El MACHISMO es uno de los instrumentos de guerra psicológica más sutil del feminismo populista inspirado en la teoría partisana de conspirar para dividir a la sociedad libre y humanista, raíz nutricia de la cvilización occidental y democrática, pero incapaz de reaccionar frente al salvaje tratamiento al que se somete a miles de millones de otros mundos medievales y tribales.( ANÁLISIS  DE JOSE JUAN CANO VERA ).

CARL SCHMITT en su «Teoría del partisano», el libro de cabecera de Pablo Iglesias, nos lo explica detalladamente pero de su lectura se capta ese mensaje destinado a romper la columna vertebral del mundo todavia civilizado. En ningun país europeo es tan fuerte la crispación.
España se ha convertido en un laboratorio de experiencias para combatir la violencia de género, lo que es necesario pero desde la equidad y la verdad, pero de ese laboratorio están saliendo unos virus que como el de la turismofobia han convertido verdades concretas en un campo de batalla fundamentadas en medias verdades, algunas reales y una cantidad generalizada de demagogia en un proceso ideológico que curiosamente no se está ensayando en los países latinos en los que el ejercicio del machismo cobra niveles exorbitantes como observamos en nuestro propio país español, en el que un cuarenta por ciento de los actos de violencia de género no son practicados por los varones españoles. Es más, segun datos fiables de la UNESCO y otras organizaciones del tipo O.N.G., informan que España es una de las naciones en la que mejor se respeta a las mujeres, y destacadamente en las familias. Es probable que las teorías de los nuevos redentores procedentes de la nueva izquierda, encaminadas a enturbiar la vida española, coincidiendo con la epidemia de la corrupción, haya aumentado esos casos violentos en las vidas de las parejas, matrimonios y compañeras sentimentales, que hábilmente mezclados han sido útiles para crear un clima de confrontación.
Pero esa violencia de género que está siendo manipulada por el radicalismo feminista y sus inspiradores, fuertemente financiada, se está mostrando a la sociedad como un aspecto unilateral falso y basado en teorías relativistas peligrosas. Recientemente, el Congreso de los Diputados en pleno, ha aprobado una serie de medidas económicas para ayudar a esas mujeres maltratadas que necesitan toda clase de ayudas humanas, éticas y económicas, pero se ha fabricado desde tesis meramente políticas y de una parcialidad ofensiva para los cientos de miles de hombres maltratados, marginados y amargados por la acción despiadada de sus mujeres, algunos llegando hasta el suicidio. La violencia de género, la otra, la que practica el llamado sexo débil, sin derramar sangre, derraman lágrimas y violencia familiar que repercute en los grandes sacrificados, las víctimas, los hijos, en numerosas ocasiones con la ayuda de jueces politizados iluminados por ideologías de bases fanáticas y arbitrarias que para nada ayudan a resolver un problema creciente, entre mujeres y varones sufridores. Sacrificados impunemente. Afortunadamente no me ocurre.
En esta nación nuestra estamos llegando a cotas tan demenciales y de perfiles bajos de cultura meramente humana como introducir el llamado sexismo, un término inquisitorial manejado sin sentido razonable en la vida diaria. Recientemente medio mundo se ha reido del feminismo populista español, cuando se exige que los deportistas vencedores en una prueba no sean besados por las azafatas que aparecen, alegres y graciosas, al final de una meta ciclista. Con esta tesis descabellada, el feminismo extremista, pedirá a los directores de cine que quede radicalmente prohibido, que los actores y las actrices se besuqueen con todo su sentimiento puesto en escenas memorables, porque forma parte de un sexismo despreciable que observamos en cantidad en los anuncios de publicidad de las televisiones, sea vendiendo condones perfumados, masturbadores o colonias que ponen a cien, a ellos y a ellas.
Nadie o muy pocos comprenden este puritanismo cuáquero o monacal, que cuando es roto por los curas, varones al fin y al cabo, nunca monjas, ponen el grito en el cielo. No comprendo los «líos» de faldas a barullo, y de braguetas, en la flora y fauna de la política institucional incluyendo el Parlamento, de las cloacas feministas de tertulianas que nos vapulean sin guardar las debidas composturas y se ponen a parir cuando un bello y hermoso varón, hace una de las suyas. Esta gente son intocables. Nada dicen las feministas radicales y sus inspiradores del derroche fecal de esos mundos que no dedican espacios a la educación política del pueblo. Claro que no, no interesa. no ganarian ni escaños, ni votos ni una imagen correcta. Críticas, todas. Soluciones, ninguna con ideas positivas. Han descendido de las categorias de sus primaveras, al crudo invierno del frío espiritual o al calor de las pasiones desmedidas, injsutificables, en las que los varones españoles somos hordas de salvajes medio morunos, y ellas practicando un victimísmo sobredimensionado siguiendo órdenes de sus mandos, nada ejemplares en sus vidas personales. No entendemos que sus teorías corrompidas sigan prosperando, pero no más allá de España. Es una desgracia añadida a la crisis española, la otra, la ética o moral. Una corrupción de alto grado conflictivo y parcial. Me da rubor, como varón demostrable, esposo, hijo y glorioso nieto que adoraba a mis abuelas. Puro fascismo sentimental, que éstos nefastos postulados se empeñan en difuminar sembrando odio y división experimental de un puritanismo hipócrita.

EPÍLOGO. -La actividad más inhumana por crueldad, inventada por nosotros los seres llamados racionales, es la tortura, FISICA Y MENTAL, las que más suena parcialmente. Leo que el genial Valle Inclán la llamaba la «verguenza biológica». Se practica fuera y dentro de nuestra nación, mujeres y hombres. Y por favor no fabulen más. Es otra forma de crueldad mental. Desprecio a los que solo miran por los ojos del egoismo personal, cómodamente instalados en sus despachos perfumados por el dinero fácil. Acabo de oir en una cadena de TV, que en los últimos años han sido torturados y asesinados millones de niños menores de catorce años. Y que los ancianos, se van al más allá con su soledad, maltratados y abandonados como perros somalíes. No me gusta este mundo, ese laberinto en donde no se llaman las crisis por sus nombres. Hay que mantener las nociones y llamar a los conflictos por su nombre. El feminismo mafioso son los blindados del populismo, como en Caracas y sus franquicias. 

COLECTIVO «OPINIÓN  PÚBLICA»