El canciller alemán Willy Brandt (1913-1992) fue uno de los líderes de la Guerra Fría clave para la construcción de la Unión Europea tal como hoy se la conoce. Suya fue una iniciativa osada en su momento, la Ostpolitik, la apertura al bloque del Este, por la que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1971. Menos conocido es que su leyenda como estadista política europea comenzó a forjarse en el frente de Huesca, en 1937.

Para recordar y facilitar el estudio de este episodio, el Gobierno de Aragón, en colaboración con la Fundación Willy Brandt y la Fundación Friedrich Ebert, acaba de editar La causa de todos, un volumen en el que se recogen tres textos del que luego sería canciller socialdemócrata sobre su experiencia en España. Se trata de una breve crónica periodística desde el frente de Aragón para diarios noruegos y un par de informes para su partido de entonces, el SAP, por primera vez traducidos al castellano. Esta publicación se dio a conocer en un homenaje celebrado en Zaragoza el pasado 6 de julio, con motivo del 25 aniversario de la muerte del estadista y el 80 aniversario de su presencia en tierras aragonesas.

La crónica en la que narra el ataque a las puertas de Huesca – al igual que George Orwell, Brandt también se quedó con las ganas de tomarse un café en la capital altoaragonesa-, fechada en marzo, empieza en Barcelona: “Por doquier se veían vecinos, obreros y mujeres, muchachos y muchachas, que nos saludaban con el puño cerrado: sabían que se dirigían hacia el frente, tal vez hacia la muerte, para defender su causa, la nuestra, la de todos”.

Tras una primera escaramuza contra las tropas rebeldes apostadas en Huesca, pronto los milicianos del POUM van comprobar lo desigual de la batalla. “Los fascistas tienen más puntería: tienen mejor material y les sobra de todo”, escribe Brandt, que alude también a la superioridad aérea del enemigo gracias al apoyo extranjero. “Nos falta un ejército entrenado”, lamenta el joven alemán, que, aunque se felicita de contar entre sus camaradas con “hombres y mujeres extraordinarios”, reconoce que “no podemos hacer frente al enemigo con un terraplén de cuerpos”.

“Hasta la fecha, nos han faltado unidad y disciplina, sobre todo en las altas esferas”. Ya desde este primer acercamiento al conflicto español, Brandt adelantaba el que en sus posteriores informes políticos señala como el gran mal del bando republicano: la falta de un frente común en las izquierdas.

Influencia «determinante»

Apenas unas semanas después de oír silbar las balas a las puertas de Huesca, Brandt fue testigo de los Hechos de Mayo en Barcelona. La guerra abierta entre los comunistas y el POUM “fue determinante en su posterior visión política”, explica el historiador Víctor Lucea, coordinador del libro y asesor de presidencia del Gobierno de Aragón.

“A partir de su experiencia en España, Brandt tiene claro que los totalitarismos pueden venir tanto de izquierda como de derecha; es una visión que tendrá un peso capital en su evolución política en los años 50 y 60, luego determinante en la historia de Alemania y Europa”, afirma Lucea.

España siguió entre las preocupaciones de Brandt durante el resto de su carrera. Como líder del SPD, en los 70 dio su apoyo al PSOE y apadrinó a dos jóvenes promesas de la socialdemocracia española: Felipe González y Alfonso Guerra. Años después, González apoyaría la reunificación alemana tras la caída del Muro de Berlín.

En las conclusiones ante la asamblea del SAP, en julio de 1937, Brandt mostraba su desencanto con el devenir de la guerra en España: “A día de hoy, poco podemos hacer nosotros como socialistas revolucionarios alemanes”, dice a sus compañeros de partido. Pese a ello, el futuro Nobel de la Paz conmina a sus compañeros a mantenerse firmes: “Les prometimos a los camaradas españoles que nos esforzaríamos al máximo por aprender de la experiencia española de cara a nuestra propia lucha de liberación”.

FUENTE: ELDIARIO.ES