ANTONIO RODRÍGUEZ

 

Ciudadanos ha desaparecido del mapa electoral de la Comunidad de Madridpese a la buena campaña, sin errores, de su candidato, Edmundo Bal. Con el 88% de escrutinio, la formación naranja ha cosechado 112.000 votos, muy lejos de los 180.000 sufragios que le hubieran permitido seguir en la Asamblea regional. Apenas superaba el 3,5% de las papeletas.

Al final, la polarización de las últimas semanas y el seísmo de la moción de censura en Murcia han sido la roca de Sísifo para Ciudadanos. El resultado ha cumplido el vaticinio que apuntaban la mayoría de las encuestas prelectorales. No superó el «cinquillo raspado» al que Bal aludió hace una semana y tampoco se quedó cerca de ese umbral que le hubiera permitido seguir en la Asamblea de Madrid.

Este 4-M se recordará por ser el día en el que Ciudadanos se disolvió como un azucarillo allí donde estuvo a punto de gobernar hace dos años. En las generales de abril de 2019 fue la primera fuerza del centroderecha en la región y si bien luego en las autonómicas del 26-M cayó al tercer lugar, no quedó lejos del PP de Isabel Díaz Ayuso. Ignacio Aguado cosechó entonces 629.940 votos, el 19,4% de las papeletas, y un total de 26 escaños. Cifras muy alejadas de las que ha tenido este martes Bal.

Los últimos CIS de Tezanos ya fueron un síntoma de que al partido de Inés Arrimadas no le salían las cuentas pues la suma de los porcentajes (entre el 4,4% y 4,6%) más los indecisos que podían decantarse por Cs no eran suficientes para superar la barrera del 5%.

Fin a seis años en la Asamblea

La estrepitosa caída de apoyos naranjas pone fin a seis años de presencia de Cs en la Asamblea de Madrid. En 2015, la papeleta de Aguado absorbió buena parte del electorado centrista de Unión, Progreso y Democracia (UPyD) con 385.836 votos -el 12,5%– y 17 escaños, unos guarismos que le permitieron condicionar al Ejecutivo ‘popular’ de Cristina Cifuentes con el apoyo externo que ahora necesitará Isabel Díaz Ayuso de Vox.

Estos pésimos resultados son el cuarto revés contundente que recibe el partido naranja desde las generales del 10-N de hace un año y medio. En aquella cita electoral pasó de 57 a diez diputados y Albert Rivera tuvo que dejar la política. Luego llegaron en julio del año pasado las gallegas -en las que no logró ningún escaño- y las vascas, donde obtuvo dos representantes gracias a que el pacto con la fórmula PP+Cs les benefició notablemente.

En las catalanas del 14-F, Cs pasó de ser primera fuerza en Cataluña en diciembre de 2017 con 36 escaños a quedar séptima con seis representantes y un raquítico 5,5% de apoyos. Pero el golpe en Madrid ha sido aún más duro pues la desaparición deja tocado al partido.

La puntilla para Ciudadanos

El primer síntoma de que Ciudadanos estaba en el alambre fue la decisión de Bal de no dejar su escaño en el Congreso de los Diputados y la puntillase produjo con la defección del filósofo Fernando Savater, quien llevaba 15 años votando a UPyD y Cs, y que para estas elecciones se decantó por la papeleta del PP de Ayuso.

Entre medias ha estado el silencio sepulcral -y sospechoso- de Albert Rivera. Y la rehabilitación del eurodiputado ‘díscolo’ Javier Nart o el apoyo de Toni Roldán en el día de reflexión no fueron suficientes para que Ciudadanos levantase el vuelo.

Al ser preguntado por el futuro del partido cuando fue a votar, Bal subrayó que en la campaña se había demostrado «ilusión» y que Cs salía «reforzado» gracias a los «simpatizantes, afiliados y agrupaciones locales», pero en muchas de las carpas era difícil encontrar a viandantes que se parasen a apoyar al candidato naranja.

«La sensación que tengo es que este partido está muy vivo y es mas necesario que nunca. Hemos dado ejemplo de educación sin insultos. Va a salir un Ciudadanos reforzado mirando al futuro con nuestra presidenta, Inés Arrimadas«, aseguró Bal tras depositar el voto.

Por su parte, la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, se perfila como la nueva líder de Ciudadanos en la región tras la debacle de este martes. «Es el único partido que representa el sentido común», insistió ante los medios a la salida del colegio electoral, aunque deslizó un poso de amargura. «Pensábamos que íbamos a salir más fuertes pero unos meses después, la sociedad está dividida y no representan los valores de Madrid de tolerancia», se lamentó.

Arrimadas no escolta a Bal

En la rueda de prensa de la noche electoral, el candidato de Ciudadanos se ha quedado solo en el estrado con su equipo de campaña. Arrimadas no le ha escoltado en dicho trance, a diferencia del 14-F cuando se colocó al lado de Carlos Carrizosa en el dolor de la derrota.

Bal ha reconocido el mal resultado obtenido en estas elecciones, pero ha advertido que continuarán trabajando por el «proyecto de centro y concordia» y ha asegurado que Cs concurrirá a las elecciones de 2023 en la región y «se volverá al Gobierno«.

«Dentro de un año y medio habrá elecciones. Allí encontrarán a Cs otra vez con propuestas, otra vez con concordia y un mensaje de unión. No caeremos en el enfrentamiento y la polarización donde nos quieren llevar otros. Nos emplazamos para en un año y medio volver al Gobierno de Madrid», ha asegurado arropado por sus números dos y tres, Esther Ruiz y César Zafra, y la citada Villacís.