ADOLFO FERNÁNDEZ AGUILAR
Desde hace años vengo anotando en mis libretas azules vivencias colectivas y recuerdos personales, reflexiones, perspectivas y logros comunes, con la intención de que queden retenidas y resuciten después pasado el tiempo. Esas libretas son como una caja de seguridad de la memoria. Existe en ellas una sección denominada Murcia que contiene lo relacionado con la ciudad y la Región, como sucesos históricos que he vivido personalmente durante el tránsito de la dictadura a la democracia, o lo que está ocurriendo ahora mismo.
Observo con pavor que en mis últimas libretas las páginas de Murcia quedan siempre en blanco, mientras que en el resto de apartados las palabras se desparraman hasta invadir los márgenes. Como no soy un autor costumbrista, añorante del panocho y las barracas, tengo poco que anotar. Tampoco soy urbanista, por lo que solo anoto breves observaciones sobre esta ciudad gigantesca que ha crecido sin atender lo que fue y vive de espaldas a la naturaleza. Así es que el epígrafe Murcia se ha ido debilitando, y sin embargo, ha propiciado la aparición de otros donde Murcia está muy presente según los temas.
Ese es el problema que detecto. Murcia ha perdido su propia identidad histórica. Es otra ciudad con un perfil homologable al de otras del resto del mundo, con características y carencias similares. La Murcia de mi adolescencia y juventud murió y dio paso a una ciudad nueva y distinta, donde la Torre de la Catedral como vigía, quizá sea el único vestigio que define y perpetúa aquella esencia murciana, desde donde se divisaba entonces aquella, “vega, divino tesoro,/ entre tus verdes maizales/ vibra como arpa de oro/ el manto de tus trigales“. Entonces era verdad, no una ensoñación poética.
Murcia fue en sí misma una ciudad jardín, un oasis vegetalmente lujurioso de frutas y flores, circundada por un inmenso bosque de huertos y plantaciones para la que yo inventé un eslogan que la definía y dio la vuelta al mundo: “Murcia, huerta de Europa”. Hoy no. Esa Murcia sucumbió víctima de la globalización, la explosión demográfica, la falta de agua y la especulación. Qué quieren que les diga, moriré siendo un sentimental que ve en la Murcia de hoy, la Murcia que no es. Al final, siempre llegamos al mismo dilema de siempre. Lo que tiene el progreso de construcción, también lo tiene de destrucción.
Desde hace más de treinta años la Región de Murcia permanece ensimismada y anclada en la indefinición de su proyecto, de su identidad. A veces vive la ficción de lo que fue como paraíso vegetal y lo escenifica, recreando una escenografía costumbrista en la que tampoco cree. Las más de las veces, con su lamento por la falta de agua o el lloroqueo público de la exigencia, sin plantear al mismo tiempo soluciones alternativas, ni investigaciones, o creación de nuevos sistemas de explotaciones y plantaciones más tecnificadas. Desaprovecharon el Instituto Euromediterráneo del Agua del Consejo de Europa que ofrecía un grandísimo paraguas internacional para alcanzar esa meta. Las instituciones europeas dieron todo su apoyo, la Fundación Areces, la UNESCO y el propio Gobierno español, entre otros. Nació para perfeccionar el buen uso y economía del agua y la creación de nuevos sistemas de hidrotecnia para todo el mundo. Todo el ingente esfuerzo fue inútil porque la comunidad con su desidia fraguó su muerte y el Consejo de Europa desistió. Estaban ensimismados entonces con la burbuja de la construcción a la que se dedicaron en cuerpo y alma, porque con el “Agua para todos” ya les bastaba.
Hoy tampoco existen proyectos colectivos de innovación, tendencias o diseño, puestos a andar con dinero público bien invertido emulando a otros existentes en distintos lugares europeos. Este artículo de ocasión mío de hoy no es una añoranza, ni un canto lírico, es una denuncia en toda regla contra los partidos políticos, en vísperas de las elecciones autonómicas. Recobren el sentido común solo por una vez en la vida y conciban su existencia como una política de unidad en un proyecto unitario que sume, enterrando sus excluyentes egoísmos partidistas. Déjense el papel mojado y estéril de sus programas irreales y engañosos y presenten iniciativas concretas, en qué plazo se ejecutarán, cómo se pagarán y destierren sus pronunciamientos. Si las próximas elecciones autonómicas son para lo mismo que las anteriores, la desafección política está garantizada.
Ahora mismo la Región de Murcia solo tiene francotiradores. Mientras que los partidos políticos prodigan su verborrea, en el mundo exterior, Arturo Pérez Reverte, Francisco Jarauta, Antonio López Pina, o Javier Díez de Revenga, entre otros francotiradores de la cultura o el pensamiento, deslumbran con su obra. También existen destellos individuales aislados de grandes empresarios que triunfan por sí mismos, como francotiradores, no nuevos sectores de productividad y riqueza como fue Molina de Segura. No nos engañemos, hoy ocupamos los últimos puestos de Europa en todo.
Los partidos políticos han bloqueado todo, han invadido las instituciones y las han patrimonializado. Asfixian todos los mecanismos del poder y las empresa públicas las han puesto en manos de sus mediocres militantes cuyos méritos principales son su carnet y su influencia en la cocinilla. Nunca seleccionarán a los mejores profesionales independientes procedentes de esos sectores, donde abundan.
Resumo lo que he querido decir mezclando pasado y presente. La perspectiva regional anterior es incomparable con esta de hoy, de igual forma que el tiempo y el paisaje de ayer también son irreversibles. Aun así, me resulta imposible renunciar a ese pasado provinciano, pletórico de identidad y definición, frente a este, desesperanzado y estéril; al espíritu y creatividad que existía y ahora no; al impulso y abundancia de personalidades murcianas que había en todos los ámbitos españoles, cuya interminable relación es imposible reproducir. Mientras que la forma de hacer política no cambie, o una nueva cascada de prohombres vuelvan a resucitar al margen de los partidos, ¿qué identidad o paraísos perdidos podremos recuperar? “Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible”, dijo Guerrita, el Califa del toreo.
Sois sin lugar a dudas los numeros 1 , le pese a quien le pese y le pique a quien le pique, no hay un digital en la Región como este que me haga seguiros varias veces al día, hasta entender el por qué de vuestra rica y variada «línea editorial» que no deja titere con cabeza ni noticia interesante sin tocar con vuestra altisima selección de artículos. Uabrazo y a seguir en la brecha y en la pomada. SI NO EXISTIERAIS HABRÍA QUE INVENTAROS.