La gente que está parada
se muestra tan indignada,
que insulta, grita y rechaza
-con total resolución-
a banqueros y políticos,
mercaderes y ladrones
sin alma y sin corazón.
Ellos son los responsables
de tan perversa gestión,
porque hundieron las empresas,
los planes de promoción,
condenando al desamparo
a millones de operarios
que, con total ilusión,
trabajaron con empeño,
con esfuerzo y con tesón.
Al cielo clamando están
sus gritos y sus desplantes,
sus denuncias y sus quejas,
su abandono y sus carencias,
su rebelada postura,
sus dolorosas vivencias…
¡Que los bancos y banqueros,
mercaderes y otras gentes,
dejen de sangrar al “cliente”
para engordar sus carteras…!
¡Que se imponga la justicia
en esta España indefensa!
Y que los pobres disfruten
-mientras vivan en la tierra-
de una vida más holgada
-más sosegada y abierta-
sin amenaza de quiebra;
sin desahucios ni otras deudas,
que condenan a los hombres
a vivir en la miseria…
Y no olviden los señores
y “dueños” del capital,
que el jornal que han usurpado
a los hombres del trabajo,
a sus mujeres e hijos,
a sus amigos y deudos,
¡clamando está, con sus gritos,
hasta el mismísimo cielo…!