En la primera entrevista a tumba abierta que concede después de cinco años, Ramón Luis Valcárcel aborda las luces y sombras de su carrera política, en especial de la herencia que dejó su largo mandato en la Región, cuyos efectos siguen coleando. Explica con detalles y hechos inéditos su relato sobre su sucesión, los proyectos más polémicos y los casos de presunta corrupción. Con 64 años y tres nietos, deja la política activa, pero sigue en la política. Tras una intensa actividad como vicepresidente del Parlamento Europeo, su nuevo cometido está en la Universidad Camilo José Cela de Madrid, donde impartirá docencia en el observatorio para el análisis y prevención de la desinformación -la lucha contra las ‘fake news’- que cuenta con el sello del Parlamento y la Comisión Europea. Valcárcel en estado puro, en una larga conversación con ‘La Verdad’.
–Quería seguir de eurodiputado.
-No me gusta mirar al pasado. Probablemente me hubiera gustado ir en las listas, no lo voy a ocultar, pero también quería iniciar una nueva etapa por razones personales y familiares. Doy por zanjada de momento mi carrera política, que he terminado como vicepresidente del Parlamento Europeo. Digo de momento, porque soy presidente de honor del PP regional y sería ridículo decir que no sigo vinculado a la política.
–¿Hizo un mal cálculo apostando por Soraya Sáenz de Santamaría para presidir el PP, en lugar de Pablo Casado? ¿Influyó para que fuera apartado de la lista de Bruselas?
-No. Habría hecho un mal cálculo si hubiera apostado por Pablo Iglesias… Si un partido abre un proceso de primarias, que es un ejemplo de democratización, cuando votas a alguien, no votas contra el otro. No estoy arrepentido en absoluto de lo que hice.
–Eso en los partidos se paga.
-Fui presidente del PP en el año 1993 tras una confrontación bastante virulenta. Y quienes perdieron, no dejaron de estar. Conté con ellos. Pablo Casado ha contado con gente que no le votó. Todos no cabemos en una lista, y se decidió dejar a unos dentro y a otros fuera. Simplemente.
–Aunque dice que no quiere mirar al pasado, la situación actual de la Región viene de los 24 años de poder del PP, en los que usted gobernó durante 19. ¿Cómo calificaría la herencia que dejó?
-Eso está ahí. Hay sombras y luces, sobre todo cuando se gobierna tantos años, como dije cuando me despedí en San Esteban. Después, las interpretaciones fueron muy distintas. Al parecer, no debí de comunicar muy bien. La Región se ha transformado, apostando por los grandes pilares del bienestar. Hubo cosas que se podían haber hecho y otras que se iniciaron y que se vieron interrumpidas por diversas circunstancias, como el aeropuerto y el AVE. Mirar hacia atrás y pensar que esto salió de maravilla, aquello mal, y que lo otro se pudo hacer mejor, es un ejercicio que no vale para nada. Tengo la suerte o la desgracia de ser una persona muy pragmática.
–¿Cómo encajó los comentarios que hablaban de su retiro dorado y bien remunerado en Bruselas?
– Si sigo, dicen que me aferro al poder; y si me marcho, preguntan por qué me voy quedando cosas por hacer. (Risas.) Me sorprende que se hable de un retiro dorado, por lo visto hecho a medida de Valcárcel. Cuando llegué a Bruselas, las remuneraciones ya estaban establecidas y, por cierto, eran menores que en la anterior legislatura. En cuanto a retiro dorado, quien quiere trabajar en Bruselas trabaja; y el que no, sabe que estará señalado.
–¿Qué cobra un vicepresidente del Parlamento Europeo?
-Cero. Un eurodiputado cobra exactamente lo mismo que un vicepresidente. Mi remuneración, sueldo más dietas, era la misma que la de cualquier otro diputado. Como las de Pablo Iglesias y Lola Sánchez, de Podemos. Eso sí, está muy bien pagado, como dije el primer día.
–No estuvo muy visible en la Región durante esos cinco años.
