Los medios informativos regionales nos hemos contagiado de la inercia informativa que genera el Gobierno Regional, los partidos políticos y la Asamblea Regional. LAS CAUSAS son especialmente de carácter psicológico por el cisma catalán que polariza la atención de los ciudadanos, dada la gravedad del desafío de un centenar de dirigentes extremistas que han conseguido dividir a aquella región en casi dos mitades, pero ello no es óbice para que la actividad de los políticos murcianos, el Gobierno y el Parlamento hayan entrado en un estado de levitación. Hemos entrado en un desarrollo de inercia activa porque el Gobierno de Miras, como los partidos antiguos y los nuevos andan en sus crisis permanentes, en sus luchas por el poder y en sus diferencias de intereses que no ideológicas. Es realmente inadmisible que Murcia y el resto de España llevemos ya dos largos años contemplando el parón legislativo, los proyectos arrumbados en los cajones del olvido y los problemas más graves sufriendo un parón inexplicable que no nos conduce a nada positivo. Las escenas en el Parlamento, en la Asamblea Regional, se reducen a batallas dialécticas de contenidos gaseosos cuyo juego básico ni es ingeniería parlamentaria ni política. No vale nada lo que proponga un partido Equis para que los otros lo tumben con una serie de sofismas dialécticos infantiles. Y al contrario. Ni el Gobierno construye pero menos la Oposición dedicada a derribar lo que se intenta levantar. Parece una región paralizada, inerme y aparcada que funciona gracias a la iniciativa privada y los particulares, al mundo empresarial y autónomos, los grandes perjudicados de nuestra sociedad. No se merecen los elevados sueldos que disfrutan por «desojar margaritas» de compadreo pueril y se observa en las televisiones y emisoras de radio pasando debates, tertulias y espectáculos políticos de vergüenza. La vida política y las ADMINISTRACIONES HAN ENTRADO EN PARO DE BRAZOS CAIDOS.
Pero hoy si vamos a recordar a nuestros gestores de nada una promesa que nos hicieron hace ya un año. Primero el pobre PAS que se creía un ser eterno. Luego los portavoces de todos los partidos y finalmente el joven león del PP que nos gobierna, convertido en un cachorro heredero de la gloria de sus antepasados en el Palacio de San Esteban. ¿Recuerdan que nos prometieron solemnemente que iban a eliminar ese atraco legal que se llama el Impuesto de Sucesiones y que con este paso se iba a reparar una injusticia, un cúmulo de injusticias tributarias que hasta la Unión Europea se llevaba las manos a la cabeza? A PARTIR DE ESTE AÑO PROXIMO.
Pues no nos digan que si, porque nos atacan las dudas. No tiene credibilidad la clase política murciana ni es fiable desde tiempos inmemoriables. Pero persisten en permanecer de espaldas a las necesidades de los ciudadanos. Difuminado ligeramente el feo asunto de la corrupción que tanto escándalo dió y la oposición juró terminar con ella, ahora la vemos calcada a la inercia de un Gobierno regional que necesita un revulsivo. Honradamente opinamos que el cargo le viene grande al presidente Miras, y que los grupos parlamentarios se han convertido en contertulios que discuten sobre el sexo de los ángeles. Simplemente se contentan con salir en los medios, a veces con simplezas, propuestas o quejas o informando que después de los cambios en el seno de los partidos, estos van a funcionar como el AVE que se viene inaugurando desde hace diez años. Siempre los últimos y a veces hasta nos salimos del mapa del Pupas panocho.
Inercia, ineficacia, broncas, vacío de poder y sobre todo pocas ganas de trabajar para favorecer a los que pagamos impuestos muy duros para que ustedes cobren y lo pasen bien. Hay excepciones, pero cuando alguien destaca, van a por él y lo marginan. Valores humanos y políticos, cero. Impuestos, pagamentas y multas de tráfico o tributarias a tropel. Murcia no se lo merece. ¡¡Ah y el Impuesto de Sucesiones a sacarlo ya, ahora que están en discusión los Presupuestos Regionales. No creemos que tengamos que tirar de hemeroteca o denunciar abusos que nos llegan de numerosos municipios. Hasta llegan algunos ayuntamientos a contratar empresas privadas para recaudar y para multar a conductores que se pasan de cuarenta por hora cuando hay una señal de treinta. Total cincuenta euros para las arcas, por ejemplo por Las Torres y su zona de influencia. Hemos llegado a convertir el Estado del Derecho en un negocio nada claro y poco limpio.