En el final de la campaña, los independentistas ya no hablan de derrotar al bloque del 155, sino de impedir que gane Ciudadanos . Ella baila sola, sí. Y no lo hace nada mal

 

Todo es extraño en esta campaña electoral. Por ejemplo, esa manía de elucubrar sobre combinaciones de gobierno antes de haber contado los votos. Algunos hablan demasiado del ‘postvoto’ y casi nada del voto.

El caso más notable es el de Iceta que, desde la lejanía de la cuarta posición, no duda en proclamarse único presidente viable, creando la categoría del voto especulativo. Seré presidente, viene a decir, no porque los ciudadanos me voten más, sino porque todos los demás se sabotearán entre sí y solo yo, con mi proverbial majeza, saldré vivo de la zapatiesta (lo que lo convierte objetivamente en promotor interesado del sabotaje múltiple).

Los analistas reconocen tres movimientos: eclosión de la participación, división del independentismo y concentración del voto constitucional en CsTodos los analistas reconocen tres movimientos en las últimas semanas, aunque haya diferencias sobre su interpretación y su intensidad:

Primero, los catalanes están más motivados que nunca para participar (especialmente los que no solían estarlo). Hay consenso en que, de confirmarse, ello equilibraría las fuerzas entre el bloque insurreccional y el constitucional.

Segundo, el independentismo gobernante duda y se divide. Se daba por hecho el relevo consentido de Convergencia por ERC en la hegemonía del nacionalismo, pero el “junts pel sí” ha desembocado en una balacera en la que se dirime a la vez quién mandará si ganan y quién cargará con la culpa si pierden.

Tercero, el voto constitucional se concentra en una de sus tres ramas, la que lidera Inés Arrimadas. Parece innegable que Ciudadanos y su candidata han sabido interpretar mejor que nadie el espíritu del 8 de octubre, el despertar de esa mitad de catalanes que quieren seguir siéndolo dentro de España y dentro de la ley.