RAQUEL MARTOS
La asignatura que se ocupa del pensamiento desapareció, milagrosamente, por la gracia de Wert y su LOMCE, pero en el Congreso de los Diputados la filosofía nunca ha dejado de estar presente, algunos pensadores se sientan en sus escaños en postura rodinesca y cuando abren la boca nos dejan perlas como esta:
«¡Ustedes tienen a las prostitutas desconcertadas!».
El discurso de Dolors Montserrat del pasado miércoles en la sesión de control al Gobierno pasará a la historia como un momento inolvidable. Al oírla recordé a un filósofo oriental, Confucio, pero en la versión de Miss Panamá 2009:
«Confucio fue uno de los que inventó la confusión».
Es que la filosofía tiene tanto peso en nuestras vidas que podríamos clasificar a todos los políticos, y a nosotros mismos, en las distintas escuelas filosóficas.
Pablo Casado, por ejemplo, se convirtió esta semana en el Shopenhauer de Génova, el filósofo pesimista, cuando habló del acuerdo para los Presupuestos Generales entre el Gobierno y Podemos:
«Esta es la base, el pilar de la nueva recesión en España».
En el otro lado, Pedro Sánchez, el estoico. Ya le pueden dimitir ministros, sacarle de la fila en Zarzuela o achucharle con los Presupuestos Generales, que Pedro sigue tan pancho. A Sánchez le pasa por encima el huracán Michael y él ni se despeina. El pasado lunes, tras su reunión con el presidente, García Page dejó esta sentencia:
«Si alguien pensaba que Pedro Sánchez era débil, en el PSOE salimos de eso ya bastante escarmentados, permítame que lo diga».
En la escuela del pragmatismo de Dewey o James, esta semana estaría la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que nos dejó la frase tranquilizadora sobre el posible reajuste en los Presupuestos:
«Son 1.200 millones, chiqui, eso es poco».
Aunque también podríamos encuadrar sus afirmaciones en la categoría de autoayuda de Allen Carr:
«Pasarse en un Presupuesto es fácil»… (como dejar de fumar, si sabes cómo.)
En la escuela de los cínicos, Juan Cotino. Procesado por corrupción, esta semana fue invitado por José Manuel Pérez Pérez, subdirector del Gabinete Técnico de la Policía –que ya ha sido destituido–, a presentar un libro sobre ética. ¡Quién mejor que él para hablar de ética! A continuación, una de las reflexiones de Cotino:
«Puedo haber metido la mano, lo he dicho mil veces, pero nunca la pata. Perdón, lo he dicho al revés… Ahhhh».
Y entre los epicúreos, aquellos que buscan la vida feliz mediante la ataraxia o ausencia de turbación, Mariano Rajoy. Le entrevistó un grupo de estudiantes del SEK en Ecuador y dijo:
«Pues en mi vida actual, la verdad es que soy muy feliz . (…) Ahora, estoy mejor. También he tenido la suerte de que he salido del Gobierno el 1 de junio (…) La verdad es que me encuentro bien, sereno, tranquilo y he aprendido que hay vida en muchos sitios, lo cual es importante».
Todos nosotros, no solo los políticos, pertenecemos, aunque no lo hagamos con intención, a una o a varias escuelas filosóficas. Yo, por ejemplo, soy muy variable, si me fijo en la marcha del mundo, me pongo existencialista perdida, pero si me fijo en los afectos y en esas otras cosas pequeñas que le dan sabor a la vida, como el jamón o los saltos de mi perra Betty, me sale el epicureísmo por los poros.
Sin duda, una de las noticias luminosas de la semana es la vuelta de la filosofía a las aulas de Bachillerato, aunque quizás los afortunados, aquellos que representan el futuro de nuestro país, no sean conscientes ahora de la importancia de este hecho. Sería bueno que les transmitiéramos que van a recuperar algo imprescindible para sus vidas, algo mucho más valioso que el último smartphone que sale al mercado.
El conocimiento del pensamiento de aquellos que dedicaron su vida a hacerlo en profundidad es la mejor herramienta para elaborar el propio, para aprender a pensar. Esta es una noticia como para brindar por ella. Beber para olvidar a Wert. Muy fan.