-Es que mi agenda era Bruselas. La paleta de colores, permítame la expresión, era mucho más amplia. Como vicepresidente tenía que atender las relaciones con los parlamentos de los Estados miembros; además de la política del Mediterráneo y de Latinoamérica. Fui responsable de toda la comunicación de las embajadas del Parlamento. Estuve en Ucrania jugándome la vida para defender la democracia. Alcancé el puesto 33 del ranking del Parlamento Europeo, de un total de 751 diputados. Me dediqué en cuerpo y alma, con casi 1.000 intervenciones en el Pleno, y realicé 18 informes. Fui el látigo contra el veto ruso para defender nuestras frutas, lo cual me costó que Putin me pusiera en la lista negra para no entrar en Rusia, cosa que me enorgullece. En la Región tuve reuniones cuando los temas lo requerían, entre otras cosas porque aquí hay un presidente y un gobierno. En marzo de 2015 dije que Pedro Antonio Sánchez era el coordinador del partido. Di un paso atrás. Y cuando acudo a la Junta Directiva me siento el último de la fila.
–Su sucesión fue un desastre político, por lo que pasó con Alberto Garre, que acabó creando otro partido; y después con la dimisión de Pedro Antonio Sánchez.
-Cuando Pedro Antonio Sánchez estuvo llamado en el año 2014 a tomar la presidencia del partido y ser el candidato, fue imputado. Yo tenía que dejar la presidencia del Gobierno para poder ir en la lista europea. No salí corriendo, ya que todo el mundo sabía, y así se publicó en reiteradas ocasiones, que mi destino final era Europa, porque dos años antes fui designado presidente del Comité de las Regiones. Por lo tanto, yo tenía que dejar un presidente en la Comunidad, que era Pedro Antonio. Lo decidí yo, sí, y el partido también.
Sucesión: «Por nadie pase»
–¿Por qué siguieron adelante pese al riesgo que había con Sánchez?
-En ese momento no teníamos ni idea de que podía ser imputado por el tema de su vivienda. Hubo que buscar a otra persona con cierta urgencia y se lo propuse a Francisco Celdrán, presidente de la Asamblea. Dos años antes había presentado su dimisión por motivos personales y pude convencerle para que siguiera. Pero me insistió en que no le pidiera eso otro porque no podía hacerlo. La única opción que quedó fue la de Alberto Garre. La dirección nacional del partido no lo quería porque se dejó arrastrar por Arsenio Pacheco en la tramitación del Estatuto de Castilla-La Mancha y lo que significaba para el Trasvase. Me llamó y me dijo: ‘Este ha perdido la cabeza, ¿qué hago yo?’. Le dije que votara que no, que era justo por lo que el PP regional y yo estábamos luchando. Tuve que pelear su nombramiento, enfrentándome a Mariano Rajoy, a María Dolores de Cospedal y a Carlos Floriano, cosa que no hace mucha gente. Todos me llamaron para decirme que no lo querían. Les contesté que si no confiaban en mí, dejaba la carga y el cargo y renunciaba a Bruselas. En una reunión que tuvimos en el Palacio de Fuensalida de Toledo, Cospedal le advirtió a Garre moviendo un dedo: ‘Que sepas que no te queremos, pero queremos más a Ramón Luis, y por eso vas a ser. Sabes muy bien que esto es provisional. No se te ocurrirá pensar que vas a ser el candidato el año que viene’. Garre se puso decimonónico y aceptó, diciendo que era un regalo. ¿Me equivoqué? Después llegaron los que le doraban la píldora diciéndole al oído que era el mejor del mundo. Grande maestro, nadie mejor que tú… Garre se lo creyó y se enfrentó al partido. Le comenté que no se empeñara, porque se lo habían dejado muy clarito. Ya no dependía de mí. Eso coincidió con que se levantó la imputación a Pedro Antonio, y que ya no había problemas para que se hiciera cargo.
–Detrás venía la denuncia del ‘caso Auditorio’. ¿No fueron demasiado lejos, con esa investigación encima? Le nombraron incluso presidente regional del partido.
