El Gobierno socialista no tendrá los 100 días de gracia de rigor. En el Congreso y en el Senado empezarán a sonar desde hoy mismo los tambores de guerra. El PP, Ciudadanos y, también acechante, Podemos, no están dispuestos a conceder una tregua. Pedro Sánchez ha tenido una semana de gloria. Y se acabó. «Llegó en 24 horas y debe rendir cuentas en 48». Este es el aviso. Los primeros mensajes de un equipo que, aseguran, «es más de campaña electoral que de Gobierno», han encendido las alarmas.
El conflicto entre dos legitimidades, la del Ejecutivo, que se sube al tren de la legislatura en marcha, y la del Legislativo, con una primera fuerza de oposición que saca una ventaja de 50 escaños al partido que sostiene al Gobierno, está servida.
Los populares, pese a su problema sucesorio que concentra muchos esfuerzos, mantienen un retén potente en el Congreso que reforzarán aún más para ejercer la labor de oposición. «Hemos dejado de tener las manos atadas», avisan desde la dirección del grupo, anticipando la dureza de lo que está por venir. Sáenz de Santamaría, Ayllón, Montoro y Báñez -el grupo afín a la ex vicepresidenta- se sumarán a la batalla ya sin la contención que exige formar parte del Gabinete.
Ciudadanos hará lo propio. Albert Rivera, José Manuel Villegas y Miguel Gutiérrez han gestionado con habilidad un grupo que ha obtenido claros réditos parlamentarios. Ahora intensificarán el trabajo alentados por el deseo de no perder el ímpetu que hasta ayer le reconocían las encuestas. El desafío secesionista catalán sigue siendo para ellos un terreno abonado para hacer frente a un Gobierno en el que dicen no confiar.
En Podemos intentan recomponer la figura. Tras aplaudir con fervor el triunfo de Sánchez, han quedado marginados. Pronto han comprendido los de Iglesias que el socialista no se sentía comprometido con quienes apoyaron su moción de censura y le auparon a la Presidencia. Más aún, que desde La Moncloa manejará los hilos para achicarles el espacio. También la formación morada entrará en el combate so pena de ver cómo el Gobierno le arrebata sus banderas electorales. Estrecharán el cerco sobre Sánchez utilizando el poder que les da ser la única fuerza potente de izquierdas en la que puede buscar respaldo.
El análisis que se ha hecho en los cuarteles generales de los primeros pasos del Gobierno ha sido exhaustivo. En el PP recuerdan que se trata de un Ejecutivo que ha llegado a Moncloa sin programa. «Hubo censura pero no moción. A mitad de legislatura, con el tren a toda velocidad, se cambia el conductor», advierte el portavoz en la Comisión Constitucional, Francisco Martínez. Las políticas públicas están en marcha, los Presupuestos están hechos y eso «no se puede revertir sin riesgo de descarrilar», añade.
En el PP están decididos a seguir al milímetro, día a día, la marcha de todos los indicadores económicos. Si decaen habrá artillería contra el Gobierno; si se mantienen será la inercia de la herencia recibida. Hoy mismo, marcarán terreno en el debate de Presupuestos que comienza en el Senado y en el que la nueva ministra de Hacienda, María Jesús Montero, tendrá que defender «por responsabilidad» las cuentas elaboradas y negociadas por Montoro.
Los populares dan por hecho que no habrá grandes iniciativas legislativas ni se tumbarán las reformas en vigor -más allá de levantar vetos y retirar algún recurso en el TC-, porque las mayorías parlamentarias no han cambiado y el Gobierno tiene que centrarse en los compromisos más inmediatos: el techo de gasto, la elaboración de las cuentas del Estado para 2019, la ronda para sopesar las posibilidades de una reforma de la financiación autonómica…
Y en paralelo responder al control férreo e inmediato al que pretende someterle la oposición. «Igual que han llegado en 24 horas, tendrán que rendir cuentas ante el Congreso en 48», afirman desde el PP, donde ya anticipan que exigirán la celebración, como estaba previsto, del Debate sobre el estado de la Nación. «Esta no es la XIII legislatura; no ha habido elecciones y la nación sigue existiendo. Es más adecuado que nunca testar la situación del país», afirma el portavoz constitucional.
Pese a que pronostican pocos éxitos del Gobierno en la Cámara, califican de «inquietantes y confusos» los primeros mensajes que han goteado los ministros y, aunque dicen «querer creer» que los acuerdos alcanzados entre Rajoy y Sánchez sobre el conflicto catalán se mantendrán, las tomas de posición del Ejecutivo y, en particular, de la nueva titular de Política Territorial, Meritxell Batet, les resultan «muy preocupantes».
Esta apreciación es compartida por el secretario general de Cs, José Manuel Villegas. El partido de Rivera está decidido a seguir reclamando la convocatoria de elecciones, más aún cuando los primeros pronunciamientos de los ministros sugieren un alargamiento de los plazos cuando no el agotamiento de la legislatura.
«Debe darse la palabra a los españoles para tener un Gobierno fuerte y legitimado y no débil y con hipotecas», explica el secretario general. «El Gobierno se ha vendido bien, pero no tiene un plan; qué va a hacer y con quién». Este es el análisis de Villegas, para quien lo más preocupante es la posición que empieza a dibujarse respecto a Cataluña.
La inquietud ha prendido en la formación naranja tras escuchar a Batet decir que impulsará una reforma constitucional para encajar las aspiraciones catalanas.
Una reforma imposible sin el acuerdo, al menos, del PP. Una reforma que prácticamente todos los comparecientes en la subcomisión de análisis del Estado Autonómico ven inviable dada la fragmentación parlamentaria. Una reforma que, tal y como la ha planteado la ministra, el PP y Cs califican de «frivolidad», «puro márketing».
«Si dejamos el modelo territorial y el problema secesionista en manos del PSC, vamos mal. Conocemos sus titubeos, dudas y vaivenes sobre el derecho de autodeterminación», advierte Villegas. Los de Rivera ya anuncian que urgirán a Sánchez a explicar su programa y sus compromisos con el independentismo.
FUENTE: ELMUNDO