LOLA GARCÍA

 

Los cuatro concejales de Ciudadanos no fallan en la votación, aunque hubo un ‘microsegundo’ de infarto, y el ya alcalde arranca con reivindicaciones ante el Gobierno regional

 

Si todo lo acontecido desde que se presentó la moción de censura, incluido el Pleno Extraordinario de ayer, fuera una película, sin duda, el Oscar sería para Ciudadanos, el antiguo socio de gobierno de los populares cuyo pacto con los socialistas y los podemitas ha acabado con casi seis mandatos del PP. El desenlace fue un nuevo alcalde, pero horas antes los de la formación naranja escribieron un nuevo capítulo manejando los tiempos, los silencios y las esperas.

Los cuatro concejales de Ciudadanos llegaron los últimos a la Glorieta, donde está la Casa Consistorial, escenificando la unión que desde el principio habían mostrado, aunque flotando como una nube sobre sus cabezas el recuerdo de lo que pasó en la Asamblea Regional donde la moción de censura dio paso a un nuevo gobierno popular con díscolos tanto de Cs como de Vox.

El líder municipal de la formación naranja, Mario Gómez, hizo unas discretas declaraciones ante la puerta del edificio municipal pero, sin embargo, no acudió al ‘canutazo’ que se suele hacer antes de los plenos (intervenciones de todos los grupos antes de comenzar la sesión), lo que provocó cierta incertidumbre sobre el sentido del voto de alguno de sus concejales.

Ya había pasado por los canutazos (hubo más de una veintena de medios acreditados) el portavoz de Podemos, Ginés Ruiz, uno de los más reivindicativos frente al antiguo gobierno y al entrante, así como el líder de Vox, José Ángel Antelo, que dejó el listón de las críticas en lo más alto. «No apoyaremos la moción. Somos un partido previsible y hasta aburrido. El PSOE es el partido más corrupto de Europa, que se gasta el dinero de los trabajadores en prostitución, cocaína y diferentes fiestas».

Corrían los minutos y Gómez no bajaba a la sala habilitada para la prensa y los canutazos. Los despachos de Ciudadanos, en la segunda planta, estaban cerrados a cal y canto con los cuatro concejales dentro, que hacía solo unas horas que habían llegado de Madrid, ciudad en la que decidieron recluirse ante las presiones que estaban recibiendo de círculos cercanos al PP. De hecho, hasta minutos antes del pleno hubo intentos de ciertos intermediarios para quebrar la voluntad naranja.

A las doce del mediodía, como estaba previsto, comenzó la sesión. El primero en intervenir fue el candidato, luego proclamado alcalde, José Antonio Serrano, que hizo un discurso duro, sin estridencias y poniendo sobre la mesa algunas de las cuestiones que han llevado a que se presente esta moción de censura: un plan de reactivación covid aprobado sin ejecutar y prácticas en la gestión de contratos que se están investigando por parte de la Policía Nacional y la Fiscalía. «Se ha revolcado por el lodo a este ayuntamiento. No todos somos iguales, no todos vendemos nuestra alma al diablo, no todos queremos permanecer en un sillón, no todos tenemos un precio», dijo de corrido y sin respirar. Una vez que cogió el bastón de mando, en declaraciones posteriores al pleno, se le notó aún más ‘empoderado’ y lanzó el primer órdago al Gobierno regional y al presidente Fernando López Miras, a quien reclamó, de entrada, más de 30 millones por los servicios que presta el Ayuntamiento de Murcia y que son competencia de la Comunidad Autónoma. Una senda reivindicativa que le puede llevar a convertirse en ‘la Ayuso’ (tal y como hace la presidenta de la Comunidad de Madrid ante el presidente Sánchez) de la Región.

El alcalde saliente, José Ballesta, hizo un discurso de despedida desde el primer momento de su alocución en la sesión plenaria presagiando que la moción de censura saldría adelante y tuvo que escuchar en boca de Gómez, el hasta ahora su socio de gobierno, un tenebroso relato sobre el año y medio que han estado coaligados. Desde el primer momento, la relación entre ambos grupos estuvo basada en la desconfianza, una actitud que provocó el descarrilamiento del Gobierno PP-Cs.

Especialmente dura fue la portavoz de los populares, Rebeca Pérez, a quien Ballesta le dedicó unos halagos («la tierna e incansable Rebeca», dijo). Pérez, que llamó «carroñeros» a los socialistas, se vistió en el papel de ‘poli mala’ un día más, ya que ha sido la más beligerante de la bancada popular desde que se presentara la moción de censura el 10 de marzo pasado. En comparecencias públicas y en redes sociales no ha ahorrado críticas, en especial al portavoz naranja.

Una vez escuchados los discursos, se procedió a la votación. La tensión era máxima. El secretario del Pleno, Antonio Marín, iba nombrando a los concejales por orden alfabético y no por partidos políticos. «Sí», «no». Dos monosílabos que en ese momento significaban todo. Le tocó el turno de contestar al primer edil de Cs, Pedro García Rex que se tomó unos ‘microsegundos’, que parecieron eternos para contestar, subiendo la tensión del salón de plenos. Su ‘sí’ resonó en el salón para que unos dejaran de sudar y otros, cerraran la última puerta a la esperanza. El resto de naranjas, por ese orden, Gómez, Juan Fernando Hernández y Francisca Pérez hizo lo propio. Tras el recuento: Serrano era proclamado alcalde. Los populares abandonaron el salón de plenos a la carrera prometiendo que volverían al Gobierno en las próximas elecciones. De momento, Serrano presidirá el segundo gobierno de coalición de los socialistas (José María Aroca gobernó coaligado con el PCE) y el cuarto en la historia del municipio de Murcia.