La coalición de gobierno PSOE-UIDM llegó para sumar ideas, apoyos y muchas ganas de tirar para adelante por posicionar nuestro municipio donde le corresponde. Miras y Campillo quieren empezar a ser distintos y lo intentan demostrar con hechos. Compartir con los compañeros de corporación que lo deseen proyectos ineludibles que se han venido defendiendo a lo largo de pasadas legislaturas, con propuestas e ideas que consideramos necesarias para que Mazarrón en general y cada una de sus pedanías en particular se conviertan en ese lugar que todos deseamos y en el que cada vecino tiene su protagonismo en propuestas y opiniones.
UIDM y PSOE procuran distinguirse con un ilusionante proyecto de futuro en el que todos y todas puedan participar. A partir de ahora serán diferentes, tanto en el modelo como en las formas, lo sustentan con palabras y con hechos en sus intervenciones. Todos aquellos que quieran conocer, de primera mano y sin interferencias, los objetivos que ambas formaciones tienen en mente llevar a la práctica en los próximos meses si los ciudadanos lo refrendan con su apoyo, vecinos, representantes municipales y políticos también. Bien por afinidad, bien por respeto o, simplemente, sintonizar con adversarios políticos, lo van a poder verificar.
El consenso debe sustentarse en aceptar el diagnóstico de todos, las modificaciones necesarias y apostar por ellas. Y aguantar el tipo si de verdad se cree en objetivos prioritarios: ”RECUPERACIÓN Y REESTRUCTURACIÓN DEL PEÑASCO, LIMPIEZA Y EVACUACIÓN DE ESTÉRILES MINEROS NOCIVOS, EL DESDOBLAMIENTO DE MAZARRÓN AL PUERTO…ETC..ETC..”. Vuelvo a la idea de consensuar e involucrar al contrario en un compromiso superior, que es hacer de estos objetivos el verdadero camino del cambio. Y si mientras tanto se consigue que la inmensa mayoría de la población haga de estas actuaciones ineludibles algo suyo y crea en ellas, mejor.
Sí, lo sabemos, algunos se echan manos a la cabeza y, si pudieran, los echarían a los leones mediáticos por querer abrir las puertas del consenso (tardío pero posible) a contrincantes de las distintas formaciones políticas. Con respecto a esto se me ocurre expresar que mientras unos pretenden ser y demostrar “diferencia” otros solo saben ser “más de lo mismo” o es que, tal vez, en sus planes no existe llegar a conciliar, escondiendo la idea de ser únicos, excluyendo a la mayoría y “gobernando entre bambalinas”, sin llegar a acuerdos y entendimientos…espero que no porque solo de pensarlo aterra un poco la idea.
Alcalde y Vicealcalde lo han podido comprobar, el liderazgo y la gestión en el “Antro Institucional” no son tarea fácil, se necesita empeño, aprendizaje constante y desarrollo personal para alcanzar buenos resultados. “Ningún hombre será un gran líder si quiere hacerlo todo él mismo, cuando tienes un equipo, debes ser capaz de confiar y delegar en ellos. La confianza es un vínculo que fortalece la relación de los equipos. La clave está en aprender cómo hacerlo con eficacia, honradez y “por las cosas bien hechas.”
POST SCRIPTUM: ”Dar ejemplo no es la principal manera de influenciar a los demás, es la única manera.”
COLECTIVO “EN CLAVE TRANSPARENTE”
La manoseada historia local, repetida cíclicamente nos da muestras de errores que, en forma de bucle, fatalmente se van repitiendo y cuyo triste desenlace pocos, o nadie, hacen nada para evitarlo. Siguiendo la máxima envenenada sobre la evolución de los regímenes políticos y la consecuencia del razonamiento ideológico partidista, parece que estamos ante la evolución natural de un régimen democrático, pero nunca más lejos. Esto es, en la demagogia y, si cabe, en la conversión en la actualidad de la política espectáculo, donde, como en un programa de variedades, se ven numerosos números circenses, donde, tras bonitos efectos, el sentido del mismo o las intenciones quedan ocultas tras un velo de la inanidad más absoluta.
El bucle retorna con el adorno posmoderno del mundo de la imagen y el “marketing”, donde la mariposa demagógica retornó y ha vuelto salir de su crisálida. Las corporaciones anteriores, que tanto anhelaron la cima del “poder”, han dado paso a generaciones desencantadas donde las alternativas al sistema clientelar parecen seducir a muchos sectores de población, desde el populismo a las alternativas fracasadas del pasado, o bien el interés puro y duro refleja que el espectáculo interesa cada vez a menos público. Pero a los actores no parece que les preocupe ver las butacas de los plenos vacías quizás sin, o con escaso, público y con un buen apuntador puedan seguir un guión de un modo más improvisado y, quien sabe, quizás más conveniente para ellos.
Alguien está haciendo mal las cosas y gobernando para unos pocos. Y tal vez, si me dejan, les criticaré en los medios y lo contaré a sus familias, tal vez ni eso.
O quizás desistiré, porque lo sabré inútil, cansado de insistir en algunas demandas, denuncias y reclamaciones que he soñado en mi «apartheid» domiciliario, soñando que otros cientos de ciudadanos se me habrán adelantado y las calles ya estarán abarrotadas. Pero no sé si desistiré de esa santa indignación que, ante lo inicuo, debe acompañar como un siamés al ser humano. El derecho al pataleo, qué menos.
Y palparé que mi vida laboral y económica es un callejón sin salida, pero, sobre todo, las de nuestros hijos, esa generación que se va a enterar de lo que es pagar el pato, tampoco volverá a ser la misma. Y que he salido de todo este cenagal más resentido, más escéptico, incapaz de ilusión política alguna, y menos con estos y con los otros, consciente de que lo que no tiene remedio, pues no tiene remedio. Más viejo, mucho más viejo y resignado que cuando comenzó este calvario que nos ha tocado vivir.
Desde luego, si acaba todo, habrá un mañana lleno de esperanza, en el que si aún me queda un poco de fe, tendré más claro a quién votar y clarísimo a quién definitivamente no votar. Llamaré a los viejos conocidos a los que aprecio para saber si están en buen estado, físico y sobre todo anímico, o han salido tan hechos polvo de la barbarie engendrada como uno mismo, cómo se van a rehacer, a replantear la vida en adelante.
Ese mañana, en el que nos dirán que podemos volver a ser como jamás fuimos, me repetiré, con nostalgia, que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y no lo sabíamos, estúpidos.
El ciudadano es el único que puede corregir con su voto los desafueros de los partidos políticos regidos por indocumentados y ególatras que asaltan el poder para perpetuarse en el mismo, sabiendo a ciencia cierta que intentarán ser votados de nuevo por electores acostumbrados a mirar hacia otro lado tapándose la nariz, cavilando con la billetera y venerando “la voz de sus amos”.
Esos ciudadanos que abundan en demasía por aquí, como los que no van a votar; ni se informan debidamente antes de hacerlo, y ni siquiera son capaces de dedicarle a Mazarrón un rato de su tiempo cada cuatro años yendo a votar, esos son los culpables de cuanto está pasando. Al ignorar el valor que tienen sus votos, amancebados, voluntariamente o no, están apoyando a líderes desatinados y agrupaciones sectarias de un signo u otro con idearios populistas extremos, y de ese modo suelen llegar al poder.