“En la política todo es priorizar. Si los independentistas priorizan el conflicto en lugar de la cooperación, entonces la legislatura está acabada, iremos a elecciones“. El presidente del Gobierno sorprendía con estas afirmaciones durante su intervención en el Foro Reuters de Nueva York el pasado 28 de septiembre. La sinceridad del planteamiento contrastaba con el argumentario del Gobierno y del PSOE cada vez que los periodistas preguntaban por la fecha de las elecciones: el objetivo es acabar la legislatura y convocar en 2020, repetían disciplinados.

Como era de prever, los herederos del procés han priorizado el conflicto, comprometiendo seriamente la duración de esta legislatura. A tenor de las reacciones por parte del independentismo, el “gesto” del Gobierno de Sánchez de eliminar el delito de rebelión en la acusación de la Abogacía del Estado, así como considerar la malversación como delito medial, reduciendo también su pena, no ha servido para que mantengan su apoyo parlamentario a Pedro Sánchez.

El propio presidente del Gobierno tenía previsto este escenario desde el martes, cuando puso en marcha un ‘plan b’ para intentar sacar adelante sus presupuestos. Ante el previsible rechazo de los diputados independentistas, a pesar del esfuerzo realizado por Pablo Iglesias para que sostengan al Ejecutivo socialista, Sánchez llamó a la puerta de Ciudadanos y del PP. Tanto en su discurso en la clausura del XXI Congreso de Empresa Familiar como en la sesión de control del miércoles, Sánchez invitó a Albert Rivera a recuperar el espíritu del acuerdo de investidura fallida que firmaron en 2016. Cerrada la opción de mantener el bloque de la moción de censura, Moncloa ha apelado a Cs y a PP a “pasar de pantalla” e iniciar nuevas alianzas. Sin ningún éxito.

 

 

FUENTE: ELINDEPENDIENTE