«Estábamos en el escaño y me llamó un periodista para preguntarme si habíamos pactado con Libertas. Al principio pensé que me estaba gastando una broma», rememora Antonio Robles. Han pasado diez años, pero el que fue uno de los tres primeros diputados de Ciudadanos en el Parlament lo recuerda con todo lujo de detalles porque aquel día le dejó una huella imborrable. «Como el periodista insistía, le pregunté a Rivera, que estaba sentado a mi lado. ¡Y me dijo que sí, con toda tranquilidad!», relata con expresión de sorpresa. «Esa misma noche anuncié que me marchaba».

Así recuerda Robles el día en que dos tercios del grupo de Ciudadanos dejaron solo a Albert Rivera. Era 15 de abril de 2009 y quedaba poco más de un mes para que comenzara la campaña de las europeas. Tanto Robles como José Domingo, los dos diputados que habían acompañado a Albert Rivera como diputados desde que Ciudadanos consiguiera representación en el Parlament catalán, eran totalmente ajenos a las conversaciones que Rivera mantenía, por medio del dueño de Intereconomía Julio Ariza, con el empresario Declan Ganley, que trataba de lanzar una coalición ultracatólica y antieuropea con el nombre de Libertas.

«Ciudadanos en principio no era un partido que se dejara seducir por una fuerza nacionalista extranjera de dudoso europeísmo, se definía como claramente laico en el terreno identitario y religioso. Ahora vamos de la mano de personas y entidades que ponen el énfasis en el hecho religioso», afirmaba Domingo entonces, en una entrevista en la web desaparecida de eldebat.cat.

Los dos diputados estaban atónitos con la operación que Rivera estaba lanzando y no se lo explicaban. «Me parece tan equivocada la decisión que no acabo de acertar que haya ninguna razón sólida», sostenía Domingo, que en la misma entrevista ya apuntaba a los rumores sobre la posible financiación extranjera de la campaña.

Los hechos sucedieron muy rápido. El miércoles 15 de abril los dos diputados de Ciudadanos que siempre se habían enmarcado en la corriente socialdemócrata se enteraron, atónitos, de que su partido concurría a las europeas en una coalición de extrema derecha llamada Libertas. El viernes, Albert Rivera presentó la coalición en Madrid. Iba junto a Miguel Durán, quien había dirigido la organización de invidentes ONCE y varios medios de comunicación relacionados con esta, y que en los últimos tiempos hacía carrera como colaborador de Intereconomía.

Durán desplazó como cabeza de lista a José Manuel Villegas, hoy secretario general de Ciudadanos y, entonces, el hombre que el partido había elegido como candidato, pero acabó yendo como número dos. En cuanto a Libertas, más allá de su vago ideario católico y contrario al Tratado de Lisboa, contra el que había hecho campaña, en España solo se conocía que era un proyecto político de Declan Ganley, un excéntrico empresario irlandés que trataba de expandirse por el continente. Pese a haber conseguido formar candidaturas en una docena de estados europeos, no consiguió representación en ninguno de ellos.

Por supuesto, en España tampoco. El fracaso de la apuesta de Rivera, cuya coalición no llegó a los 23.000 votos, fue estrepitoso. «Fue un movimiento desesperado», recuerda hoy Robles. «Rivera veía a UPyD en plena expansión y creía que le comería todo el terreno si Rosa Díez se presentaba a las europeas y él no. Así que se lanzó a los brazos de estos como podía haberse lanzado a los de otros, pero no era una cuestión de coincidencia política sino de poder. Rivera no tiene ideología», remacha el exdiputado.

A diferencia de Robles, Domingo ha preferido no hacer declaraciones a este diario. El fundador del partido se remite a las entrevistas y artículos que escribió en su día. Según refiere de forma escueta, no ha dicho nada en diez años y no lo va a hacer ahora, pero sigue pensando igual que entonces. Lo que opinaba está reflejado, por ejemplo, en el artículo De la Ley de Política Lingüística a la Ley de Educación de Cataluña (II), en el que Domingo hablaba sin ambages sobre «ensañamiento y demolición de los cimientos de mi partido».

El diputado cargaba además sin matices contra el proyecto de Libertas y proponía un pacto con UPyD. «En estos últimos meses, he venido reivindicando la necesidad de presentar una coalición electoral de los no nacionalistas y de los europeístas en España. Lógicamente, estaba pensando en formaciones más afines y no en estrafalarios proyectos de un millonario irlandés», aseguraba.

