Unidos hemos vivido en paz más de cuarenta años, en lo cotidiano y sobre todo en el terreno político, numerosas situaciones diferentes. Mayorías absolutas de socialistas y populares, acuerdos de gobiernos y gobiernos de coalición, como fue la última legislatura y va a ser esta en la que estamos inmersos.Y cambiar no está mal. Considero que es algo natural y que la ciudadanía tiene que sufrir. Pero también pienso que tenemos que garantizar unas normas, y regirnos en base a unas leyes. En nuestro caso, nuestra Constitución.
Porque yo he tenido la fortuna de crecer en democracia, pero mis padres y sobre todo mis abuelos no. Y ellos siempre me contaban lo duro que fue vivir en una dictadura y lo afortunado que soy por vivir en democracia. Pensaba que eran “boberías” de mayores, pero a medida que he ido creciendo, he aprendido que no eran sandeces. Porque nuestra democracia es algo que tenemos que cuidar, y que la tenemos gracias a que unos valientes demócratas, de ideas políticas antagónicas, aparcaron sus diferencias por un bien común: la unidad y el progreso de España.
Y de ahí nació nuestra Constitución, esa carta magna que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político; como así dice en su artículo primero. Y esta frase, que los demócratas aprendíamos como si fuese el pan nuestro de cada día, ha marcado, marca y marcará nuestra identidad española.
Un documento que conviene recordar que fue realizado por aquellos “padres” electos en las elecciones democráticas de 1977, y que fueron elegidos por la Comisión de asuntos Constitucionales y libertades públicas de aquella época, quienes nombraron a 7 personalidades a las que les debemos mucho: Gabriel Cisneros Laborda, Miguel Herrero Rodríguez de Miñón, José Pedro Pérez-Llorca, Gregorio Peces-Barba, Jordi Solé, Manuel Fraga y Miquel Roca
Y esa Constitución, que ahora celebramos y se sometió a referéndum, es el escrito por el que debemos regirnos. Un documento que busca el consenso y la igualdad de todos, y del que no deberíamos de prescindir ni malinterpretar. Porque es lo que nos identifica y lo que garantiza nuestras libertades. Porque debemos de recordar para qué se hizo la transición a la democracia, y el porqué de nuestra carta magna.
Una búsqueda del consenso y del respeto hacia la democracia que parece estar en riesgo, puesta en entredicho por populistas y separatistas. Por eso entiendo a legendarias figuras políticas como Felipe González y Alfonso Guerra, con los que discrepo en numerosos aspectos, cómo están preocupados por el devenir del país. Vemos como parece que la Constitución ha pasado a un segundo plano, y vemos como peligra hasta la separación de poderes.
Estamos a tiempo, estoy seguro. A tiempo de recordar lo que somos, lo que nos costó serlo, y tener claro hacia dónde queremos ir. El diálogo, el consenso y la mirada hacia el futuro pasa, más que nunca, por el respeto a la Constitución. Porque somos un gran país con una Constitución envidiable. Viva la democracia, viva el país y vivan los españoles…! VIVA ESPAÑA!
POST SRCRIPTUM:» La Constitución no es un instrumento para que el gobierno controle al pueblo, es un instrumento para que el pueblo controle al gobierno – para que no venga a controlar nuestras vidas e intereses».