Queremos resolver el conflicto catalán? No creo que nadie se atreva a ofrecer una respuesta negativa, aunque el que siga estancado es para muchos una garantía cierta de rentabilidad electoral. O sea, de un sí pero no. O de un sí a cambio de que sea el otro el que ceda. Hay pocos que se atreven a elevar el problema a la categoría que realmente tiene, la de un dilema político de libro. Y los dilemas políticos no se resuelven sin costes y concesiones por ambas partes. Eso que siempre se refleja con la conocida metáfora de que para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos. La forma más sencilla de decirlo es, sin embargo, aquella de la que se valió Friedrich Nietzsche parafraseando a Maquiavelo: “El que quiere el fin debe querer los medios”.
Ha faltado claridad en las declaraciones, como el eufemismo de la “seguridad jurídica”, y el Gobierno no se vuelve de Cataluña habiendo conseguido una renuncia explícita de los independentistas a la vía unilateral. Pero es un primer paso. Es sabido que hoy la política se consume más en gestos y palabras que en medidas concretas. Y los del pasado viernes abren alguna vía a la esperanza. Primero, porque ha ratificado que, salvo excepciones, la violencia es hoy sobre todo verbal, hemos cambiado las pistolas por el smartphone, el odio se ha vehiculado hacia el ciberespacio. Y, en segundo lugar, porque algo ha comenzado a moverse: hemos empezado a poner los medios para alcanzar el fin. Ahora solo queda hablar de ellos, estudiarlos y fraguar consensos. Es decir, hacer una política responsable y dejarnos de retóricas vanas, ese pan electoral para hoy que nos conduce al hambre colectiva para mañana.
FUENTE: ELPAIS