La frase da para seleccionar una opinión crítica sobre la idea de que la edad adulta es sinónimo de sabiduría, certeza o autenticidad. Tres conceptos controvertibles que se adjudican con gratuidad a los veteranos «gurús» que dirigen la inoperante corporación municipal, in crescendo y sin criterio según las prodigiosas décadas consumidas. Hayan vivido lo que hayan vivido. Digan lo que digan, y hayan ocupado uno u otro sillón o bandada del Consistorio mazarronero. A veces, incluso, sin decir nada. Esto último es el caso de la mayoría de los apesebrados politiquer@s que pisan moqueta con más pena que gloria.
Una ocurrencia oportuna tras visualizar el último pleno para aprobar los presupuestos munícipes y que a las pocas horas de colgar estas líneas ya había logrado la simpatía de casi 2.000 usuarios. Ni siquiera su apática elaboración había servido para titubear antes del corazoncito o pensar si, más allá del tópico que la rodea, el artilugio y contenidos que sostiene son más interesantes que los que introducen por doquier otros veteranos gacetilleros en exceso endiosados que no atinan donde poner el huevo, ni el color que prefieren en cada puesta. Porque la imagen –que como toda imagen nos ofrece una parte muy limitada del relato– también sirve para cuestionarse evidentes contrariedades: ¿Qué le ofrecen estos individuos al pueblo, quién se comunica abiertamente con los ciudadanos y cómo lo hacen?; pero, sobre todo, ¿lo hacen?….¿en qué se diferencian de sus «padrinos»?.¿A donde nos llevan los responsables de un pueblo asaltado por pervertidos tejemanejes, investigaciones e investigados en entredicho y nenic@s que lo saben todo?, ¿qué coña populista se traen las autoridades, sus mandamases y los partidos políticos por higienizar?.
Pues nos engañan por tradición, por indigencia intelectual e incultura política, de ellos y de la ciudadanía, tal como observamos en el zafio y tortuoso debate plenario de patio de vecinos. Allí se tiraron torpedos para destrozarse ellos y al pueblo. No sabemos si esa mañana todos habían disfrutado del intercambio de conocimientos. Pese al enardecido conflicto por la visible adicción a las recompensas de los más neófitos, no sabemos si reflexiones más hondas podían preceder a un rato de recreo individual. Sin embargo, tendemos a pensar de manera innata que la pérdida de oportunidades por la carencia intelectual e ideológica está relacionada con el valor del contenido. El pasado, la edad y todo lo que rime con muchas horas de vuelo están protegidos radicalmente de cualquier duda sobre su valor por los guardianes del “Sanedrín Fáctico”, que con los más veteranos en los conciliábulos mueven los hilos, controlan la intensidad del fuego, esencias y condimentos y la presión de la peculiar olla política en constante ebullición.
A mí me explicaron algo parecido hace algún tiempo ya –también– un “pata negra ”en reserva activa me descubrió la clave, el añorado poder establecido en los ochenta (que sí tiene relevo), le han dedicado cuatro décadas a consolidar la “red clientelar del Antro Institucional”. Es un debate de hace más de 35 años que añora sabiduría, verdad y visos de autenticidad histórica a partir de otro probable acuerdo con menos desasosiego que el actual. Esto último fue lo que principalmente entendí: cantidad de descarados ejemplos entre frase y frase, provocadoras amenazas de corte siciliano como en el mejor cine negro, pero una conclusión baldía: ¿“serán las legislaturas venideras las que den sentido al oscuro y envilecido modus operandi”?.