Tanto para Robles como para Domingo, la cuestión económica fue siempre uno de los pilares de su oposición frontal a la extrema derecha de Ganley. El 26 de abril El Mundo aseguraba que el empresario se había comprometido con Rivera a aportar «entre dos y tres millones para la campaña» española. «Nada de ese dinero llegó, fue una especie de estafa», asegura una fuente conocedora de los entresijos de aquella operación. Robles corrobora esta afirmación y asegura que, en 2010, Rivera le confesó que fue «el mayor error político de su vida».

La resurrección taurina de Rivera

Antes del pacto con Libertas, Ciudadanos ya se desangraba debido a la entrada paulatina de UPyD en Catalunya. La crisis en el seno del partido era cada vez más pronunciada y, esa primavera, varios grupos de militantes habían pasado del partido naranja al magenta. Pero las elecciones europeas acabaron de redondear la delicada situación de Rivera. En Catalunya, los de Rosa Díez doblaron con comodidad a Ciudadanos pese a su más bien nula implantación territorial.

A Rivera todos comenzaron a darle la espalda, primero la corriente socialdemócrata del partido, pero después también la más liberal. «Para entender lo que supuso aquello basta con decir que se pasó de 3.843 militantes antes de nuestra salida a cerca de 600 después», apunta Robles. El partido se desangraba, y medios y rivales daban por amortizado a Rivera, aquel joven que había entrado al Parlament por carambola y gracias a la audacia de desnudarse en el cartel electoral.

Pero Rivera estaba lejos de decir su última palabra. «Siempre ha sido un hombre muy seguro de sí mismo. Recuerdo lo que su entonces mujer me dijo un día: Albert nunca en su vida ha perdido», explica Robles. En verano de 2010 la situación política comenzó a subir de temperatura cuando, el 28 de junio, el Tribunal Constitucional hizo pública la esperada sentencia que recortaba varios artículos del Estatut. Dos semanas después se produciría la primera gran manifestación soberanista en respuesta a la decisión del tribunal, que llevó como lema «somos una nación, nosotros decidimos». El catalanismo entraba en ebullición y, con ello, también el constitucionalismo reaccionaba.

El líder de Ciudadanos aprovechó su presencia en el Parlament para maximizar su proyección pública y la ocasión de oro la encontró el 28 de julio de 2010, cuando al Parlament llegó la ley para prohibir la tauromaquia. La votación estuvo muy dividida y, de hecho, la mayoría de los diputados del PSC votaron contra la prohibición, así como todos los del PP y varios de CiU. Pero el discurso que resaltó por encima de todos fue el de Rivera, que dedicó buena parte de su intervención a hablar de antiespañolismo, vinculando la decisión sobre los toros a la manifestación.

En las elecciones de diciembre de ese año, Ciudadanos logró revalidar sus tres escaños y aumentar ligeramente sus votos pese a la crisis de Libertas. Rivera batió con creces a Robles, que se presentó por UPyD y no logró entrar. Junto al líder de Ciudadanos se sentaron Jordi Cañas y Carmen de Rivera. En la siguiente legislatura, cuando el independentismo se encendió en Catalunya, Rivera comenzaría a dispararse hasta convertir el partido en lo que es hoy.

La misma crisis en un partido muy diferente

Diez años después de todo aquello, ni Robles ni Domingo se han separado de los movimientos por la unidad de España, contra la inmersión lingüística o de la lucha contra el nacionalismo catalán. Domingo está hoy vinculado a la plataforma Impulso Ciudadano, que fundó precisamente en 2009 a raíz de su salida del partido, y que en los últimos tiempos se ha revitalizado debido a las desavenencias que ha habido en el seno de Sociedad Civil Catalana. Por su parte, Robles está hoy enmarcado en el partido Centro Izquierda De España, con actividad testimonial.

La crisis que ellos vivieron en 2009 por los pactos de Rivera con formaciones extremistas parece repetirse como una réplica en 2019 debido a los gobiernos conjuntos con Vox y al rechazo a permitir la investidura de Pedro Sánchez. Pero el pequeño partido que Robles y Domingo representaban en el Parlament se parece muy poco a la máquina política que hoy dirige Rivera. «El cálculo de Rivera no piensa en el partido sino en él» asegura Robles. «Es quedarse en la oposición para llegar a la Moncloa, si no es la próxima, la siguiente», apostilla.

El miedo que el exdiputado expresa ahora es semejante al que ambos políticos sintieron en 2009, cuando supieron del pacto con Libertas y la razón que les llevó a romper de forma inmediata con Ciudadanos. «Si por algo nació Cs fue para no ceder al chantaje nacionalista», asegura Robles, «y eso solo lo puedes hacer si la bisagra eres tú y no los nacionalistas». Por eso, en su opinión, la alianza con Vox o con Libertas tiene el mismo efecto pernicioso de invalidar a Ciudadanos como árbitro de la política española o catalana.

 
 

FUENTE: ELDIARIO