Hubo un día en que Endesa era líder del sector eléctrico español. Hoy, ya privatizada la empresa, muchos creen que el Estado español debería recuperar su titularidad para garantizar un precio justo por el recibo de la luz y reducir el grave problema de pobreza energética que padece nuestro país. Los hay quienes, como el sindicato UGT, consideran que la intervención estatal podría ayudar a relanzar la posición de Endesa en el mercado nacional con la entrada de capital español y con planes estratégicos que permitan a la dirección de la compañía mejorar su gestión, potenciar su política de inversiones y restablecer su proyección internacional.

Vivimos una ola de frío sin precedentes, la peor del último siglo, y miles de familias no pueden afrontar la abusiva factura de la luz. Sin embargo, en el Consejo de Administración de Enel no pasan frío. Allí, en aquellos despachos forrados en refinada madera de caoba, siempre se está calentito, a buen resguardo de las inclemencias climáticas, sin problema para darle un par de vueltas más al termostato de la calefacción. En la compañía italiana, que posee la mayoría del accionariado de Endesa −hoy privatizada por decisión de los gobiernos del PSOE y del PP−, la política de remuneraciones de altos ejecutivos nada tiene que ver con los sueldos de millones de familias españolas que ni siquiera pueden permitirse un poco de calor.

Según fuentes de UGT, entre el consejero delegado y el presidente de Enel suman una nada despreciable retribución anual de “más de 3,2 millones de euros (sin tener en cuenta otras retribuciones a largo plazo)”, unos salarios obscenos teniendo en cuenta la situación económica del país, acosado por la pandemia y en medio de una crisis económica galopante. En los despachos de Enel, y por consiguiente en los de Endesa, la matriz malvendida al clan energético italiano, los sueldazos son de escándalo mientras millones de hogares españoles carecen de una simple estufa porque la tarifa que estos señores nos endosan cada mes resulta inalcanzable, prohibitiva, insoportable. A esto se llama pobreza energética y sin duda tiene mucho que ver con la especulación bursátil, con el libre mercado descontrolado y voraz, con el negocio a manos llenas que están haciendo algunos a costa del sufrimiento humano. Con la estafa y el abuso, en fin.

UGT viene denunciando que los altos ejecutivos de la compañía italiana Enel están aprovechando no solo la situación desgraciada por la que atraviesa España para hacer caja, pingües beneficios, sino la lesiva reforma laboral española con la que Endesa ha suprimido derechos laborales de los trabajadores, “anteponiendo su objetivo” de incrementar su rentabilidad a la “negociación de la normativa laboral”. “Sin tener en cuenta que a pesar de la drástica reducción de plantilla en los últimos años, el esfuerzo de los trabajadores de Endesa es el que ha propiciado el incremento de los beneficios. Con una media de edad elevada de su plantilla, y la necesidad de un relevo generacional, la compañía tiene cada vez mayores dificultades para atraer talento y mantenerlo”, aseguran las fuentes sindicales.

Según informaba el periódico Cinco Días en su edición del pasado mes de abril, “el Gobierno italiano tenía previsto presentar la propuesta de renovación de Francesco Starace en el cargo de consejero delegado de la compañía pública Enel por un nuevo período de tres años. La propuesta, a iniciativa del Estado, que controla directa e indirectamente hasta un 70 por ciento de la energética matriz española Endesa, iba a ser ratificada en la junta general de accionistas de Enel que fue pospuesta al 14 de mayo debido a la crisis del coronavirus que ha azotado duramente a Italia.

Con un perfil más financiero que su antecesor, Fulvio Conti, quien protagonizó en 2007 la toma de control de Endesa en un turbulento proceso de opas, Starace segregó los negocios de la energética española en Latinoamérica, que traspasó al grupo matriz, según Cinco Días. Francesco Starace (Roma, 1955) es ingeniero nuclear por la Universidad Politécnica de Milán y se incorporó en el año 2000 a Enel, donde ocupó distintos cargos directivos, entre ellos el de consejero delegado de la filial de energías renovables Enel Green Power, creada en 2008. En junio de 2017 fue elegido presidente de la unión de empresas eléctricas europeas, Eurelectric, patronal europea del sector, es decir, el establishment energético mundial.

Al CEO de Enel, el señor Starace, habría que preguntarle si las retribuciones estratosféricas de los altos ejecutivos del grupo italiano les parecen adecuadas en un momento como este, cuando el precio de la luz se dispara y los españoles se mueren ateridos al no poder pagar la factura energética. Endesa hace ya tiempo que dejó de ser una empresa suministradora de un bien esencial para la vida, como es la energía y la luz, para convertirse en algo así como una entidad financiera, una consultora global que especula con el megavatio hora y con el invierno mortal en todas las Bolsas del mundo. A veces se piensa que el hambre es el primer indicador de la pobreza y el subdesarrollo, olvidando que el frío es todavía más lacerante y letal. Probablemente nada de todo esto le importe ni lo más mínimo a los señores de esmoquin que mueven los hilos de la energía jugando alegremente con nuestras vidas. Y es que esta gente tiene el corazón más helado que la borrasca Filomena.
 
 

FUENTE: DIARIO16