El ala progresista dará la batalla en la ejecutiva del lunes llegar a acuerdos con el PSOE y excluir a Vox

 

La intensa carrera electoral de abril y mayo ha movido las placas tectónicas de la política española y ha situado a Ciudadanos en una posición central para la definición del poder territorial del país. Pero las dos citas en las urnas han dejado algunas magulladuras a Albert Rivera, que echó el resto y, en su segundo intento de convertirse en presidente, apostó sus cartas a superar al PP con un giro en la derecha que no dio los frutos esperados. En las generales, Rivera acarició el sorpasso, pero en las municipales el PP sacó músculo y logró concentrar el voto conservador. Ciudadanos se enfrenta ahora una encrucijada con su decisión sobre los pactos territoriales, que marcará su futuro. El sector más progresista se ha levantado para impedir que el partido acabe entregado al PP y a la extrema derecha.
 
En la noche electoral del pasado domingo Rivera constató que el PP no estaba muerto. Un PP “en descomposición”, como lo había definido en campaña, sacaba a Ciudadanos más de tres millones de votos. El partido naranja rozó los dos millones y se dejó por el camino otros dos millones y medio desde las generales. Y el PP, que logró que funcionara el voto útil, se recuperó hasta superar los cinco millones.

Ciudadanos sufrió otra crisis de expectativas, que no quiso o no supo frenar, porque en la dirección reconocen que sabían de la dificultad de igualar la marca de abril. Ni los candidatos regionales son lo mismo que Rivera, ni su implantación municipal es suficiente para enfrentarse a la poderosa red territorial del PP forjada por décadas de poder. Pero tampoco las europeas fueron bien (7 escaños, 12,7% de voto, por los 12 y 20,3% del PP).

 
El resultado fue un golpe a la estrategia de sustituir al PP que parecía haber funcionado en las generales. Y la pregunta ahora, que va a afectar a todos los pactos que puede suscribir el partido, implica una decisión estratégica: ¿Es posible todavía un sorpasso al PP para llegar a La Moncloa después de estos resultados?

De la respuesta depende si los liberales mantienen la apuesta por buscar la hegemonía del bloque conservador o si vuelven a su vocación originaria: el centro y los pactos a ambos lados. En su mano están los gobiernos de Madrid —comunidad y ayuntamiento— Aragón, Murcia, Castilla y León y, en coalición con el PP y UPN, Navarra.

En la ejecutiva de mañana lunes el ala socioliberal va a plantar batalla para evitar que la decisión sea reeditar en todo el país el pacto andaluz, una coalición con los populares sostenida desde fuera por Vox, que es necesario en todas partes en el pacto a la derecha salvo en Castilla y León, donde PP y Ciudadanos sí suman mayoría solos. El alma más centrista va a reclamar que también se pacte con el PSOE. “Si tenemos un solo socio vamos a ser subordinados. Hay que analizar caso a caso y ver qué pactos suponen un cambio y que se implementen reformas”, reflexiona Luis Garicano, jefe de filas del partido en Europa y a la cabeza de ese incipiente sector crítico interno. “Ciudadanos no es un partido a la búlgara. Si hacemos reuniones, es para debatir. No estoy en una rebelión, no soy el Errejón de Ciudadanos, pero tampoco un palmero”, avisa.

Entre los fundadores del partido, como Francesc de Carreras —que lo ha escrito en un artículo esta semana en EL PAÍS—, empiezan a escucharse las voces que reclaman el regreso a los orígenes centristas. También Manuel Valls, su candidato a alcalde de Barcelona, cree que Ciudadanos “tiene la oportunidad de redefinir una posición central, al apoyarse en el PSOE o el PP. Pero el surgimiento de Vox plantea un problema y esa debe ser una línea roja”.

Vox preocupa internamente y puede suponer un problema para Ciudadanos con sus aliados liberales en Europa. Garicano, que además es vicepresidente de ALDE, el partido liberal europeo, cree que el límite a no traspasar con la extrema derecha es el pacto andaluz, “pero repetirlo dependiendo de las circunstancias y siempre que sea de la misma manera. Con equipos de primera y preservando tus ideas”, apunta. Valls ha avisado de que romperá su relación con el partido si llega a acuerdos con Vox.

Albert Rivera guarda silencio desde el pasado domingo. El líder no ha tenido agenda pública en toda la semana y solo su hombre fuerte, José Manuel Villegas, a la cabeza del equipo negociador, ha sido autorizado para transmitir el mensaje. Y el mensaje apunta al camino a la derecha. En privado y en público el equipo de Rivera traslada que la apuesta sigue siendo la disputa del liderazgo de la derecha y, por eso, la preferencia para pactar será el PP. Con el PSOE los acuerdos serán excepcionales y Madrid será con mucha probabilidad conservadora: la joya de la corona se quiere convertir en punta de lanza de un modelo fiscal con rebajas. Si hace falta una foto con Vox, se hará, aunque no se entrarán en tripartitos ni negociaciones. Esa es la pretensión del líder, pero esta vez tendrá que convencer a su partido.
 
 

FUENTE: ELPAIS