-Eso ya fue Madrid. Yo no pintaba nada porque lo dejé todo voluntariamente y cedí los trastos. Hablé con Pedro Antonio el 1 de mayo cuando íbamos a presentar un manifiesto por la transparencia. Esa mañana ‘La Verdad’ publicó el caso de la ‘Púnica’ y le llamé para vernos inmediatamente en mi casa. Le dije, mírame a los ojos y dime la verdad. ‘No hay nada, no tiene importancia. A mí me han llamado y no he hecho caso. No les he atendido’, me dijo. Pero yo sí quería darle importancia. Le pregunté si me podía quedar tranquilo. ‘Tranquilísimo’, dijo. Fui un ingenuo. También me convenía porque todo estaba hecho. Y ponte a romper a 25 días de las elecciones. Él me hablaba con claridad. Confiaba mucho en Pedro Antonio. Después han pasado cosas.
–¿Le defraudó?
-No. Sigo confiando en él. A lo mejor soy muy ingenuo. Hoy hay muchas causas que me podían haber hecho desconfiar, pero se han ido diluyendo. Mientras que no se demuestre lo contrario esta persona es inocente. Ahora tendrá que sentarse ante un juez, y el juez dirá lo que tenga que decir. Pero yo de momento voy a seguir creyendo en él. Ahora sí, es verdad que las sucesiones, joder… por nadie pase.
–Usted estuvo crítico, o analítico como quiera llamarlo, con la dirección regional del PP a raíz de los resultados actuales. ¿Si no hubiera conservado el PP el Gobierno regional, estarían ahora saltando astillas dentro del partido?
-No lo sé. Si saltaran astillas, le aseguro que yo no estaría con el hacha haciéndolas saltar. Estuve constructivo y colaboracionista. Otras personas del partido tenían interés en contar las cosas de distinta manera. En esa Junta Directiva dije que todos teníamos que remar en la misma dirección en el proceso de negociación y apoyar a Fernando. Como militante solicité que no se pusiera ni una sola piedra en el camino para conseguir el objetivo. También pedí que, por favor, no digamos que casi hemos ganado. O se gana o se pierde. Fernando, no digas que casi hemos ganado.
–¿El PP no asumió que había perdido las elecciones?
-Intenté que lo asumiéramos. En política, o se gana o se pierde. Y ha ganado el PSOE. También comenté: no digáis que Vox nos ha quitado los votos, porque no los tenemos en una caja. Los votos son de las personas, que votan libremente a uno o a otro. Nadie nos ha quitado nada. Si eso es generar tensión, o liarla parda como decían estos chiquitos compañeros míos de la Junta Directiva… Pues yo creo que eso es lealtad, y decir las cosas donde hay que decirlas con el mejor ánimo. No estaba enfadado.
–¿Qué opinión tiene de la actual dirección del PP? Con o sin gobierno, hay voces críticas internas, dispuestas a exteriorizar ese malestar cuando llegue el momento.
-No creo que sea así. En octubre o noviembre tendremos una convención y veremos que la gente está unida. Este es un partido muy grande y potente que está por encima de sus presidentes, empezando por Valcárcel. Hombre, es normal que haya voces críticas, yo también las tuve, pero no son para desbancar a nadie. Fernando trabaja con un empeño grande, hay que reconocérselo. Es una persona totalmente comprometida con un proyecto de Región. Tendrá que llevar a cabo una actuación novedosa de consenso y entendimiento (con Ciudadanos). Y de equilibrio con otra formación (Vox), que algo tendrá también que decir y habrá que escuchar. Por lo tanto, Fernando no lo tiene fácil, pero es una persona entregada totalmente y entusiasmada para llevar a cabo una buena labor.
–¿Le llama o le consulta?
-Me consultó de vez en cuando. Pero hace bastante tiempo que no lo hace, por razones obvias. Yo estaba en Bruselas y él aquí. Ahora ya no sé si merecerá la pena que yo sea consultado.
