A cambio, el bloque de las tres derechas ha crecido, aunque resulta poco creíble el ascenso de Ciudadanos, en medio de polémicas internas y de un errático giro hacia nadie sabe dónde.
Quizá se trate de una bolsa de apoyos al Partido Popular que se niega a reconocer públicamente su voto, cuestión que solo abunda en malos datos para Sánchez. De la misma manera, resulta chocante que, después de haber visto todo lo que da de sí Abascal en la moción de censura y el fiasco que esta supuso, el CIS le otorgue a la extrema derecha un crecimiento de casi un punto.
Es probable que, en realidad, exista una reagrupación en torno a los dos partidos clásicos pero, de ser así, el más beneficiado sería Casado. Además, al gobierno le toca lidiar con dos asuntos importantes, el primero de índole política, las elecciones en Cataluña, el segundo, de origen económico, la crisis.
Los sondeos de los comicios catalanes apuntan a una holgada mayoría de ERC frente a sus actuales socios. La estrategia de Junqueras, de aspirar a mayorías contundentes de manera sostenida, ha tenido más éxito que la de Puigdemont, consistente en declarar unilateralmente la independencia con un voto más que los partidos no secesionistas, pero no olvidemos que, bajo tácticas diferentes, el objetivo es el mismo: la separación de Cataluña del resto de España.
ERC pactará el nuevo gobierno con JxCAT y la CUP y el PSC se contenta con ganar a Ciudadanos y al PP, algo así, Iceta lo calificaría de victoria histórica, seguramente mirando con los ojos húmedos una fotografía de Pedro Sánchez.
Cuando el PP se envolvió en el nacionalismo centralista, hizo crecer el independentismo en las urnas, el gobierno de coalición le ha legitimado y ayudado en las urnas catalanas.
El segundo combate que tiene que librar Sánchez es el del paro y el cierre de miles de empresas. Crisis, pandemia y paro dominan las preocupaciones de los ciudadanos y eso que lo peor aún no ha llegado.
Los dos próximos años van a ser durísimos para la economía y el gobierno no tiene las ideas demasiado claras sobre cómo afrontarlo, Iglesias está más preocupado por transmitir que él es el hombre de izquierdas del gobierno y Sánchez en liquidarlo.
Los presupuestos se han apoyado en las ayudas europeas, pero eso es coyuntural y a la sociedad española aún le duelen las heridas de la crisis del 2008, el umbral del dolor está por los suelos.
En España es ya una tradición que los presidentes de gobierno, a pesar de entrar por la puerta grande salgan mal de la política, no quiero ni pensar como saldrá Sánchez que entró a hurtadillas.