«Este país no conose su historia ni ha leído su literatura», «nuestra bandera constitucional es la que permite que cuatro zarrapastrosos se suenen en ella, la mancillen, la insulten y la menosprecie» o «jamás he conocido a nadie con unas ansias más grandes de dormir en La Moncloa» son algunas de las «perlas» recogidas en una entrevista al exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra por el diario El Mundo.
Sin embargo, el comienzo de la misma aclaraba al respecto que se trataba de»una entrevista ficticia inspirada en las declaraciones y la personalidad de los cargos públicos andaluces, a propósito de las elecciones autonómicas del 2 de diciembre». Es decir, que su contenido era todo fruto de la pura imaginación del autor.
A pesar de ello, el artículo comenzó a circular como la pólvora en las redes sociales. El motivo de tanto éxito puede responder a dos motivos: o bien a que parte de los lectores pasaron por alto la advertencia de la no originalidad del texto, o bien que el mismo se ceñía con tanta exactitud a la personalidad del entrevistado que a nadie importó aquel detalle, pues perfectamente podrían tratarse de sus palabras.
El alter ego de Guerra no se corta a la hora de hablar, ya sea para poner verde a Pedro Sánchez, líder de su partido, o atacar al independentismo y a la, en su opinión, pérdida de respeto hacia los símbolos nacionales – en referencia al sonado episodio del presentador Dani Mateo, que llegó a sonarse los mocos con la bandera española en televisión -.
Las declaraciones abarcan también el último rifirrafe de Rufián y Borrellen el Congreso de los Diputados, tras el cual el diputado de ERC fue expulsado del hemiciclo y uno de sus compañeros supuestamente escupió al ministro de Exteriores mientras abandonaba la sala.
«¿Ha visto a Rufián insultar a Borrell?», pregunta el entrevistador, a lo que un Guerra ficticio responde: «He visto algo peor: A Sánchez tratar de disculparlo. Yo no hubiera consentido jamás que un indigente intelectual de esa calaña hubiera insultado a uno solo de mis diputados».
Si bien el artículo no va más allá de la sátira y el ambiente jocoso, lo cierto es que el hermetismo y el cuidado que imponen la denominada «corrección política» a los miembros de los partidos y personalidades públicas hace difícil imaginarnos al verdadero Alfonso Guerra pronunciarse en tales términos en una entrevista.
FUENTE: ELESPAÑOL