Las andanzas de los comisarios de Policía José Manuel Villarejo y Carlos Salamanca eran de sobra conocidas en el mundo policial y fuera de éste. Según testimonios de gente conocida y compañeros de profesión, su tren de vida no iba acorde con sus ingresos como funcionarios públicos. Pero nadie les había puesto el “cascabel al gato”.
Villarejo por su control de las conocidas como ‘cloacas del Estado’ y Salamanca, por sus tejemanejes durante su etapa como comisario del aeropuerto de Barajas (Madrid) habían tenido problemas previos con la Justicia pero la cúpula policial y del Ministerio del Interior hasta ahora les había amparado. Probablemente nunca se imaginaron que un ex espía y uno de los empresarios que les pagaron durante años sus caprichos millonarios fueran los artífices de que les echaran el lazo.
El primero en entrar en escena fue el ex agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y de la propia Policía, David R. Vidal. Recabó todas las pruebas sobre cuentas en Panamá a través de las cuales los comisarios habrían cobrado por servicios prestados. Según tuvieron conocimiento los investigadores, y ha podido saber La Vanguardia, este hombre que trabajó durante años para el servicio de inteligencia español y colaboró con la Comisaría General de Extranjería de la Policía, puso en conocimiento de un comisario general en verano de 2016 el nombre de las tres sociedades con cuentas en Panamá presuntamente vinculadas a Villarejo, hombre que en los últimos tiempos se había convertido en un enemigo del propio CNI mientras seguía manejando las “cloacas” del Estado.
Un soplo a Villarejo
Este colaborador de la Policía pensó que desde el ‘cuerpo’ se actuaría contra Villarejo y su socio, pero se equivocó de interlocutor. Seis meses después y sin ninguna noticia, descubrió que las tres sociedades panameñas habían sido cerradas. Villarejo pudo haber recibido un soplo, según sospechan los investigadores. Así que optó por enviar una denuncia anónima a la Fiscalía Anticorrupción en abril de 2017, tal y como relata en una entrevista concedida a El Mundo. Y ya no se guardó en ningún cajón, como quedó posteriormente patente de la ‘Operación Tándem’ que llevó pocos meses después, en noviembre, a ordenar la detención de los dos comisarios y su ingreso en prisión por diversos delitos como organización criminal, blanqueo de capitales o cohecho.
El Ministerio Público se puso manos a la obra con la colaboración de la Guardia Civil. Sin embargo, la investigación finalmente cayó en manos de la unidad de Asuntos Internos de la Policía, que llevó con discreción todo el caso hasta sus detenciones, para evitar posibles fugas de información a estos dos mandos policiales con muchos tentáculos dentro y fuera de la Policía.
El “pagafantas” ‘derrotó’
Durante la investigación, los agentes encargados del caso dieron con uno de los empresarios que no había escatimado en regalos y dinero. Inicialmente conoció a Salamanca, quien le habría facilitado la entrada de diversos ciudadanos de Guinea Ecuatorial vinculados de alguna manera al Gobierno del país africano sin visado y sin control de lo que introducían en el país, como por ejemplo dinero sin declarar.
Tal y como consta en la instrucción, este empresario, también de origen ecuatoguineano, inicialmente se negó a reconocer los pagos a Salamanca pero finalmente asumió entregas de dinero en efectivo y demás dádivas. Durante años pagó todo lo que el comisario le pedía: un auténtico “pagafantas” tal y como él mismo se auto definió en sus declaraciones.
Pagos a discreción
Pagó viajes; pagó coches; pagó relojes; pagó comidas; y lo que hiciera falta. Había que ser generoso por los servicios prestados de su mano derecha dentro del aeropuerto. Fue Salamanca quien pone en contacto a este empresario con Villarejo, quien, al contrario que su compañero, habría llegado a utilizar malos modos y formas con aquel que pagaba a discreción, según fuentes conocedoras de las pesquisas policiales.
En el año 2012 un alto cargo del Gobierno de Guinea Ecuatorial necesita encargar un informe sobre uno de los hijos del presidente guineano Obiang, concretamente sobre Gabriel Mgaba Obiang Lima, para sacarle los “trapos sucios”, y por lo que Villarejo y sus socios podrían haberse desembolsado más de 5 millones de euros.
Tras varios logros de salir indemnes de otros procesos judiciales, los dos comisarios parecen haber perdido su ángel protector. Villarejo lleva más de cuatro meses en prisión y Salamanca consiguió su libertad la semana pasada pero bajo graves acusaciones de corrupción policial que tanto perjudican a la institución.
FUENTE: LAVANGUARDIA