El mangante del PSOE reparte, coloca gente, arregla la pensión de una suegra o ayuda a su chófer cocainómano y el del PP lo pilla todo para él
La fórmula infalible para convertir un problema en una catástrofe es ignorarlo y me da que este PP que nos gobierna anda en ello.
Lo estuvo durante años, en los que con ingenuidad escolar se aferró a la tesis de que pasaría nada dramático en Cataluña, porque lo que pregonaban la Generalitat y los apóstoles del independentismo era contrario a la Constitución, ignorando que el que algo sea ilegal, irracional o perjudicial no lo hace imposible.
«En lugar de asumir la culpa colectiva y aceptar que Rajoy apareció débil o diletante y sigue flojo, están el sálvese quien pueda de siempre»
Nadie puede alegar que no estaba avisado, porque los golpistas se hartaron de anunciarlo, de viva voz, por escrito y en prime time en TV3 y RTVE.
Y todo lo que Rajoy y sus ministros creían que no iba a ocurrir, ha ocurrido: las leyes de desconexión, el referéndum ilegal, la declaración de independencia…
No tiene sentido ponerse a llorar por la leche derramada, pero hay que sacar consecuencias con urgencia, porque los golpistas siguen a lo suyo y aunque a algunos les ha entrado el cagazo, volverán a las andadas en unos días, cuando retuerzan el reglamento del Parlament, para que el prófugo Puigdemont sea investido en Bruselas.
Y si les sale bien, lo que es probable porque cuentan con el respaldo de Pablo Iglesias y los zarrapastrosos de Podemos, darán nuevos pasos.
El drama en Cataluña no ha sido nunca la falta de leyes, sino la ausencia de voluntad real de aplicarlas y la creciente y vergonzosa incomparecencia del Estado.
No hace mucho, me preguntaba cariacontecido un dirigente popular cómo es posible que, teniendo los socialistas casos de corrupción de mucha más envergadura que los suyos, siempre se identifique al PP con la podredumbre y no al PSOE.
Es evidente: porque el mangante del PSOE reparte, coloca gente, arregla la pensión de una suegra o ayuda a su chófer cocainómano y el del PP lo pilla todo para él.
Pues con Cataluña les pasa igual: en lugar de asumir la culpa colectiva y aceptar que Rajoy apareció débil o diletante y sigue flojo, están el sálvese quien pueda de siempre y se aferran como lapas a que el fallo estuvo en el candidato o en la comunicación.
Que les den, pero si siguen así va a ser difícil votarles.