–¿Qué futuro le ve a este gobierno de coalición? ¿Cree que su partido ha cedido mucho ante Ciudadanos para conservar el poder?
-Había una línea clara: gobernabas o no gobernabas. Y una vez que gobiernas, creo que las cesiones no pueden ser consideradas excesivas.
–¿Cree que Pedro Antonio Sánchez sigue moviendo los hilos de Fernando López Miras?
-Creo que no. Probablemente en un principio lo pudo haber hecho. Ellos siempre lo han negado. Es una opinión mía, que vale lo que vale, pero Fernando ha madurado mucho. Tiene las ideas claras y no necesita a nadie que tenga que tutelarle.
«Tengo el calor del partido»
–Usted es presidente de honor del PP regional. ¿Su partido le ha dado últimamente el calor necesario? Da la impresión de que a veces ha querido borrarle para despegarse de la etapa valcarcista.
-Despegarse de la etapa valcarcista es lo más normal del mundo. Hoy es la etapa López Miras, y yo estoy a disposición del partido y su presidente. Participé en la campaña electoral en municipios y pedanías. Cumpliendo. Y en cuanto al calor del partido, es que fui yo quien se apartó voluntariamente. Creo que no debo tener una presencia permanente, casi dando codazos, asomándome al escaparate de lo público. Sería ridículo y absurdo por mi parte, y además hipócrita, decir que no cuentan conmigo. Me quité por razones de elegancia y operatividad. Para que no se mire más a Valcárcel. Es verdad, sin embargo, que cuando llego a la sede del partido la gente se desvive conmigo. Claro que tengo el calor. Cuando acudí a San Esteban (a la toma de posesión de López Miras), la gente de la sociedad de Murcia no me dejaba avanzar… Me tiene aprecio y cariño.
–Bastó que usted se fuera a Bruselas para que aparecieran voces críticas. La sociedad se harta de ver al mismo político tantos años.
-¡Ya está bien…! !Que se vaya este tío…! (Risas). Es normal después de 19 años… Cuando gobiernas no puedes satisfacer al 100% de las personas. Puede que ni al 50%. Luego, los resultados electorales son otros, por muchas razones. No porque seas el rey del mambo. Mientras gobiernas, esas voces críticas están con sordina. Y cuando dejas de estar, dicen: ‘Ahora voy a por ti; voy a decir todo lo que quiero’. Es normal.
«La pasta» del aeropuerto
–Usted dijo que el aeropuerto no le iba a costar ni un euro a los murcianos, pero está costando dinero.
-El aeropuerto es una reivindicación que viene de antes de la democracia. Cuando el PP gobierna en ese largo tramo, ya de 24 años, siguió recibiendo la presión, digamos, de los agentes sociales y económicos para que se haga el aeropuerto. Conclusión: no es un capricho de Valcárcel. A mí me daba igual el aeropuerto aquí y allá. Fuera el que fuera. Cuando se decidió construirlo, los que entraron jugándose su capital no creo que lo hicieran por una cuestión de obediencia al Führer, sino porque hicieron sus números y les salía positivo. Vino una crisis y la Asamblea concedió el aval con el voto de ‘tout le monde’. Ojo. Valcárcel no regaló nada. A Manuel Manrique, sucesor de Luis del Rivero, no le interesaba el aeropuerto, entre otras razones porque Sacyr es la que más moja a la hora de construir, que era lo que les dejaba la pasta. La concesionaria no hizo más que poner problemas y se complicó todo. Le quitamos la concesión. Los empresarios murcianos que estaban dentro, y hasta el Sumsum Corda, pidieron que no les fastidiáramos, y se abrió una negociación. Pero todo se enredó más. ¿Ha costado dinero? Sí. Pero la anterior concesionaria tiene que devolver el coste del aval. Con lo cual, al final quedará en cero. Además, los murcianos tienen a cambio un aeropuerto que antes no era suyo.
–El AVE está a la vuelta de la esquina, pero hubo un cacao considerable entre el Ayuntamiento y el Gobierno regional. Ustedes llevaban loco al Ministerio de Fomento.
