Quim Torra ultima la que será la primera decisión administrativa de su mandato en la Generalitat. Fuentes de la propia Generalitat han adelantado que se trata de un decreto para nombrar ‘consellers’ a los Jordi Turull(Presidencia), Josep Rull (Territori i Sostenibilitat) y Lluís Puig (Cultura). Los dos primeros están en la cárcel y Puig reside en Bruselas. Se le denominará «Decreto de Restitución». No está claro que el decreto incluya a Toni Comín, quien está negociando incorporarse a Salut, pero que ha topado con las reticencias de los republicanos.

El decreto no tendrá tanto el sentido de un nuevo gobierno sino de evocación simbólica del anterior, el que encabezó Carles Puigdemont y que fue a morir en las playas del 155. Los equipos jurídicos de la Generalitat están estudiando si los ‘consellers’ restituidos precisan de un decreto aparte o si el mismo puede servir para todo el equipo que encabezará Torra.

Torra visitará a los presos el lunes. Como la toma de posesión de los ‘consellers’ presos por escrito está cuestionada, algunos abogados han apuntado la necesidad de que Torra durante su visita aproveche para tomar posesión a los detenidos Rull y Turull, que llevan meses en prisión provisional.

En todo caso, el decreto de restitución es más simbólico que rupturista. Está basado en la nueva política de gesticulación de Torra, lo que algunos teóricos del independentismo denominan la bifurcación. La vía paralela con Quim Torra, como ‘president’ paralelo; y la Asamblea de Electos como un duplicado del Parlament para seguir manteniendo la ficción de la República.

El recurso está basado en la nueva política de gesticulación de Torra, lo que algunos teóricos del independentismo denominan la bifurcación

Quim Torra se define a sí mismo como «presidente custodio», en lugar de «presidente vicario» o «presidente por delegación», que también recogería su papel. Torra prefiere pensar que solo está «custodiando» la Generalitat hasta que la pueda devolver a su legítimo dueño, Carles Puigdemont. Para un ultracatólico como Quim Torra la metáfora del «ángel custodio» resulta irresistible. Por eso, por ejemplo, no se puso la medalla de Francesc Macià en su breve y devaluada toma de posesión. No puede ponérsela, solo mantenerla a salvo.

Por eso, el ‘procés’ ha entrado en la fase de restitución, en la que todo lo simbólico va a tomar mayor preeminencia que la gestión y las cuestiones prácticas. Mucho simbolismo y, por ahora, poca desobediencia.

El despacho intocable

Puigdemont se ha salido con la suya. Como avanzó El Confidencial, ha prohibido a su sucesor usar su despacho y otros espacios del Palau. Un ángel custodio no se atreve a mirar a los ojos a Dios. Quim Torra va al Palau pero no ocupa el despacho del ‘president’ de la Generalitat. Para no reconocer la prohibición del expresidente residente en Berlín, la Generalitat ha iniciado unas obras para reformar el despacho. Todo apunta a que las obras serán muy, muy largas.

La Generalitat ha forzado unas obras en el despacho del president en Palau para ocultar que Torra no lo use por la prohibición de Puigemont

En todo caso, el primer Gobierno de Quim Torra tendrá sobre todo un carácter simbólico. El Tribunal Supremo en unas semanas suspenderá en los cargos todos los ‘consellers’ encausados por los hechos de octubre, eso incluirá a los presos y también a los fugados. Tras esto habrá que hacer una crisis de gobierno y nombrar al Govern que de verdad gobernará. Para ello se doblarán algunos puestos con comisionados que asumirán la gestión del día. Luego se gobernará, al menos hasta que en otoño Puigdemont decida cuándo Quim Torra ha de convocar nuevos comicios.

Puigdemont no quiere coincidir con las municipales. La duda ahora es si convoca elecciones con la apertura del juicio oral o si lo hace cuando haya sentencia. Se prevé que los dos momentos sean de gran exaltación social, similar a la que se vivió en el 2012. Y con eso jugará Puigdemont para revalidar su victoria electoral y aplastar al PDeCAT.

Sin precedentes

De hecho, no hay precedentes de «la bifurcación». Así que es difícil saber qué hará Torra. En un erudito sermón del siglo XVII el predicador francés Jacques Bénigne Bossuet estableció sobre los ángeles custodios que «estos espíritus inmortales pueden ser compañeros en la gloria de nuestro Señor; pero no pueden tener el honor de acompañarle en su sufrimiento». Torra puede vigilar el castillo pero no podrá obtener réditos del martirio de Puigdemont. Y el martirio es lo único que cotiza en el mercado político catalán del ‘procés’.