Lo mismo tienen siete que diecisiete, al menos eso es lo que pudimos observar durante la pasada sesión del pleno de la corporación donde sus señorías continúan empecinadas en gastarse los dineros de la hucha municipal. Nada nuevo porque si tiramos de hemeroteca, como ya hemos dicho en alguna que otra ocasión, esto es algo que ya se nos avisó a principios de legislatura, incluyendo advertencia velada hacia los socios de gobierno a los que se les venía a decir, poco más o menos, que mientras cada uno pudiera hacer lo que quisiera sin que nadie metiera el hocico, que todo iría bien. Vamos, que si no ando equivocado, so pena de haber entendido mal, era todo un aviso a navegantes. Y a mi modo de ver, esto es algo que se está cumpliendo.

El caso es que, conforme iba transcurriendo la sesión y se iban escuchando esos argumentos que justificaban la extremada urgencia que motiva el hecho de echarle el diente a los fondos municipales, a mí me subía la sonrisilla floja. La verdad sea dicha, pocas voces fueron de verdad disonantes con ese extraño clima de cordialidad que parecía reinar, como si estuviéramos asistiendo a una representación en la que ya sabemos el final de la obra y a todos nos parece bien.

Después de ver en lo que nos vamos a gastar los dineros, y de oír cómo se nos decía que se traían al pleno menos millones de euros que la vez anterior porque no va a dar tiempo a gastarlos en lo que queda de año, a mí ya no me cabe duda. No sé ustedes, pero tal y como se oyó también esa mañana, en el plan de dejar el pueblo «que no lo va a reconocer ni la madre que lo parió», como decía Aznar con España, está claro que se van a acometer una cantidad ingente de cosas que, a mi modo de ver, de toda la vida de dios se han hecho dentro del Plan de Obras y Servicios y con el dinero que se tiene para ello, que también lo hay, porque viene todos los años.

Y no deja de ser más que sorprendente que estemos a nivel de calle en el punto donde estamos y pensando en la forma de gastarnos los millones, parece si no que el fin sea ese, gastárselos, en lo que sea, pero gastárselos. Aunque esto no deja de ser una opinión personal y una apreciación mía, ya después cada uno que se forme la suya. Me parece a mí, que esto es como las parcelas de Camposol que se enajenaron en tiempos de la Era Blaya, para disponer de fondo de caja. Lo que pasa es que entonces sí que se vio cómo se iba transformando el pueblo y, gustaran más o gustaran menos, se hicieron obras y se arreglaron calles, y se instalaron nuevas luminarias y por todo ello, Blaya pasó a ser el alcalde con el que más obras se habían hecho en Mazarrón en toda la democracia. Y ahí siguen.

Después de aquello… nada. Y mira que aquella gestión tuvo controversias y trasfondo dudoso, incluida la gestión de la plaza de abastos que los socialistas, en aquel entonces en la oposición, llegaron a peritar porque decían que la obra no valía lo que había costado. Un acto más simbólico que otra cosa porque después de aquello nunca más volvimos a saber. En fin, que ahora nos encontramos ante un nuevo desparrame de millones que va a servir… ¿exactamente para qué?.

Porque si vamos a hablar de necesidades que tiene Mazarrón les podría recordar la gestión chapucera que se hizo con la piscina cubierta del polideportivo municipal. Que viene a ser, en la humilde opinión de un servidor, el máximo exponente de lo que llegó a dar de sí la época del Cuatripartito, que tantos buenos frutos y tantas glorias dio al municipio y de cuya excelente gestión aún jalean jubilosos los vecinos por las calles dando gracias. Todo un ejemplo. En cualquier caso, después de tantas desastrosas gestiones Mazarrón no tiene a fecha de hoy ni un mercado de abastos municipal como dios manda, ni una piscina cubierta. En cuanto a este último tema, sería interesante que alguien saliera y nos contara la situación en la que se encuentra esa maravillosa obra que se dejó abandonada al olvido, para que nadie se acuerde del bochornoso espectáculo que supuso.

Está claro que a nivel de preparar el Mazarrón para el futuro «y más p´allá» somos los  primeros, lo que ocurre es que a mí me suena a cuando escuchábamos aquellas famosas palabras de «para hacer cosas por el pueblo», ¿se acuerdan?, muy enfáticas pero que al final solo se quedan en eso, en el énfasis. Hemos cambiado las luces de cuatro farolas y, tal y como sí se llegó a denunciar en el pleno, apenas nos da para poco más. Y esto es algo que ya hemos señalado desde esta columna de opinión, porque con media docena de personas en los servicios municipales poco vamos «a hacer por el pueblo». Está claro que el interés estriba en la obra grande, en los muchos dineros, hay que construir nuevas infraestructuras a toda costa y, si Puerto de Mazarrón no tiene urgencias, no pasa nada. Se programa una manifestación a Murcia y asunto terminado. Y así, con todo lo demás igual.

 

 

Editorial “LA VOZ DE MAZARRÓN”