-Sí. No puedo negarlo. Totalmente loco. Que se lo pregunten a Ana Pastor, que era muy exquisita y a partir de entonces empezó a soltar tacos… Mi propuesta inicial era el soterramiento, de forma paralela a la llegada del AVE a la estación de Los Dolores. Lo expuse en la Asamblea, donde dije que los que protestaban en aquel momento no querían el AVE. Al principio estaban en la pose. Dicho esto, llevaban una lucha legítima y coherente, basada en un acto de justicia. La opción de Los Dolores era buena. Después vino el lío.
–Con el ‘Agua para todos’ cosecharon muchos votos.
-Por la torpeza del PSOE, que era agua para nadie. Si el PSOE hubiera sido más listo, la bicoca del ‘Agua para todos’ se nos habría acabado al día siguiente.
–Pero el problema sigue.
-El problema del agua no se va a resolver jamás. O hay un gobierno comprometido y con las ideas muy claras o esto no se resuelve. O un partido con una mayoría amplia para haber tomado la decisión. Lo tuvimos y no se supo aprovechar. Otra cosa es que apliquemos desaladoras.
–Aznar y Rajoy no lo resolvieron, con mayorías absolutas.
-Efectivamente.
Valcárcel: «Los casos de corrupción no han culminado en ninguna condena a nadie de mi gobierno hasta ahora»
-Cuando se asocia su mandato a casos de corrupción, unos archivados y otros abiertos, ¿qué sensación le produce que consejeros y colaboradores suyos estén investigados por decisiones que se tomaron en aquel período?
-No es grato, sobre todo en lo personal. Estoy plenamente convencido de que son personas de una honradez y honestidad a prueba de bomba. Nunca han hecho nada de lo que tuvieran que arrepentirse. Cuando se está en política y se toman decisiones, uno tiene los riesgos que al final termina asumiendo. Pero vuelvo a repetir que estos consejeros están absolutamente inmaculados de cualquiera circunstancia.
-Algunos irán a juicio, como Cerdá, Bascuñana y otros, por el caso ‘Novo Carthago’.
-Pero eso no significa nada. Que vayan a juicio es la garantía de que se va a demostrar la honradez de estas personas. Obviamente, es mejor no estar encausado en nada.
-¿Hubo corrupción, por activa y por pasiva, durante su periodo en la Región de Murcia?
-Pues hasta ahora, los casos de corrupción no han culminado en ninguna condena a nadie de mi Gobierno, ¿eh? Tal vez algún alcalde, pero por acciones propias de su cometido. Pero del gobierno no hay todavía ningún consejero que haya sido condenado absolutamente a nada. ¿Corrupción? Vamos a esperar a que terminen los procesos y veremos si efectivamente la hubo o no.
-¿No le pedía el cuerpo alguna vez, cuando había tanta sucesión de noticias, acudir a hablar con el juez y con el fiscal? A dar la cara y a decirles: ¿quieren ustedes preguntarme algo?
-Qué cosa más extraña es esa…
-Fueron colaboradores suyos.
-Pero vamos a ver, ¿no será más normal que sea el juez quien me llame a mí?
-Usted estaba aforado…
-Estamos pervirtiendo las cosas. El aforamiento no significa en absoluto que deba estar exento ante un tribunal de justicia.
-Lo vería otra instancia.
-¿Por qué me va a llamar el Tribunal Supremo si nadie de aquí, desde otra instancia, lo ha solicitado? Me sorprende mucho que alguien por la calle diga: ‘Claro, como está aforado…’ ¿Qué pasa, que la justicia es injusta? ¿Estamos concluyendo acaso que un juez del Supremo no está capacitado para juzgar?
-¿La Fiscalía o algún fiscal tenía ganas de que fuera usted investigado por alguna causa?
-No lo sé. No me meto en la mente ni en las instrucciones de ningún fiscal como para conocer si quería o no quería. Me imagino que los fiscales no tienen ganas porque sí. Se moverán por indicios, o simplemente porque su obligación es tratar de llevar al máximo la investigación.
