Albert Rivera quiere ser presidente del Gobierno, lo cual está muy bien si tienes, como mínimo, un centenar de diputados al Congreso repartidos por toda España… y no es el caso. Consciente de ello, el de Ciudadanos se ha lanzado a una desenfrenada carrera de fichajes de postín en el «mercado de invierno» de la política, la cual incluye, de momento, a la expresidenta del parlamento en Castilla y León, Silvia Clemente y al expresidente de Baleares, Jose Ramón Bauza, por lo que respecta al PP; y al exministro de Trabajo Celestino Corbacho y al exdirector general de la Guardia Civil Joan Mesquida a cuenta del PSOE.

Digo de momento porque en la formación naranja no descartan más incorporaciones de uno y otro signo; en concreto, Rivera lo va a intentar con algún ministro o alguna otra exministra, como informaron este jueves Vozpópuli y otros medios cuando revelaron el nombre de María Antonia Trujillo, exministra de Vivienda de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero; algo que ella niega.

Objetivo: el sorpasso de Ciudadanos al PP, que a esta hora no se ve por ningún lado en los últimos sondeos para, a partir de esa primera posición de «las tres derechas», como dice el PSOE, formar un hipotético tripartito. Los dos partidos afectados sostienen que éste «ahora o nunca» de Rivera, que le ha impulsado a llevar a Inés Arrimadas al Congreso para rebañar el mayor número de escaños, tiene mucho que ver con el final de legislatura tan tenso que hemos vivido.

Y de esa tensión proviene el principal riesgo de esta OPA hostil por parte de una formación hasta ahora ‘bisagra’ contra los dos colosos que han gobernado España en los 40 años de democracia. Porque si el 28 de abril las urnas dejan al partido de Rivera con esa misma condición, es decir, que no pasa de 50 escaños, el pacto será sumamente difícil con cualquiera de los dos despechados, Pedro Sánchez o Pablo Casado.

No digamos si la única suma es con Sánchez. Las posibilidades de bloqueo y repetición de elecciones, como ocurrió en 2016, aumentarán de forma exponencial. Después de pedir el presidente del Gobierno a Rivera «más ideas y menos testosterona», decirle que su partido es «la peor derecha» o espetarle «infórmese, estudie, sea humilde», ambos tendrán difícil de explicar la reconciliación.

 

 

FUENTE: VOZPOPULI