En verano de 2023, Vox contará con la primera presidencia de un parlamento autonómico: el de la Región de Murcia. Las elecciones celebradas en mayo le permitirán, merced a la decena de diputados obtenidos en la Asamblea Regional, hablarle de tú a tú al PP.

Ambas formaciones rozarán la treintena de parlamentarios, lo que les otorgará una holgada mayoría para formar gobierno. Vox exigirá varias consejerías, a alguna de las cuales le introducirá su peculiar denominación. Y, por supuesto, la presidencia de la cámara legislativa.

La formación de Santiago Abascal, tras vivir una pasada legislatura convulsa, con el desgajamiento del grupo parlamentario y su división entre tres diputados díscolos, que cobraron protagonismo en 2021 con su freno la moción de censura de Ciudadanos y el PSOE, y uno fiel a la dirección nacional, no está dispuesta a que eso se repita.

Por ello esta vez se ha hilado fino a la hora de seleccionar a los candidatos. Aseguran que no quieren oportunistas que vengan a medrar y sí fieles a la causa. Además, los resultados obtenidos en muchos de los 45 municipios de la Región le conferirá potestad para decidir alcaldías. Y, en algún caso, hasta de ocuparlas.

Ciudadanos ha quedado con una representación residual en el parlamento regional. Su crédito durante la anterior legislatura se ha visto agotado y acelerada su descomposición con el fallido intento de desalojar al PP del ejecutivo autonómico. En los últimos tiempos, ante la zozobra y los vaivenes, muchos de sus principales baluartes han buscado acomodo mayoritariamente en las filas del PP, también alguno en Vox, incluso hay quien se ha aproximado al PSOE.

Este último partido, el más votado en las autonómicas de 2019, ha perdido fuelle desde los 17 diputados alcanzados entonces. Una izquierda que se desploma, fruto de sus errores de cálculo y una cierta inacción, a la que de poco le ha servido como escaparate presidir el principal ayuntamiento murciano desde marzo de 2021, si bien Podemos conserva sus dos parlamentarios.

La legislatura que se abre en el verano de 2023 en la Región de Murcia está claramente escorada a la derecha. Con un PP ganador otra vez de los comicios, pero con Vox como vencedor moral de los mismos, la comunidad murciana vuelve a primer plano nacional como teatro de operaciones políticas.

Los de Abascal están en posesión de reclamar cuanto quieran al PP y este parece estar dispuesto a concederles el cielo, si fuera preciso, con tal de sobrepasar las tres décadas en el poder. Ya está olvidada su afrenta de hace un par de años por haber dado entrada en el gobierno a uno de los miembros del trío expulsado del grupo parlamentario.

Los populares consiguieron modificar la Ley del Estatuto del Presidente que les legó Alberto Garre en 2014, no sin ciertas sudoraciones para atraer los votos precisos, y su candidato ha podido optar a una nueva legislatura, la tercera, por lo que no es cuestión de tirar por la borda lo que tanto ha costado cosechar.

En la sede de Vox, durante la noche electoral, se descorcharon unas cuantas botellas de cava nacional y se brindó por el éxito obtenido. Se sabían decisivos en el futuro de esta Región, donde ya fueron los más votados en las últimas elecciones generales, las de 2019, caso único en todas las autonomías del país.

Ahora su mirada está fijada en los puestos que ocuparán en la Administración autonómica y en los ayuntamientos, con la intención de abonar el terreno para asaltar definitivamente el Palacio de San Esteban en 2027 y dejar claro, de una vez por todas, quién es el que manda aquí.

Aclaremos que la prolepsis es una figura retórica que en literatura permite alterar la secuencia temporal de una historia, trasladando la acción al futuro. Y que no se me antoja tan descabellada su utilización en el contexto de este artículo, de acuerdo a los acontecimientos que estamos viviendo estos últimos días y sus consecuencias de cara a lo que pueda pasar en 2023.

Aunque muchos de estos vaticinios pueden verse reflejados antes en la comunidad madrileña, luego del anticipo electoral del 4 de mayo, decretado por su genuina presidenta, tras el seísmo político desatado este mes y con epicentro localizado en la corteza de esta Región.

Manuel Segura Verdu