Donald Trump dijo algunas cosas horribles sobre las mujeres, pero ganó la presidencia de Estados Unidos porque, entre otros apoyos, contó con el voto de más de la mitad de las mujeres blancas. Jair Bolsonaro, el ultraderechista tropical, tampoco se quedó corto en misoginia y homofobia, pero, según algunas encuestas, el 50% de las brasileñas le dio su apoyo.

Y en las recientes elecciones andaluzas, y pese a que la izquierda presentaba como cabezas de lista a dos mujeres, PSOE y Adelante Andalucía cosecharon más votos entre los hombres que entre las mujeres. De hecho, más del 40% de los votantes de Vox fueron mujeres, y ello a pesar de que este partido de extrema derecha quiere suprimir las medidas contra la violencia de género, que sólo en 15 años ha provocado más víctimas mortales que cuatro décadas de terrorismo etarra.

El PSOE tiene ahora más apoyo entre los hombres, a diferencia de lo que ocurría entre el 2008 y el 2016

Los resultados de las elecciones (y sus correspondientes sondeos) revelan, por tanto, que el tradicional apoyo de las mujeres a los partidos de centroizquierda (que alcanzaron márgenes de hasta diez puntos sobre los hombres en el caso del Partido Demócrata de Estados Unidos) se diluye en los nuevos escenarios electorales. Es decir, las masivas protestas feministas contra Bolsonaro en Brasil o el rechazo multitudinario en España al trato penal dispensado a los miembros
de La Manada constituirían un cierto espejismo sobre la verdadera fisonomía ideológica del colectivo femenino.

Y aunque en las encuestas sobre violencia de género, el diagnóstico y el rechazo de sus diversos aspectos y expresiones es prácticamente unánime entre las mujeres (con porcentajes de coincidencias muy superiores a los que se registran entre los hombres), esa unanimi-dad no se traslada a la respuesta ideológica y electoral. Es decir, en el caso de las mujeres –como ocurre entre los hombres–, la ideología se sitúa por encima del género y condiciona de manera decisiva el sentido del voto.

Las mujeres se suelen ubicar más a la derecha en ideología, son más religiosas y prefieren la seguridad a la libertad

Esta conjetura parece verse reflejada en algunos de los indicadores que registran las encuestas del CIS sobre el actual Gobierno socialista de Pedro Sánchez, con una presencia récord de mujeres (que por primera vez superan el número de hombres en el Consejo de Ministros) y una apuesta muy vistosa por las políticas de igualdad. Pues bien, pese a esas características, las mujeres evalúan peor que los hombres el Gabinete de Sánchez, puntúan peor al presidente y reducen su apoyo al PSOE en paralelo al conjunto de la ciudadanía. Es más: en al menos la mitad de las encuestas realizadas desde julio pasado, el voto declarado de las mujeres al PSOE es incluso inferior al de los hombres (mientras que en el caso del PP ocurre lo contrario).

 

Análisis del voto de las mujeres de izquierdas

 

Este último dato contrasta, por ejemplo, con el apoyo que ha venido suscitando el PSOE entre las mujeres desde la presidencia del socialista Rodríguez Zapatero. En el 2008, por ejemplo, el voto femenino al Partido Socialista superó en tres puntos al masculino (mientras que el sufragio masculino al PP fue superior al femenino). Incluso en la derrota socialista del 2011 la ventaja del PSOE entre las mujeres alcanzó los cuatro puntos, y un margen similar se registró en el 2015. Finalmente, en el 2016 esa ventaja rozó los dos puntos y medio, aunque en aquellos comicios el PP también obtuvo más votos entre las mujeres. Sin embargo, si se atiende al resto de los indicadores, esta deriva no resulta tan sorprendente, ya que algunas magnitudes reflejan que no existe un claro sesgo progresista entre el electorado femenino.

Por ejemplo, de manera sistemática y aunque en magnitudes limitadas, las mujeres suelen situarse con frecuencia más a la derecha que los hombres en el eje ideológico. Asimismo, el porcentaje de mujeres que se declaran católicas es entre siete y diez puntos superior al de los hombres (lo que se refleja en una mucha mayor asistencia a los oficios religiosos). Y cuando se les plantean temas relativos a la libertad de costumbres, las mujeres suelen adoptar posiciones más conservadoras que los hombres. En el dilema entre libertad y seguridad, las mujeres se vienen situando casi siempre más cerca de la seguridad. Y ante una disyuntiva específica como la relativa a legalización de la marihuana, el porcentaje de mujeres que se muestra a favor se coloca más de 11 puntos por debajo del que se registra entre los hombres.

Las mujeres iban a ser la gran esperanza blanca de una izquierda en crisis, pero los sondeos parecen desmentir esa expectativa. De hecho, el apoyo de las mujeres viene siendo aún menor (de dos a cuatro puntos con respecto a los hombres) entre las formaciones que se sitúan más a la izquierda que el PSOE, como Unidos Podemos.

 

 

FUENTE: LAVANGUARDIA