-La desaladora de Escombreras tiene su vertiente judicial en el ‘caso la Sal’. Aún pesa sobre las arcas de la Comunidad. Usted propuso crear un ente para procurar más agua para la Región, pero al final salió de aquella manera.
-El ente lo creó la Asamblea Regional, y sin votos en contra. Florentino Pérez, el dueño de la desaladora, la ofreció por 150 millones de euros, descontando lo que ya se había pagado. ¿Dónde están los 600 millones de los que se habla?
-El contrato fijaba esa cantidad al final del periodo de concesión.
-Claro, durante 25 o 30 años. ¿Eso es caro o barato? Mire los números de las desaladoras públicas (del Ministerio). El coste del agua es el mismo, luego no estaremos regalando ni despilfarrando. Y el mantenimiento es igual. Queremos que Escombreras no valga 600 millones en 30 años, pero sin embargo sí se acepta que cueste lo mismo una desaladora pública. No lo entiendo.
-600 millones de euros por una desaladora que no llega a los 20 hectómetros anuales, es una cantidad bastante respetable.
-Vamos a ver. Si multiplicas lo que cuesta producir agua durante tantos años, al final arroja esa cantidad. Lo mismo que en la desaladora de Valdelentisco. ¿Por qué queremos que aquí cueste menos? Cuando me enteré de los 600 millones de euros… no lo sabíamos.
-Lo expuso el gerente, de su Gobierno, y luego estuvo reflejado en la memoria de los Presupuestos de la Comunidad.
-Fue en noviembre de 2013. Juan Bernal me llamó al ver la noticia, y nos reunimos en Madrid con Florentino Pérez, que nos ofreció comprar la desaladora. Pedimos permiso a Cristóbal Montoro para que, si lográbamos un préstamo, no computara como deuda, sino como inversión, ya que podía afectar al FLA. Pasados unos meses, el Ministerio dio su autorización. Yo ya me había marchado, pero quedó todo encauzado. Garre no hizo gestiones, sino que creó conflicto y confusión con José Gabriel Ruiz. Para llevar al fiscal papeles. Me parecía de risa.
-Hubo un duro informe de la Intervención General.
-En los consejos de administración de la desaladora todo se aprobada por unanimidad. En su día dije que todo lo que tenía que ver con mi Gobierno no me resultaba ajeno y me preocupaba. Aquí nadie le ha regalado nada a nadie. Ni Florentino tiene 600 millones, ni nadie ha pagado esa cantidad. Había un consejo de administración presidido por un consejero, con presencia de casi todos los secretarios y directores generales de las consejerías. Más el interventor general y el jefe de los servicios jurídicos. ¿Estaré yo tranquilo de que se hizo bien, si nunca hubo reparos? Pongo las manos en el fuego por Antonio Cerdá. Es un tío honesto y honrado a carta cabal.
-Pero ahora se está comiendo todos los marrones, por llamarlo así.
-Vamos a ver, si hay una denuncia y una investigación, ¿quién es el responsable de una consejería y el presidente de esto? Estaría bueno; no se lo va a comer el ordenanza. Yo tengo la certeza, la tranquilidad y la seguridad de que no habrá nada; por honestidad, honradez y porque todo venía bien avalado… El Consejo de Gobierno no tomaba parte. Llegaban los informes aprobados por unanimidad.
-Otro asunto judicializado es la contaminación del Mar Menor, con ex altos cargos investigados. ¿No vieron la dimensión del problema?
-El Mar Menor recibía mierda por todos sitios y construimos grandes colectores en el año 1997. Tomamos el toro por los cuernos desde el minuto uno. La pradera de posidonia estaba intacta hasta el año 2014, según los informes de Pérez Ruzafa. Después hubo unas inundaciones tremendas que provocaron arrastres de nitratos y potasios que deterioraron el Mar Menor. Y si sumamos que hay centenares de pequeñas desalobradoras que están aportando salmuera descontroladamente, pasa lo que pasa. La Confederación tuvo que haberlo controlado.