La Guardia Civil indaga si el crimen guarda relación con presuntas deudas contraídas a través de la compra de anabolizantes

 

A Arturo la muerte le sorprendió al volante de su Renault Mégane. El camino de este vecino de la pedanía murciana de Torreagüera, de 38 años, se vio bruscamente interrumpido ayer cuando salía del gimnasio Nature, en la barriada de El Bojal, en Beniaján, donde era frecuente verle cultivando sus músculos. Apenas a unos metros, en el Carril Márquez, un hombre, al parecer encapuchado, se acercó a la ventanilla de su coche y, de forma sorpresiva, le descerrajó tres disparos en la cabeza que acabaron con su vida en el acto. En ese momento, Arturo H.T., natural de Ibiza y padre de tres hijos pequeños, hablaba por teléfono con su esposa, que escuchó las detonaciones a través de la línea. «Me ha dicho ‘cariño, voy a comprar y ahora nos vemos’», clamaba a gritos la viuda, desconsolada tras conocer la muerte. «Luego he escuchado ‘pam, pam, pam’ y ya no me lo cogía».

La Guardia Civil trabajaba ayer contrarreloj para tratar de dar cuanto antes con el joven que acribilló a tiros a este vecino de Murcia. Los investigadores de la Policía Judicial, con el apoyo de la Policía Local, tomaron las calles de esta tranquila barriada en busca de cualquier pista sobre el brutal crimen y barrieron los alrededores de la zona, pegada a la sierra -en las estribaciones de El Valle-, en busca del homicida. Por el momento todas las hipótesis están abiertas, aunque, según informaron fuentes ligadas a la investigación, se indaga en las posibles deudas que el treintañero podría haber contraído con una red a través de la compra de anabolizantes.

Arturo H.T. hablaba por el móvil con su esposa cuando fue asesinado. «He escuchado ‘pam, pam, pam’ y luego ya no me lo cogía», explicó la mujer

Una testigo observó al supuesto homicida salir corriendo hacia el campo de fútbol de El Bojal

«He oído los tiros»

El asesino sorprendió a Arturo en un camino que este recorría habitualmente. Tal y como explicó Santiago García, amigo del fallecido, aunque residía junto a su familia en Torreagüera acudía habitualmente al gimnasio de El Bojal para mantenerse en forma. «Se iba a tomar dos años sabáticos para prepararse las oposiciones a la Policía Nacional», desveló. El alcalde pedáneo de Beniaján, Francisco Hernández, también sugirió, en declaraciones a Efe, que el autor del crimen debía de conocer los pasos de Arturo, porque lo aguardó a la salida del gimnasio, desde donde tenía previsto ir a un supermercado.

«Estaba en el garaje de mi casa y he oído los tiros», explicaba José Cánovas. «Me he acercado rápido al coche y allí lo he visto. Tenía tres tiros en la cabeza y sangraba por la boca». Este vecino de una vivienda cercana al lugar del asesinato fue el primero en dar la voz de alarma tras el suceso, en torno a las once y media de la mañana. En el momento del tiroteo, pasaba por el Carril Márquez, según ha podido saber este diario, una mujer que pudo observar al asesino, encapuchado, y cómo este salía corriendo de la zona en dirección al campo de fútbol de la localidad.

El Renault Mégane de la víctima quedó cruzado en mitad de la carretera, con la puerta abierta. El cuerpo ya sin vida de Arturo descansaba en el asiento del conductor con tres tiros en el cráneo. La Policía Nacional, a su llegada a la zona, comprobó que el hombre no tenía pulso, pero aún así llamó a una ambulancia. Los facultativos confirmaron que este vecino de Torreagüera había fallecido. Hasta la zona se desplazó un grupo del servicio de Criminalística de la Guardia Civil que inspeccionó la zona del tiroteo y que, según precisaron fuentes cercanas al caso, encontró varios casquillos en la calle.

El imponente despliegue de los investigadores era seguido de cerca por la familia de Arturo, que, entre gritos de dolor, maldecía su suerte. Su esposa, que tuvo que ser atendida por sanitarios dado su nerviosismo, relataba a sus allegados el contenido del último mensaje de WhatsApp que su esposo le había enviado, poco antes de su muerte: «Te querré siempre».

 

 

 

 

 

 

 

 

FUENTE: LAVERDAD