JAVIER FUMERO
Las puñaladas en el consejo de ministros han llegado para quedarse. Ahora nos llaman la atención porque, efectivamente, el bipartidismo no había permitido este tipo de enfrentamientos a cara de perro en zona tan noble del Estado y bajo todos los focos. El PSOE y el PP se turnaban liderando el país y pactaban gobiernos cimentados en amplias mayorías y con la sartén bien sujetada siempre por el mango.
Por eso digo que este sorprendente enfrentamiento a navajazos que mantienen PSOE y Unidas Podemos en el actual consejo de ministros no va a ser una excepción. Hay varias pistas que lo confirman. Por ejemplo, lo que sucede con el PP y Ciudadanos en la Comunidad de Madrid. Ayuso y Aguado nos regalan, de forma intermitente, agarradas en público no muy decorosas. Es lo que hay.
Lo he dicho en otras ocasiones: todo obedece al instinto de supervivencia del partido aliado que no ejerce la presidencia. Sufre un desgaste por su apoyo y apenas se lleva los triunfos, no suele capitalizar en las urnas esos años de gobierno. De ahí que, como Pablo Iglesias, tenga que estar día sí y día también reclamando protagonismo, demostrando que su existencia es esencial, que sin él no sería lo mismo, que logra ser eficaz pisando moqueta en Ministerios. Si no logra que cale ese mensaje, acabará devorado en los siguientes comicios.
Por eso, llegará el día en que presida el gobierno de España un líder del PP que dirigirá los destinos del país de la mano de Vox, por ejemplo. Vox entrará en el ejecutivo colocando algunos ministros. Buscará entonces sacar rédito de ese apoyo, demostrar que es útil, que fuerza al Partido Popular a tomar algunas decisiones que no tomaría si gobernara en solitario. Y eso provocará tensiones, desmentidos, enfados, sofocones.
Alguien puede decir que este espectáculo se podría evitar con un acuerdo previo a la formación del gobierno, cerrado con anterioridad, y muy claro en los términos. No parece que eso resulte, visto que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias siguieron ese camino. De poco les ha servido. Los dos se han saltado a la torera aquel documento.