivamente muy presente en Francia y otros países europeos, y la absurda inclusión en ese epígrafe de Vox -un partido que puede gustar o no, pero es perfectamente constitucional y europeísta-; es una excusa barata e insostenible para justificar un discurso calcado al de Pedro Sánchez y la izquierda española, recurrentes siempre en este asunto.

Rajoy, un conservador moderado y sensato con muy pocos picos ideológicos, fue presentado ya en el pasado como el representante de «la derecha más radical de Europa». Y con ese estigma se vienen calificando desde años los pactos entre PP y Ciudadanos, otro partido anatemizado en cuanto no se brinda a respaldar al PSOE, en cuyo caso vuelve a ser perdonado y tildado de «liberal» a secas.

Y qué decir de la mera existencia de un tercer partido en ese espectro ideológico, más a la derecha que los otros dos: su mera presencia, aun sin fuerza institucional, fue esgrimida como prueba del auge de la ultraderecha en España, convirtiendo incluso su apuesta por una reforma constitucional que limite las autonomías -tan criticable para algunos como perfectamente respetable- en una demostración de su carácter fascista.

Silencio ante el peligro real

Lo decían los mismos, desde Podemos hasta el nacionalismo, que sí defienden una ruptura del sistema democrático, con la secesión unilateral de una parte de España o la caída de la Monarquía Parlamentaria como banderas de su despropósitos. Suficiente para criminalizar a Vox y activar una «alerta antifascista» para frenar cualquier diálogo de PP, Cs y este partido, despreciados conjuntamente con el calificativo de «trifachito«.

Macron se está pagando el apoyo de Sánchez en Europa entrometiéndose de manera burda en los necesarios acuerdos de PP, Cs y Vox

Que todo un presidente de Francia compre y difunda ese discurso, humillando públicamente a Albert Rivera y presionando a Ciudadanos, resulta lamentable, en la misma medida en que lo es el discurso de Manuel Valls, calcado al del inquilino del Elíseo e igual de hipócrita: a ninguno de los dos se les ha escuchado nada sobre la dependencia de Sánchez de los mismos partidos que aspiran a romper España y a extender ese virus por Europa. Ni tampoco del peligro cierto de sumar Navarra a la ola nacionalista que sopla en Cataluña y el País Vasco e intenta extenderse a Valencia o Baleares.

Ello obedece, sin duda, a que Macron simplemente se está pagando con ello los probables acuerdos con Sánchez para hacer pinza conjunta en Europa, objeto en estos momentos del mercadeo de puestos en las instituciones continentales y del pulso que, para obtener el mejor reparto, libran como siempre Francia y Alemania.

Solo la necesidad de contar con el respaldo de España explica que el presidente galo se entrometa de una manera tan burda, falaz y directa en asuntos internos del país y seleccione, de todos ellos, la parte menos relevante pero más interesante para su socio socialista. Si éste era el gran reformista de la Unión, a la Unión no le espera reforma seria alguna y todo quedará en el mismo cambalachede siempre pero con protagonistas distintos.

Cs debe responder a Macron

Ciudadanos, especialmente presionado y señalado por su supuesto colega ideológico, no debe consentir el desprecio que Macron les ha dedicado, desmintiendo incluso a Rivera y movilizando a su Gobierno para ayudar a Sánchez en la coacción al partido naranja, de quien se quiere un apoyo ciego y un cheque en blanco al líder del PSOE en la investidura para, a continuación, gobernar con los presupuestos de Podemos y la intervención de ERC e incluso Bildu.

Y en algún momento los tres partidos del centroderecha deberán dejar de alimentar los mantras de la izquierda, y del Macron de turno, a la hora de entenderse: no les ayuda nada que, necesitándose, se dediquen a disimularlo como si fuera un pecado nefando a esconder. Eso también auspicia un discurso intelectualmente indigente, políticamente injusto y socialmente ridículo.
 
 

FUENTE: ESDIARIO