TIRANDO DE HEMEROTECA PICANTE (22/05/2017)
ISAAC ROSA
¿El 15M del PSOE? ¿La victoria de la militancia sobre el aparato? Por favor, no me sean ingenuos. Les voy a revelar la verdadera historia oculta tras la victoria de Pedro Sánchez, el plan maléfico y brillante con que los poderes fácticos han rehabilitado un partido moribundo y recobrado la conexión con los votantes. Agárrense, que es una historia de miedo.
Verano de 2016. Reunión secreta a bordo de un lujoso velero en alta mar. Los participantes acuden en helicópteros y yates particulares, y aunque no me atrevo a dar nombres, había dos expresidentes de gobierno, una docena de barones y exbarones, la vieja guardia socialista al completo, varios invitados del PP, empresarios, banqueros, un par de obispos, un rey emérito, y Rubalcaba y Cebrián. Ya, dije que no iba a dar nombres, pero esos dos se dan siempre por supuestos.
Los conjurados coinciden en su preocupación por la situación del PSOE: «O espabilamos, o en un par de elecciones estaremos fuera de juego, por pura biología: los jóvenes no nos van a votar nunca». Discuten una refundación, alguien propone buscar un nuevo líder, pero cunde el desánimo.
Por suerte, han invitado a un prestigioso coach que toma la palabra, apoyado en un bonito powerpoint: «Ustedes lo que necesitan es un nuevo relato. Una historia que vender. Emocionante. Dramática. Épica. Ilusionante. Y como tenemos poco tiempo, les propongo un relato fácil: el rey destronado. El viejo cuento del rey bueno que es traicionado y desterrado hasta que, con el apoyo del pueblo, regresa y recupera el poder expulsando a los usurpadores».
Paso a paso, el experto detalla el plan: «Primero, echar al secretario general. De malas maneras, las peores posibles, para garantizarle simpatías como víctima. Segundo, entregar el gobierno al PP. ¿Se les ocurre algo que pueda enfadar más a sus militantes y votantes? Tercero, necesitamos un villano, o mejor una villana, que aparezca como representante del aparato y del sistema. Cuarto, unas primarias a las que el rey destronado concurrirá como outsider, apoyado en la gente. Ya tenemos el relato: el aparato contra la militancia, la élite contra el pueblo. Y por supuesto, gana el pueblo».
«Es imprescindible que lo más antipático del partido participe apoyando a la candidata mala, y que ésta se empeñe en ser torpe, mientras el candidato bueno gana apoyos. Ah, y que los medios de derecha colaboren demonizando a uno y elogiando a la otra. Cebrián, contamos con vuestros editoriales, no nos falles.»
Pues ya ven. El plan ha salido perfecto. El PSOE ha vuelto. Renovado. Más a la izquierda. Reconectado con militantes y votantes. Barriendo el pasado y mirando al futuro. Gente que ayer decía eso de «rompí mi carné, pero esto me ha devuelto la ilusión». Y todo con el mismo líder. El rey destronado al que adora el mismo pueblo que hace meses lo despreciaba.
Hasta aquí la teoría de la conspiración. Suena a cachondeo, pero les juro que he oído unas cuantas así desde el domingo. Gente que ve sospechoso que el mismo Pedro Sánchez que hace nada era aparatero y social-liberal, hoy sea rebelde y cante La Internacional. No puede ser. Tiene que haber una mano negra.
Pero no. Como dice el principio clásico, no atribuyas a la maldad lo que pueda ser explicado por la estupidez. Y una vez más, la conspiración más retorcida es más verosímil que tanta estupidez: cuesta creer que el PSOE oficial haya sido tan rematadamente estúpido en los últimos tiempos. Que hayan estado tan ciegos y sordos, tan desconectados de la calle, tan ignorantes de los cambios de fondo en la sociedad. Que no vieran venir lo que ha acabado ocurriendo. Que de verdad confiasen en Susana Díaz como solución. Pero así ha sido.
La buena noticia para el PSOE es que la estupidez a veces propicia carambolas, golpes de suerte. La victoria de Sánchez puede ser una de esas carambolas, un giro imprevisto que de pronto pone algo de viento de cola a un partido que llevaba años manoteando contra el vendaval. Es muy poco viento a favor, el vendaval sigue ahí, y además Sánchez ya ha demostrado ser una veleta. Pero habrá que ver si hay suficiente inteligencia colectiva ahí dentro para aprovechar la oportunidad del nuevo relato, o si insisten en la estupidez.