Un reputado empresario catalán se lamentaba esta semana del “error” que suponía sacar a Inés Arrimadas de Barcelona, donde se ha erigido como principal dique de contención frente al independentismo, para llevarla a Madrid a un puesto gregario al de Albert Rivera.

“Habrá que comprobar si la apuesta ha merecido la pena. Si el tique de Ciudadanos para las generales obtiene sus réditos y compensa lo que se pueda perder en Cataluña, o si, como me temo, pasa a tener un papel secundario frente a Rivera, que es el líder y debe monopolizar las apariciones… A Arrimadas, como a la Virgen, la sacarán cuando haga falta que llueva”.

Estas palabras no son tanto un reproche a la líder de Ciudadanos como una excusa para poner negro sobre blanco esa sensación un tanto complaciente que se percibe en Cataluña.

El hecho de que el independentismo más radical de Puigdemont y Torra se haya desplomado, trayendo consigo una calma un tanto irreal, ha permitido que otro soberanismo, el posibilista, haya ido copando, ‘piano, piano’, instituciones económicas relevantes como la Fira de Barcelona o que ERC, tan independentista o más que JxCAT, sea percibido ahora como moderado.

La aparente permisibilidad ante esta situación no deja de producir recelo en una parte del constitucionalismo. Se teme que, con el paso del tiempo y el éxodo a Madrid de empresarios y bastiones antiindependentistas, lo anormal se convierta en normal y las declaraciones de Miquel Iceta sobre el 65% de apoyo social al secesionismo se vuelvan proféticas.

Los que critican la marcha de Arrimadas lo hacen igualmente por nostalgia, por eso de que ya no habrá más vueltas al ruedo en el Parlament ni más rifirrafes como el de Josep Costa:

—Señora Arrimadas, me parece que no vamos por buen camino.

—Perdone… Quien no va por buen camino es quien dice que somos bestias con forma humana. ¿Me va a quitar la palabra por recordar lo que el señor Torra ha dejado por escrito o cómo va?

Habida cuenta de este contexto, y de que en Cataluña está teniendo lugar la tormenta perfecta, esto es, la madre de todas las polarizaciones, con el debate territorial llevado al extremo, por un lado, y el debate ideológico azuzado por la ultraderecha y los anticapitalistas, por el otro, la pregunta resulta más que obvia: ¿ha acertado Inés Arrimadas dejando Cataluña para coger el puente aéreo e instalarse en Madrid?

En Ciudadanos no lo dudan: “Es la política mejor valorada de España. Arrimadas no es patrimonio de Ciudadanos sino un emblema del constitucionalismo. Compárala con los otros números dos en estas generales. Ponla frente a Carmen Calvo, frente a Teodoro García Egea, Pablo Echenique, Ortega-Smith. ¿A quién prefieren los españoles? Los españoles prefieren a Arrimadas. Debe estar en el Congreso”.

La irrupción de Vox en el mapa catalán, con un discurso altamente competitivo en torno a la unidad territorial, araña décimas a Ciudadanos

Pero el constitucionalismo, es verdad, se queda huérfano de uno de sus tótems en un momento clave para Cataluña. Es clave para esta comunidad, pues se espera que haya adelanto de elecciones para el otoño, una vez se conozca la sentencia del Tribunal Supremo, y lo es para la propia formación naranja, que está en tendencia bajista en intención de voto después del hito que supuso ganar los últimos comicios autonómicos.

Los números de Ciudadanos no conducen al optimismo. En los sondeos de las generales todavía se encuentran lejos del PP y en los de Cataluña están bajando.

Según la encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió de la Generalitat (CEO), el CIS catalán, ERC quedaría primero en las elecciones generales del 28 de abril en Cataluña, seguido del PSC, En Comú Podem y JxCAT. Ciudadanos estaría por detrás, en quinto lugar, con entre cinco y seis escaños. En última posición se situaría el Partido Popular, con solo dos escaños.

Tampoco parece que a Manuel Valls, el conejo que Albert Rivera se sacó de la chistera para tratar de asaltar el Ayuntamiento de Barcelona, le estén yendo mejor las cosas. Los últimos sondeos le sitúan lejos de la ‘pole position‘ y sin ya apenas opciones de alcaldía.

Por si estos fueran pocos nubarrones, la irrupción de Vox en el mapa catalán, con un discurso altamente competitivo en torno a la unidad territorial, amenaza con arañarles décimas de intención de voto. Vídeos como los de los CDR agrediendo a los asistentes al mitin de Abascal sirven para convertir las piedras lanzadas en papeletas para la formación verde.

La nominación de Cayetana Álvarez de Toledo como número uno del PP por la lista de Barcelona tampoco es baladí. Las críticas que la popular ha recibido de los partidos rivales por su porte envarado, ser aristócrata (marquesa de Casa Fuerte), pertenecer a la ‘derecha del garrote‘ y no hablar catalán, se convierten en una potente tarjeta de visita para unos votantes desafectos con la política de Mariano Rajoy. Mujer, conservadora y de línea dura, Álvarez de Toledo erosiona, en su medida, las aspiraciones electorales de Ciudadanos.

Lo que parece evidente es que estas elecciones van a ser unas elecciones de mujeres. Están siendo las protagonistas de la precampaña y parece que lo van a ser también de las tres semanas que faltan hasta las elecciones del 28 de abril. Según un informe de la consultora Kreab que toma como referencia datos históricos y los resultados de las distintas encuestas, de los 350 escaños que se reparten en las generales ya están claros 250 y solo 100 están por decidir. De estos 250 puestos seguros, casi la mitad, un 45%, son mujeres.

Este porcentaje supone un salto cualitativo frente a anteriores legislaturas. Por este motivo, El Confidencial organiza este lunes el encuentro ‘Del 8-M al 28-A: El debate de las políticas influyentes’, que contará con la presencia de Inés Arrimadas (Cs), de la ministra María Jesús Montero (PSOE), la politóloga y tertuliana Edurne Uriarte (PP), Irene Montero (Unidas Podemos) y Rocío Monasterio (Vox), un debate que girará en torno a cuestiones de actualidad y al papel de la mujer ante las urnas. Como diría Claire Underwood: “Es nuestro turno”.
 
 

FUENTE: ELCONFIDENCIAL