Recurro a esta célebre frase que pronunció Dolores Ibárruri “Pasionaria” durante nuestra Guerra Civil, aunque sea originaria del líder revolucionario mexicano Emiliano Zapata, porque quizás sea la que mejor refleja lo que deseo transmitir al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, a través de esta reflexión.
Viene al hilo de la crisis abierta en los últimos días en el seno de nuestro gobierno de coalición entre sus dos socios, Podemos y PSOE.
Lo ocurrido con el diputado del primer grupo, Alberto Rodríguez, su confrontación con la Presidenta del Parlamento, Meritxe Batet, al retirarle el escaño de diputado, cediendo a las presiones que le llegaron de un Tribunal Supremo cada vez más ideologizado hacia su derecha,
También las últimas tensiones entre la ministra de trabajo, Yolanda Díaz y la de economía, Nadia Calviño, sobre la reforma laboral que impuso Mariano Rajoy, indican diferencias que dificultan su estabilidad.
En el segundo caso las presiones de Calviño representan el sentir de los poderes fácticos, tanto patronal como el sector más conservador de la UE.
Esa batalla entre las dos almas del gobierno, que de alguna manera representan las de la izquierda española, están haciendo mucho daño a la base social de ambos partidos para regocijo de la derecha, tanto política representada por PP y VOX, como la económica.
Nuevamente el cainismo histórico de esa izquierda puede poner en peligro, como acaba de ocurrir en Portugal, la posibilidad de gobernar con estabilidad en el tiempo.
Lo que se gana en las urnas se acaba perdiendo en luchas partidistas que en este caso tienen una base ideológica, destapando las contradicciones que existen en el seno del PSOE, que en su 40 congreso aclamó la referencia de Pedro Sánchez a la derogación laborar, confirmado posteriormente por Adriana Lastra y ahora olvidándolo está permitiendo a su ala más liberal tensar la situación.
¿Existen tras esta discrepancia un problema de egos entre Díaz y Calviño como señalan algunos medios? Puede ser, pero no es la razón fundamental, porque en esta batalla se está dilucidando la lucha entre esas almas.
Recurro a esta célebre frase que pronunció Dolores Ibárruri “Pasionaria” durante nuestra Guerra Civil, aunque sea originaria del líder revolucionario mexicano Emiliano Zapata, porque quizás sea la que mejor refleja lo que deseo transmitir al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, a través de esta reflexión.
Viene al hilo de la crisis abierta en los últimos días en el seno de nuestro gobierno de coalición entre sus dos socios, Podemos y PSOE.
Lo ocurrido con el diputado del primer grupo, Alberto Rodríguez, su confrontación con la Presidenta del Parlamento, Meritxe Batet, al retirarle el escaño de diputado, cediendo a las presiones que le llegaron de un Tribunal Supremo cada vez más ideologizado hacia su derecha,
También las últimas tensiones entre la ministra de trabajo, Yolanda Díaz y la de economía, Nadia Calviño, sobre la reforma laboral que impuso Mariano Rajoy, indican diferencias que dificultan su estabilidad.
En el segundo caso las presiones de Calviño representan el sentir de los poderes fácticos, tanto patronal como el sector más conservador de la UE.
Esa batalla entre las dos almas del gobierno, que de alguna manera representan las de la izquierda española, están haciendo mucho daño a la base social de ambos partidos para regocijo de la derecha, tanto política representada por PP y VOX, como la económica.
Nuevamente el cainismo histórico de esa izquierda puede poner en peligro, como acaba de ocurrir en Portugal, la posibilidad de gobernar con estabilidad en el tiempo.
Lo que se gana en las urnas se acaba perdiendo en luchas partidistas que en este caso tienen una base ideológica, destapando las contradicciones que existen en el seno del PSOE, que en su 40 congreso aclamó la referencia de Pedro Sánchez a la derogación laborar, confirmado posteriormente por Adriana Lastra y ahora olvidándolo está permitiendo a su ala más liberal tensar la situación.
¿Existen tras esta discrepancia un problema de egos entre Díaz y Calviño como señalan algunos medios? Puede ser, pero no es la razón fundamental, porque en esta batalla se está dilucidando la lucha entre esas almas.