Fragmentación. Cada vez se escucha más esta palabra en boca de analistas y sociólogos. Aluden al mapa político que se empieza a dibujar en el horizonte de bastantes países europeos, también referido a España.

La irrupción de Ciudadanos y Podemos supuso el fin del bipartidismo. Pero con el paso del tiempo, el fenómeno lejos de remitir, se ha ido agudizando. De un tiempo a esta parte, formaciones algo más pequeñas que las dos anteriores han presentado sus credenciales y suscitan cada vez más interés.

Me vienen a la cabeza tres movimientos en alza: Vox, PACMA y el PJPE, el nuevo Partido de Jubilados y Pensionistas del que se habló este martes en ECD por primera vez y que ha creado bastante expectación.

Son proyectos políticos limitados, en recursos, militantes y planteamientos. Pero que cotizan al alza. Y si logran captar suficientes adhesiones, si consiguen calar entre un nicho de población suficientemente relevante (esto no es tan sencillo, todo hay que decirlo), nos encontraremos con un parlamento más fragmentado que nunca.

Eso tiene algunas ventajas importantes. La experiencia de las mayorías absolutas no han sido buenas en nuestro país. El ‘absolutismo’ democrático acaba generando rodillos, impunidad, atropellos e imposiciones. Todo poder necesita su equilibrio, su piedra de toque. Impide la autocomplacencia y el desprecio final al ciudadano.

También nos vendrá muy bien que el diálogo se establezca como herramienta imprescindible para la gestión de la cosa pública. Se acabaron los dogmatismos. Si no hay mayorías habrá que debatir. Los representantes de los ciudadanos van a tener que sentarse a hablar: deberán confrontar pareceres, ceder, negociar y pactar acuerdos. Eso es bueno.

Con todo, nos va a quedar una España un tanto ingobernable, pendiente quizás de la sensatez de tres o cuatro diputados.

De las pocas cosas positivas que trae consigo una mayoría es la estabilidad. Sobre ella se suele fundamentar, por ejemplo, el crecimiento económico, que demanda planes a medio o largo plazo, políticas de amplio espectro, reformas de fondo… que solo se suelen acometer cuando no faltan los apoyos.

Por eso, siendo algo higiénico ese rechazo a las victorias por goleada, habrá que tener presente el campo de minas hacia el que nos dirigimos.

 

 
FUENTE: ELCONFIDENCIALDIGITAL