«La unidad del pueblo de Cataluña es un mito», ha defendido este mediodía el ministro de Asuntos Exteriores Josep Borrell.

 

 

En la clausura la Universidad de Verano organizada por Societat Civil Catalana, Borrell se encargó de desmontar ese mito reivindicando la pluralidad de la sociedad catalana, aportando datos y (atención) recomendando la lectura del libro del president Quim Torra, Els últims 100 metres, para descubrir las falacias argumentales del independentismo. Un libro que «se tiene que leer y traducir al francés y al inglés» -deseó Borrell- porque alimenta el «sentimiento de agravio» y empuja a «la irracionalidad colectiva» con datos falsos. O fake news que empujan a la gente a «creer que las cosas son como no son. Y los problemas imaginarios no se pueden resolver».

«En 150 páginas, Torra menciona 42 veces los supuestos 16.000 millones que el Estado no devuelve a Cataluña. Pero muchos consellers han admitido que Cataluña aporta proporcionalmente a su PIB y recibe según su población. Matemáticamente eso es incompatible con los 16.000 millones», ha explicado Borrell. Hablando de sus viajes y ponencias internacionales, el ministro ha reconocido que «no hay nada que me enfade más que oír ‘los catalanes quieren…’ o ‘Cataluña quiere’. Wait a moment! Cataluña se expresa en elecciones y está dividida en dos. El independentismo no es mayoritario socialmente, aunque tenga mayoría parlamentaria. Sí es hegemónico, en el sentido en que describía Gramsci». Una hegemonía que recae en medios de comunicación, agentes culturales y entidades sociales que «se expresan con más fuerza, contundencia y energía» pero que, remarcó Borrell, quienes defienden el independentismo «no tienen ninguna superioridad moral».

El ministro ha abogado por el diálogo abierto por el Gobierno con la Generalitat, «una consecuencia lógica para buscar soluciones a los problemas». Y ha recordado que el principal argumento de Torra fue que el derecho de autodeterminación existe en todo el mundo. «El Derecho Internacional no apoya el derecho a la autodeterminación, a no ser que se trate de una situación colonial como las que hubo en los años 50 y 60. Hasta los informes del Consell Nacional per la Transició que asesoraba a la Generalitat, aunque supongo que no debieron ni leerlos, decían claramente que según las resoluciones de la ONU el derecho a la autodeterminación sólo era reconocido en situaciones coloniales». 

Borrell ha trazado un mapa geográfico y político: «La indivisibilidad del país está claramente definida en las constituciones de Francia, Italia, Alemania o Estados Unidos». ¿Y qué hay de los recurrentes ejemplos de Escocia y Canadá?«En Reino Unido el referéndum no era un derecho de Escocia, sino una concesión. Su constitución no lo impide, pero hay que pedir permiso a Londres», apuntó Borrell. «En Canadá, la secesión unilateral es inimaginable. Québec organizó dos referendums tras muchas negociaciones y llegando a acuerdos. La Ley de Claridad canadiense, que no gusta a los independentistas, dificulta y pone restricciones a la consecución de esa independencia», apuntó el ministro.

 

 

 

FUENTE: EL MUNDO