ANTONIO SALVADOR
El comisario jubilado José Manuel Villarejo defiende que las agendas que le intervino la Policía Nacional a finales del pasado año en su casa mientras él seguía en prisión preventiva son «diarios íntimos» con anotaciones autobiográficas para «desahogo mental» y pide al juez de la Audiencia Nacional que instruye la macrocausa en la que figura como principal imputado que excluya estos documentos del procedimiento.
Se trata de 13 cuadernos de gran tamaño en los que el antiguo agente encubierto anotó los encuentros que mantuvo con numerosas personas, los asuntos de los que habló y las impresiones de su interlocutor, abarcando un periodo temporal de nueve años (de 2007 a 2016). Las menciones que aparecen en dichas libretas han sido determinantes en la decisión del instructor de llamar a declarar como imputados a María Dolores de Cospedal y a su esposo en la pieza separada -conocida como Kitchen– en la que se investiga si el Ministerio del Interior puso en marcha una operación «parapolicial» para robarle al ex tesorero del PP Luis Bárcenas la documentación comprometedora que guardaba.
En un escrito fechado este martes, al que ha tenido acceso El Independiente, la defensa de Villarejo expone que la forma y el contenido de dichos blocs le otorgan a éstos la naturaleza de «diario íntimo y personal», al tiempo que insiste en que se redactaron para ser leídos «única y exclusivamente» por su autor. Ello, insiste, descarta el «conocimiento de terceros».
«Los 13 documentos se corresponden con diarios personales e íntimos que van mucho más allá de meras agendas de trabajo, como se pretenden definir, siendo éstas sencillamente unos cuadernos guías sobre las actividades a realizar como recordatorio, separadas por días, semanas o meses, lo que es muy diferente a un diario», razona el abogado Antonio José García Cabrera. Éste recuerda que el «gran tamaño de los cuadernos-diario intervenidos» tampoco es propio de una agenda, pensada para llevarse consigo y poder realizar «anotaciones inmediatas».
«Un ‘diario personal o diario íntimo’ no es sino una suerte de autobiografía de menor calado, donde se escriben pensamientos con la sola finalidad de su posterior lectura privada y constituyen sólo un espacio para expresar sentimientos, pensamientos y reflexiones a modo de catarsis y/o desahogo mental. Constan en ellos meditaciones o hechos pasados, recientes e incluso futuros que afectan al autor, que derivan a veces en reflexiones de la mente de cierta profundidad a modo de expectativas y/o cualesquiera otros condicionantes», añade el abogado en el escrito.
«Su propio yo»
Según la defensa, el comisario jubilado dejaba constancia en esas libretas de los hechos más relevantes de su vida diaria, «de ahí que utilizara modalidades de expresión diversas, argumentativas, coloquiales, descriptivas, expositivas y/o de todo tipo, al surgir espontáneamente y consecuencia de su propio yo interior al escribirlo».
José Manuel Villarejo se queja de que, pese al carácter «privado» de las libretas, están siendo continuas las «filtraciones» a los medios de comunicación de su contenido -«entresacando frases y citas convenientemente descontextualizadas», subraya- desde que se dio acceso a las partes personadas en el procedimiento. Es por ello por lo que su abogado solicita al titular del Juzgado Central de Instrucción 6 de la Audiencia Nacional que adopte medidas para «proteger la intimidad personal y familiar» de su representado.
Los 13 documentos se corresponden con diarios personales e íntimos que van más allá de meras agendas de trabajo», sostiene Villarejo en su escrito
En concreto, el letrado considera que estos documentos deben ser excluidos «de la publicidad procesal» y devueltos a su propietario, una vez que su contenido ya ha sido digitalizado por el letrado de la Administración de Justicia. En caso de no aceptar esta petición, reclama una copia escaneada de los cuadernos por ser su contenido «de interés» para la defensa. «O son datos íntimos y personales sin interés para el proceso o de lo contario son sus propias anotaciones personales y, por lo tanto, debe poder tener copia de las mismas», indica el letrado.
Las anotaciones contenidas en los cuadernos intervenidos a Villarejo en su vivienda madrileña el pasado 20 de octubre se han convertido ya en indicios incriminatorios -caso de las imputaciones de María Dolores de Cospedal e Ignacio López del Hierro– y pueden ayudar a esclarecer hechos que se investigan en las piezas separadas en que se ha ido desgajando el sumario del caso Tándem. Otras fuentes consultadas por este periódico, sin embargo, llaman la atención sobre la «inventiva» del policía y restan credibilidad al contenido de los citados documentos.
En paralelo, el comisario ya retirado dice en su escrito haber comprobado «con estupor» en el propio juzgado cómo algunas de las partes «accedían, consultaban y tomaban nota» de las notas de inteligencia que él elaboró por operativos en los que él intervino tras reincorporarse al servicio activo en 1993 después de una excedencia de una década, a pesar de que ese material documental constituye «secreto de estado». De ello, asegura, «advirtió» al letrado de la Administración de Justicia.
Al servicio de la seguridad del Estado
En este sentido, Villarejo sostiene que si dichas notas de inteligencia están afectadas por la legislación en materia de secretos oficiales -como ha reconocido el gabinete técnico de la Dirección General de la Policía en un informe fechado el pasado 2 de febrero- es porque están redactadas «por un agente al servicio de la seguridad del Estado», lo que le choca con el hecho de que el juzgado haya reclamado «con insistencia» las autorizaciones que tenía para «ejercer como detective privado».
El reproche que formulan el juez, la Fiscalía Anticorrupción y las acusaciones populares es que el comisario compaginara su condición de funcionario con el ejercicio de la actividad privada al frente de un grupo empresarial que prestó servicios de inteligencia para grandes empresas -entre ellas varias cotizadas del Ibex 35 como el BBVA, Iberdrola, Repsol y La Caixa- sin haber solicitado la preceptiva compatibilidad. A ello se suma que ninguna de las 29 compañías a las que se le vincula «ha constado en el Registro Nacional de Seguridad Privada» del Ministerio del Interior, según ha certificado la Comisaría General de Seguridad Ciudadana.
Villarejo viene pidiendo sin éxito desde hace un año que se incorpore al procedimiento una copia de su expediente administrativo como funcionario del Cuerpo Nacional, lo que incluye la documentación que debió aportar en cada momento para tramitar los destinos y puestos de trabajo que mantuvo desde 1983. Ese año comenzó una excedencia voluntaria que se prolongó durante una década.
«Dr. Jekyll y el señor Hyde»
«Si no es por la importancia y seriedad del tema parecería propio de otro caso como el de la novela de Robert Luis Stevenson El extraño caso del Dr. Jekyll y el señor Hyde, como expresión de incompatibilidad argumental del mantenimiento de ambas circunstancias fácticas simultáneamente. Evidentemente ello es imposible pues o bien el Sr. Villarejo ha sido un agente de inteligencia al servicio de la seguridad de Estado y, consecuentemente, todo el material que le ha sido intervenido sea de naturaleza secreta o no lo ha sido y, en ese caso, ni sus trabajos ni sus informes pueden ser considerados como secretos», agrega.
Desde el inicio de la investigación, Villarejo viene manteniendo que sus superiores en la Policía Nacional no sólo conocían y autorizaron que ejerciera la actividad privada cuando estaba en activo en el Cuerpo sino que éste utilizó sus empresas para llevar a cabo operaciones, entre otras relativas a la banda terrorista ETA.