EL MULTIPARTIDISMO QUE HA FRACASADO SIN PALIATIVOS LO PAGAMOS TODOS

 

ANÁLISIS DE JOSE JUAN CANO VERA.

 

Un pésimo síntoma que nació hace siete años, y lo advertimos. Llegaron a galope tendido persiguiendo indios bipartidistas, cazando corruptos de todas las siglas, inauguraron jardínes sembrados de promesas oníricas, no han dejado crecer las yerbas, provocaron tormentas que inundaron los campos arrasados de un país dando tumbos y pusieron de rodillas a los viejos fieles de la política de la transición y por ahí andan fracasados los ángeles de la guarda sin remontar y abrir cielos a puntapiés de olor venezolano. Organizaron, con aires del neofacismo marchas triunfales como las de Roma y el resto de Italia que el Ducce Mussolini organizó para hacerse con el poder absoluto y sin embargo aquí no pasa nada. Todo lo contrario, España ha tomado las aguas contaminadas del Jordán de la democracia y las escandaleras de las nueces. Nos ahogan tanto o más que el bipartidismo bipolar del neo-caciquismo que se instaló en las diecisiete comunidades autónomas que se disputan diecisiete partidos acaudillados por sus líderes infalibles y la egoísta aristocracia que gobiernan unos regímenes paralizados que han engullidos unos débitos tramposos que rondan los doscientos mil millones de euros, a los que hay que añadir los sesenta y cuatro mil millones de la banca y de las cajas de ahorro derrochadoras administradas para hundirlas. ¿Y cuál es el espejo de la nueva política?. Cataluña, el manicomio de la nueva Europa que manipulan los extremistas y los oportunistas de la nueva ola que anuncian milagros. Ninguna tontería, nos deben setenta mil millones y se adornan con la peineta que si es española y franquista. 

 

Pero si nos comen los gastos, las pagamentas y los impuestos, aún peor cara tienen las trabajadoras de la política parlamentaria. Así las cosas, las prometedoras legislaturas de supuestos pactos de Estados, regionales y locales, amenazan con un fracaso rotundo por la vía de los bloqueos que se han traducido en un inmovilismo parlamentario, regional y municipal que nos cuesta un dineral. Si no hay mayorías absolutas, el riesgo crece proporcionalmente, aunque no nos entusiasmamos con la historia pasada desde el fallecimiento del General. Ni dialogan ni se entienden, se gritan en sus tertulias bien pagadas y sus riñas de facas en manos sucias que apoya la rica revolución feminista y mancillan ONG de juzgado de guardia. Ensordecidas por el clamor global.                                           

 

 

El diario EL MUNDO publicaba recientemente un buen trabajo del colega Raul Piña en el que hacia un análisis demoledor: «tras un año de bloqueo político en España, con repetición de elecciones frecuentes, en noviembre del 2016 arrancaba la XII LEGISLATURA marcada por el multipartidismo a la italiana, tras la irrupción de Podemos sus canonjías y ciudadanos acosados, proponiéndose consumar grandes pactos de Estado. Mentira. Sin embargo, año y medio después, la legislatura avanza hacia el fracaso. Los cuatro grandes partidos han regresado al inquietante escenario de la ruptura, las famosas líneas rojas, la división de la izquierda desorientada y los enfrentamientos personales de sus dirigentes incapaces». Miren el espejo destrozado en los suelos, cristales rotos.

 

Estas reflexiones no necesitan ser explicadas ampliamente a los ciudadanos que pagamos las consecuencias. Basta ver los informativos de las televisiones con el hemiciclo del Congreso de los Diputados, vacío, para entender indignamente, que nuestros diputados y senadores no necesitan bragueros para cumplir sus largas y penosas jornadas de trabajo en las Cortes. Incluso lleno los escaños el vacío de acuerdos, leyes, pactos e ideas sensatas, les pesa por su amargura, lamentable y grave, no solo por el número de padres, madres y parejas de la patria, sino por la falta de diálogo. Algo inconcebible en una democracia moderna.

 

Para no ir mas lejos, ahí tenemos los PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO estancados férreamente, mordidos y sin saber cuando y como serán aprobados.

 

Esta crisis parlamentaria es una fortuna derrochada que nos han sacado y nos seguirán sacando de nuestros bolsillos. ¿Es que hay derecho a que nos hagan sufrir trescientos cincuenta señores y señoras que controlan el poder legislativo más cientos de los miles de funcionarios de las administraciones autonómicas, regionales y municipales?, ¿Cuantos sobran?. Los esforzados políticos  que apoyan la huelga y sus esquiroles sindicales…»Pague y venga mañana».               

 

 

EPÍLOGO. LA pregunta está en la calle, tantos  ejércitos de soldados y jefes y para nada, cuando España está en uno de sus momentos más conflictivos desde que terminó el  régimen de Franco y ante la estafa del siglo que se encuadra en hechos canallas, como que se paguen sueldos espléndidos a los que buscan la ruina de 44 millones de españoles, que se les deje bailar lo que se les antoje y se atrevan a formar dos gobierno. Uno en el exilio y otro ilegal en el corazón de España. No nos extraña que habiendo crecido el número de delincuentes se necesiten más de treinta mil guardias civiles y policías  para controlar tanto  pillaje premiado. Efectivamente, estamos en el epicentro de un volcán incontrolado. Y encima se ríen de nosotros por miedo a un choque civil. Tenemos asumido que hay dos caminos. Restablecer la normalidad democrática enérgicamente o dejar que nos arrollen desde dentro y desde el exterior del terrorismo político. Lo del Mar Menor, es otro caso de pirómanos llamados funcionarios, pero aquí no caen políticos de las alturas que han venido gobernando la Comunidad Autónoma desde el pucherazo del 23 de setiembre de 1993 que preparó Aznar dando ordenes de Valcárcel. Señor Fiscal, no se quede corto, presagiamos que se saben más cosas no aclaradas del todo, salvo  que el ex presidente murciano no se hubiera enterado de nada, algo altamente serio, con las leyes en las mano y la razón lógica. O es un error de una multitud de murcianos que no acaban de entender como se ha llegado tan lejos. ¿ O se perfila una prescripción bendecida desde las alturas con el desinterés de una Oposición fagocitada por sus altos y merecidos sueldos?
                       

 

 
 

J.J. CANO VERA