Que institucionalmente la «Cueva de las Gangas» está dormida por las huestes de «la mano que mece la cuna» lo demuestran los hechos no por frecuentes menos sintomáticos: son las voces del ayer más (GARCÍA) o menos ( VALERA) recientes las que sin pelos en la lengua chismorrean interesadamente sobre los insondables casos del Consistorio y opacos «tejemanejes»que trascienden endiablados. En la embriagadora morada sestean los populares que aparentemente gobiernan y aquellos que en la corta medida de sus posibilidades ejercen la labor de oposición; en el enrarecido ambiente de la corte nepotista persiste con temerosa expectación el feo asunto de Camposol.
 
UIDM y PSOE, advierten un poco tarde que las vertiginosas mezclas existentes entre políticos y empresarios no conducen a nada bueno. La Edil de Cs echa en falta, en cualquiera de los grupos que malgobiernan pervertidos, un verdadero proyecto de pueblo que ilusione a los ciudadanos y afronte con realismo las numerosas carencias que sufre el municipio. Ambos lamentos tienen fundamento, pero ambos chocan contra el espíritu del pasado que persiste convenido, simulando confrontaciones placenteras con mimbres tragicómicos y destinado a boicotear cualquier proyecto positivo para Mazarrón o giro vital.
 

 
No nos engañemos: los intereses del sector privado prevalecen sobre las necesidades o posibles remedios del sector público, como todos podemos ver actualmente con los caliginosos temas del AGUA, SERVICIOS O LIMPIEZA en juego por los repartos. El Antro Municipal ha sido y es el sustento primordial de una parasitaria clase política basada en el clientelísmo y la improductividad, con un déficit tremendo de grandeza intelectual o moral, totalmente adoctrinada y dirigida por los «lobbys» económicos.
 
Para que la política mazarronera mejore tendría que asimilar primero el concepto del bien común, que es tanto como pedirle peras al olmo, para acometer después una purga ineludible e incuestionable. Igual que cada día se pone a prueba o examina al emprendedor y al trabajador de cualquier empresa ante los clientes o jefes, que se se examine y controle también al político por la ciudadanía, y no solo mediante las urnas sino con un control exaustivo de transparencia que no permita más el oscurantismo y la corrupción existentes que hacen tambalearse el sistema democrático.
 

 
Ni Jiménez ni García o Valera, todos bajo el influjo del EFECTO MECEDORA, cuentan con la capacidad necesaria para ejercer el cargo que desempeñan o desempeñaron. No se trata ya de contrastar habilidades o virtudes encomiables entre ellos ni con otros dirigentes del pasado, si es que hubo alguno bueno, sino de enfrentarlos, siquiera simbólicamente, a otros dirigentes de localidades vecinas que nos dan verdadera envidia y sirven de referente regional. Los perentorios proyectos en mente de toda la población, languidecen en el olvido por la clara ausencia de materia gris, conciencia de clase y ganas de trabajar por su pueblo al que tanto aluden.     
 
Si el efímero mandato de García estuvo marcado por el ansia viva y las traiciones, los de Valera por los escándalos y las mociones de censura, el de la primera Regidora local está  señalado por la ocurrente inprovisación, una legislatura «a salto de mata» que empeora por momentos tirando al pasado sin intentar para nada revertirlo. Una legislatura inflamable, incendiaria y nociva para los ciudadanos, que desengañados y hartos de vividores políticos y sus «padrinos» que no paran de mecer, cuando miran al futuro no ven nada más que la plasmación de ese nuevo pasado.
 


 
 

RUBÉN GONZÁLEZ