LOLA GARCÍA

 

Una concejala con sus reflexiones en los plenos del pasado jueves dio en el clavo, de manera consciente e inconsciente, de lo que es el ayuntamiento de Murcia, una institución gobernada desde hace más de un cuarto de siglo por el PP y que ha vivido una crisis de gobierno estas semanas por la pelea entre el PP y Cs.

La edil en sacarle los colores a la Administración local fue Ainhoa Sánchez, representante socialista que ha dado a luz hace un mes y que tuvo que asistir a las sesiones de manera presencial porque aún no se ha puesto el voto telemático. Y tuvo que hacerlo con su bebé, ya que el acuerdo alcanzado en el anterior mandato para el sufragio no presencial aún no se ha ejecutado. No es la única propuesta aprobada por la Corporación que no se ha llevado a efecto. Hay en el cajón decenas de ellas esperando a que PP y Cs le echen un ojo y comiencen a ponerlas en práctica. Casi trescientas, según los cálculos de los grupos municipales, salieron adelante hace años por mayoría absoluta, e incluso, por unanimidad (es decir con los votos también de los populares) sin que de momento haya visos de que sean realidad.

Esa poca efectividad por parte del Gobierno local y de la maquinaria burocrática administrativa lleva sin atajos a una cuestión fundamental y de gran calado para el futuro de la capital de la Región. ¿Será capaz el séptimo municipio de España de ejecutar el Plan de Reactivación tras el coronavirus aprobado el pasado jueves en pleno extraordinario si ni siquiera es capaz de sacar adelante la puesta en marcha el voto telemático, algo mucho más sencillo?

Este es el meollo de la cuestión de lo vivido en ese pleno extraordinario, cuya convocatoria casi hace saltar por los aires el pacto PP-Cs. Lo sustancial del asunto es que ese Plan de Reactivación no lleva partida presupuestaria asignada y se queda, sin duda, al libre albedrío de los dos gobiernos que hay en la Glorieta, a diferencia de otros aprobados por diferentes Ayuntamientos y hasta por las Comunidades autónomas, que sí cuentan con el presupuesto correspondiente. En la capital no está cuantificado debido a que los populares no quisieron ponerle ese apellido (el dinero), que es lo que da credibilidad a los proyectos y centra la acción de los gobiernos que deben reflejarlo en sus presupuestos (el del ayuntamiento de Murcia aún está por elaborarse).

Tampoco parece que a los de Mario Gómez les importara mucho ese detalle. Sin embargo, al que firmaron con PSOE y Podemos sí le asignaron los dineros, algo fundamental cuando se trata de poner en órbita iniciativas que saquen a los ciudadanos del pozo, como el aumento en el número de las becas comedor, que no querían ser incrementadas por parte de las populares y que casi da al traste con el acuerdo final. De hecho, el portavoz municipal de los socialistas, José Antonio Serrano, tuvo que ponerse serio y explicarle al alcalde capitalino, José Ballesta, sin intermediarios (las negociaciones para lograr el acuerdo se dejó en manos de otras personas), que esa era una de las líneas rojas de su grupo municipal.

Cerca de veinte millones costará ese Plan de Reactivación (tomando como referencia y teniendo en cuenta que muchas de las propuestas ya estaban cuantificadas en el Plan de Cs y los grupos de oposición), al que habrá que añadir el Plan de Pedanías y Barrios Periféricos tras la pandemia, que puede llegar a sumar otros catorce millones. Unas cifras astronómicas si se tiene en cuenta que el ayuntamiento de Murcia se ha mostrado incapaz desde hace lustros de gestionar el total de las inversiones previstas para un año corriente, que se han quedado con una pírrica ejecución cercana al 20%.

De hecho, el plan de pedanías cuyas obras se están inaugurando en estos momentos y que le están procurando unas cuantas fotos a los populares, con Ballesta a la cabeza, es el que se rubricó a mitad del pasado mandato gracias a un acuerdo con el que fuera portavoz de PSOE dimisionario, José Ignacio Gras, que abandonó su cargo, entre otros motivos, por discrepancias con la dirección regional de los socialistas.

Las juntas municipales pueden dar fe de los retrasos de sus proyectos, que se deslizan de un año a otro sin que haya preocupación alguna desde los despachos de los responsables políticos. Esos mismos que en el pleno pasado rechazaron una moción de Enrique Lorca, el edil socialista que pretendía que se creará un grupo de trabajo para hacer seguimiento a los acuerdos de pleno y, en especial, al Plan de Reactivación aprobado.

Muchas cosas tendrán que cambiar en la Glorieta para gestionar ese Plan de Reactivación dentro del gasto corriente y mucho tendrá que vigilar la oposición para que no hagan como con las casi trescientas mociones aprobadas. Es decir, meterlo en un cajón.Por nadie pase.