FRANCISCO VALERO
23. Es la cifra clave. Ese es el número de votos que Ciudadanos y PSOE necesitan para que la moción de censura sea un éxito. 23 como mínimo. No puede haber una cantidad inferior. El reglamento de la Asamblea Regional deja muy claro que para sacar adelante una moción que desaloje al presidente basta con una mayoría absoluta en la Cámara. A priori, socialistas y naranjas lo tienen fácil: los 17 diputados del PSOE y los 6 parlamentarios de Ciudadanos dan para alcanzar la mayoría necesaria. Es más, el texto registrado el pasado miércoles –el texto que ha dinamitado la política de la Región de Murcia– recoge la firma estampada de los 23 diputados. No hay debate, pues. Pero en política nada es lo que parece hasta que se consuma. Nada es real hasta que no se vean las 23 manos alzadas a favor de derrocar al presidente López Miras. Y un ruido sordo empieza a crecer en la Región: la amenaza de posibles tránsfugas que hagan retener a los populares el Gobierno. Al fin y al cabo: el PP necesita reaccionar, necesita tomar alguna medida si no quiere perder el feudo que ha custodiado durante 26 años.
Un hecho alimenta las especulaciones: la presencia de Isabel Franco en el Gobierno regional. López Miras fulminó ipso facto a Ana Martínez Vidal y a José Gabriel Sánchez Torregrosauna vez destapada «la traición», pero, para sorpresa de muchos, no destituyó a la vicepresidenta de la Comunidad ni tampoco al titular de Empleo, Miguel Motas. También ordenó la salida de otros ochos altos cargos; entre ellos, la mano derecha de Vidal en el partido, María José Ros Olivo, secretaria de Organización. Sin embargo, Franco, la gran adversaria de Martínez Vidal en el seno de la formación naranja, se mantiene en su puesto en el Ejecutivo, e incluso asume las funciones que deja Sánchez Torregrosa en Transparencia. Y esa circunstancia ha generado suspicacias. ¿Por qué sigue en el Gobierno? ¿Por qué Miras no la cesa, tal y como ha hecho Ballesta con los concejales de Ciudadanos? El motivo oficial es que ni ella ni Motas forman parte de la ejecutiva naranja que orquestó la moción de censura -«que pergeñó el atraco», en palabras de Miras-.
Isabel Franco, por su parte, guarda silencio. Asistió este jueves al Consejo de Gobierno, el primero sin sus dos compañeros naranjas. Según Celdrán, no se habló de la moción de censura. La cuenta de Twitter de Franco permanece sin actualizar desde la tarde del martes. Su último movimiento fue un retuit al líder de Ciudadanos en Valencia, Toni Cantó, quien se quejaba de que «el PSOE ha impedido que se abra una comisión de investigación por la niñera de Irene Montero«. Es decir, repicaba una crítica al PSOE nacional formulada por un dirigente que ha pedido explicaciones a Arrimadas por no informar de la moción de censura. Pero ese mensaje de Cantó se lanzó antes de que se destapara la caja de los truenos en la Región. Franco también compartió un tuit de Edmundo Bal, que forma parte del círculo de Arrimadas.
Franco no sólo ha rivalizado con Martínez Vidal por liderar el partido -una batalla que perdió-, sino que además no hace mucho cuestionaba sus últimas decisiones y, al mismo tiempo, pedía respeto para Miras. «No podemos equivocarnos diciéndole al presidente lo que tiene que hacer, porque eso indica que no le respetamos», dijo en Onda Regional, en alusión a la remodelación de Gobierno que planteaba Martínez Vidal. Aquel día también sostuvo que su partido «tomó la decisión adecuada» al pactar con el PP en 2019. «Estamos gobernando con quien teníamos que estar gobernando en este momento, algo muy importante para dar estabilidad», aseguraba. Era el 19 de febrero. Y mucho ha cambiado desde entonces.
La dirección nacional presiona
¿Y el resto de diputados de Ciudadanos? Descartados -obviamente- Martínez Vidal y el portavoz parlamentario que presentó la moción, Juan José Molina, quedan Valle Miguélez(que fue secretaria de Organización), el presidente de la Cámara, Alberto Castillo, y el parlamentario de Alcantarilla Francisco Álvarez, un diputado muy vinculado a Isabel Franco. El diario Abc informaba de que los cuatro diputados han recibido presiones de la dirección nacional para que apoyen la moción. Ninguno de ellos ha insinuado una sola pista que empuje a pensar que puedan votar en contra. Todos han firmado el texto de la moción. Pero falta votarla.
Por su parte, el presidente López Miras, preguntado ante los periodistas, negaba haber lanzado la caña a contactos con Ciudadanos para neutralizar la moción de censura. «La han firmado todos los diputados de Cs y el PSOE», aseguraba Miras, resignado. «Y en Murcia se han hecho la foto». El líder del PP, de hecho, ya se ve en la oposición. «Estaré donde diga mi partido», manifestaba en Onda Cero.
El comodín de Podemos
En cualquier caso, Ciudadanos y PSOE cuentan con un as en la manga. Un comodín que pone las cosas aún más difícil al PP. Los votos de Podemos. El partido morado, integrado en el Grupo Mixto, cuenta con dos representantes en la Asamblea Regional. Y su líder, Javier Sánchez Serna, ya ha anunciado que votarán a favor de la moción de censura, tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento de Murcia. Son 25 votos en total. Pero 25 votos todavía sin ejecutarse. Y en política giros más extraños se han visto: el tamayazo, aquella votación de 2003 en la que dos socialistas madrileños impidieron la elección de su candidato –Rafael Simancas-, es una prueba de ello.