LAS PLAGAS QUE AZOTAN A LOS ESPAÑOLES, SE EVAPORAN 24.600 MILLONES.                       

 

«No es el riesgo de fuga, de todos ellos, lo que más preocupa a los españoles, sino el riesgo a que se queden». (M.Alcántara).

 

CRONICA DE JOSE JUAN CANO VERA.- Un diario de alcance nacional, y escasamente amarillo, sensacionalista, ofrecía ayer, a sus lectores, en Primera Página, unos titulares de escalofríos. 24.600 millones de pérdidas en la Bolsa por el «alud de mociones». Correcto, pero yo hubiera añadido los miles de millones robados, dilapidados o escondidos en los paraísos fiscales, siguiendo la sentencia evangélica de que el que «esté libre de pecado que arroje la primera piedra». En la Región sabemos mucho de la magia de los corruptos y los corruptores y la falta de memoria de sus altos dirigentes políticos que nos llevan gobernando más de veinte años, y el silencio de los que observan el dedo índice de los denunciantes y no la luz luminosa de la luna – ( leo que será el futuro vertedero de los terrícolas) – y sus transparencias infinitas a la espera de que salte el sol del Derecho y achicharre los brutales atropellos fraguados en la impunidad, la incompetencia y la permisividad de una sociedad que ha apostado por el pragmatismo, frío y calculador. La salida de la marathon corrupta.

 

En la larga marcha de la corrupción de siglos, a la carrera, no han incidido factores ideológicos, credos políticos y principios arrancados de los derechos humanos, sino un venenoso cóctel de mierda, codicia, avaricia y hedonismo en el que se ha dado un baño un pueblo mayoritariamente hambriento y sus líderes que han roto todas lineas rojas de la ejemplaridad, el respeto al prójimo y una Justicia inexistente cuyas leyes han salido de sus propios órganos de gobierno, utilizando los caminos, antes, y las autovías del dinero fácil, hoy, el cielo prometido al que se puede entrar a patadas o consensuando la rendición de valores morales. Una de esas líneas rojas como el Gran Cañón del Colorado, es el narcotráfico, segundo banquero mundial infiltrado entre la arterias más delicadas del globo, como ese estrecho de Gibraltar separado por catorce millas de mar y el infierno fiscal del Peñón británico.                         

 


 
He sido testigo, en rueda de prensa, en el parador de turismo de la Concha y Juaná, Marbella, de cómo el general De Gaulle, terminando sus Memorias, ex presidente de Francia, mostraba sus dudas ante la idea hispano -marroquí de construir un túnel bajo las aguas, quizás un puente: «Es una mala idea. Lo comento como militar». Los ingleses por otras razones menos limpias, tampoco apuestan por el proyecto invasor. Nunca jamás se ha vuelto sobre el negocio o macropelotazo de la casa real de Hassan II. Se ha catalogado el comercio de las drogas como la mayor potencia internacional-tras la venta de armas- dedicada a destruir los tres grandes Sistemas que controlan a los ocho mil millones de seres humanos en permanentes guerras, calientes o frías.

 

La crisis española que da la cara muestra cuatro plagas financiadas crecidas a la sombra de las selvas de las mafias de las burbujas inmobiliarias y el narcotráfico de cien rostros. El golpe catalán del separatismo y el empresariado del dinero negro, que no ha huido, que se mantiene a todo trance saturando el tejido económico de cuarenta grandes familias hasta ahora intocables aunque lo parezca. Los otros dos mundos de la delincuencia oficial y privada, la llamada de cuello blanco, seguro que operan en España, la séptima nación en venta armas y por último la guerra sin cuartel de la energía, llámese petróleo o nuclear. No nos cansaremos de repetir que nuestro país es objetivo estratégico preferente para ser combatido y abrir una gigantesca brecha de penetración hacia el corazón de Europa. Un serio problema porque apenas se mantiene en pie el Estado y sus frágiles autonomías, coladeros de todo lo peor que está y está aterrizando.

 

En estos doce últimos meses, y con mayor fuerza desde el pasado uno de octubre, se constata hasta qué punto en nuestro gran país, autodestructivo por imperativo partitocrático y sus élites, se ha venido diluyendo. El Reino de España, su Estado administrativo y económico social y el Estado del Derecho donde se dan casos del creciente número de agresiones fisicas y verbales a militares y agentes de las diversas policías. Demasiadas e instrumentalizadas al menos en tres comunidades autónomas. Un peligro en carne viva. Han aumentado las actitudes y acciones de violencias de todo tipo, y no solo de género, sino más allá de la propia vida familiar que las drogas extreman, todo ello reflejo inadmisible de la crispación y las ambiciones patológicas de la clase política que en esta última semana nos ofrecen escenas de espectáculos obscenos, igualando a Italia, que nos llegan por las televisiones y sus sórdidas tertulias de mercaderes vendiéndonos residuos de contenedores  o hemiciclos parlamentarios vacíos. Estamos alimentando a unas gentes que ni nos sirven ni nos resuelven el día a día. Natulmente, se frotan las manos quienes han encendido la mecha a unos metros del polvorín. Pues bien, que nos manden un Berlusconi bipolar o un presidente norcoreano jugando a las bombas termonucleares con el compadre Trump o a un Maduro para que nos levante un paraíso como el suyo.Y que trasladen a Rajoy a Portugal para que aprenda lo bien que lo hacen los hermanos portugueses. ¡¡Chapucerooooos!!                     

 

 

 

J. J. CANO VERA