ADOLFO FERNÁNDEZ AGUILAR
Vivimos en una España estresada desde que algunos de los políticos que nos gobiernan, organizando nuestras vidas, han convertido la función pública española en un puro e inquietante vértigo donde en cualquier momento puede ocurrir cualquier cosa. En el mundo interconectado de hoy, las poderosas tecnologías de la información hacen lo demás. Nos dominan las noticias lanzadas por esos locos iluminados llamados Puigdemont y Torra, líderes de un destructor independentismo alimentado con dinero de la Generalitat, imponiendo su nacionalismo exacerbado como única razón de su existencia. Deprime el espectáculo diario que ha convertido la política en una gresca de corrala donde solo imperan las miserias personales de los políticos y sus intereses partidistas, nunca el bien común. Y todo lo que dicen o hacen es pura esterilidad.
Esos y otros atosigamientos informativos son la fuente que origina este estrés colectivo español. Así es como hemos perdido la ilusión y esperanza en este sistema que solo es capaz de engendrar catástrofes y pesimismo, tan distinto de aquel otro que le precedió: la Transición. Entonces el ritmo natural del paso del tiempo era tan positivo que no nos angustiaba y ahora sin embargo, es un tedioso vértigo que nos sumerge en una ciénaga pestilente.
Da la impresión de que desde la Generalitat pretenden agotarnos con su estresamiento político, porque cuando no están demoliendo la imagen del Rey como Jefe de Estado, despreciándolo como tal, lo injurian y ofenden públicamente sin descanso, o intentan aplicar la receta de autodestrucción de la desaparecida Yugoslavia. Algo parecido ocurre desde los radicales posicionamientos populistas de izquierda, insistiendo en desprestigiar todo lo alcanzado en estos largos años de democracia, o lo que es peor, cuando quieren hacer de la Constitución un instrumento estéril que debe cambiarse arbitrariamente para dar satisfacción a los objetivos de los independentistas o sus postulados chavistas.
Por fortuna, muerto Franco, el pueblo español pudo resolver su futuro cuando en su día tuvo la oportunidad de elegir entre Atenas y Esparta, democracia o régimen militar y autoritario. Apostó por Atenas y, al elegir la democracia, acertó. España proclamó su Constitución y así se dotó de un mecanismo legal que garantiza principios democráticos y fundamentos jurídicos. Meditando sobre aquellas conquistas del pueblo español durante la Transición, y la estresante pesadilla de hoy, he quedado atrapado en estos versos de Jorge Luis Borges: “Si supiera que ha sido de aquel sueño/ que he soñado, o que sueño haber soñado/ sabría todas las cosas”.
Este asfixiante ambiente político español de hoy creado por los partidos políticos debiera tomarse algún descanso, sosegándose, pero sírvanos de consuelo que en toda Europa se están viviendo conflictos parecidos a los nuestros, donde los tradicionales partidos políticos se derrumban, y para sobrevivir sellan alianzas con otros antagónicos. Lo mismo que aquí, los nacionalistas e independentistas están dispuestos igualmente a demoler Europa. El populismo marca el ritmo y los objetivos. En pocos meses veremos un encarnizado combate de boxeo de pesos pesados en el ring europeo: el populismo de izquierdas contra el populismo de derechas. Cualquiera puede ganar. Es la respuesta al estresamiento que puede traer otro mal mayor cuando el 26 de mayo estalle la bomba electoral de las elecciones municipales, autonómicas y europeas.
Sin embargo, aparcando a las estresadas España y Europa, creemos ver un positivo destello político en la Región de Murcia, cuando tomamos como referencia el nacimiento de dos nuevas estrellas políticas regionales, confirmando que la solución política acertada siempre se basa en la calidad humana de los líderes. Un joven de 33 años, llamado Teodoro García, murciano de Cieza, ha sido nombrado Secretario General del PP, partido mayoritario, cima jamás alcanzada en la democracia por ningún otro. Llega con una escueta biografía, adornada con su meritorio triunfo como lanzador de huesos de olivicas de Cieza, en cota de 19 metros, puerta del Guinness de los récords. Pero también se le nota sincero, limpio de miserias y creíble. Si se consolida, puede ser el gran conseguidor de Murcia, el que nunca tuvimos, siempre que utilice bien estos ingredientes: limpieza en las listas de las próximas elecciones de la retahíla de fantasmas fosilizados que deambulan por el PP; priorización de los intereses de España y su compromiso de liderar las justas reivindicaciones de esta tierra.
Diego Conesa, murciano de Fuente Álamo, de 45 años, actual Delegado del Gobierno, también avalado por corta biografía, se está mostrando como un buen gestor y pacificador de la jaula de grillos que era el PSOE murciano. Se está revelando como otro buen conseguidor. Ha logrado la paz social con los activistas del soterramiento, y en un abrir y cerrar de ojos, por su trazado natural ferroviario, nos lleva a Madrid en tres horas y media, de momento. ¡Qué más da que “el gato sea blanco o negro, si al final caza ratones!” Le ha robado la cartera -metafóricamente hablando- a la Comunidad. El gestor es Conesa, y López Miras ha quedado para asistir a fiestas patronales, sesiones fotográficas y como gritador oficial del “Agua para todos” de sus antecesores. Conesa ha puesto en evidencia la inutilidad de esta Autonomía. Ha vuelto el poder central ejecutivo.
Son dos buenos antídotos antiestresamiento pero, para curar, nos haría falta un triunvirato de juventud, eficacia y experiencia contrastadas. Estoy hablando, además, de Alberto Garre, cuya honradez y seriedad acrisolada está garantizada. Cada uno, desde su opción política, pero unidos lealmente en un pacto de acciones concretas, culminaría el ideal supremo democrático y abandonaríamos así los últimos puestos de Europa en todo. Parece difícil, pero todo es posible con personas serias, voluntariosas y eficaces. Fin del estrés, aunque esto sea una utopía.