Ferraz suele decir que no todas las encuestas dicen lo mismo, que estamos en tiempos muy volátiles y que la burbuja que rodea a Ciudadanos se acabará pinchando, porque los dos grandes partidos son más sólidos y con mayor implantación territorial de lo que dibujan algunos sondeos. Los estudios de institutos demoscópicos privados han venido colocando a los naranjas como primera fuerza en las últimas semanas, pero el barómetro de abril del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), organismo oficial habitualmente más conservador en sus pronósticos, mantenía al PP como primer partido (24%), pero ya ubicaba a los de Albert Rivera en el segundo escalón (22,4%) y al PSOE, como tercero (22%). Pero otra encuesta, más reciente y encargada por Ferraz, sitúa a los populares en cabeza (26%), seguidos de los socialistas, a solo 1,1 puntos (24,9%), y con los naranjas bastante más lejos, a 5,2 puntos de Pedro Sánchez (19,7%). Un paisaje bastante distinto, y que permite al secretario general tener más al alcance de la mano su principal propósito: devolver a su partido a la posición del liderazgo en todo el país.

La dirección del PSOE radiografía mes a mes la evolución de la opinión pública. En abril, un informe interno ya proyectaba que la formación podía vencer en las municipales y europeas del próximo año. Ahora, Sánchez tiene en la mesa de su despacho un completo ‘Estudio sociológico nacional‘, de 20 páginas, elaborado por la empresa Celeste-Tel y al que tuvo íntegramente acceso El Confidencial. La encuesta se realizó entre el 26 y el 30 de abril a partir de 1.000 entrevistas distribuidas en toda España, y cuenta con un margen de error del ± 3,16%. Es decir, es posterior al barómetro del CIS —su trabajo de campo se extendió entre el 1 y el 10 del mes pasado— y recoge el impacto de la dimisión de Cristina Cifuentes como presidenta de la Comunidad de Madrid y la confirmación de que Ciudadanos apoyaría al candidato que presentara el PP para reemplazarla al frente del Gobierno regional.

Ese respaldo a los populares sería una de las razones, para Ferraz, que explicarían el bajón de los naranjas respecto a otros sondeos. Así, según este estudio encargado por Ferraz, el PP obtendría un 26% de los sufragios si se celebraran elecciones ahora mismo. Solo 1,1 puntos por debajo, en un 24,9%, estaría el PSOE. Ciudadanos se tendría que conformar con un 19,7%, a 6,3 puntos de Mariano Rajoy y a 5,2 de Pedro Sánchez. En el furgón de cola, con un 17,7%, se situarían Podemos y sus confluencias.

El trabajo de campo se realizó entre el 26 y el 30 de abril, justo después de la dimisión de Cifuentes, y a partir de 1.000 entrevistas en todo el país

Los populares, por tanto, bajarían 7,01 puntos desde las elecciones generales del 26 de junio de 2016. Desde el 33,01% de entonces al 26% que estima la encuesta de Ferraz. El PSOE crecería 2,27 puntos, desde su 22,63% de hace dos años hasta el 24,9% actual. Mismo porcentaje, por cierto, que pronosticó el CIS en julio de 2017, apenas unos días después de que Sánchez fuera coronado otra vez como líder del partido tras la durísima batalla de las primarias. Ciudadanos avanzaría casi tanto como pierde el PP, 6,64 puntos, pues en 2016 obtuvo el 13,06% de las papeletas. Y Unidos Podemos, que logró un 21,15% el 26-J, retrocedería 3,45 puntos.

La factura por el apoyo al PP en Madrid

Sánchez y su equipo no se han cansado de decir en los últimos días, y especialmente a partir del barómetro del CIS, que tenían confianza en que los ciudadanos sabrían apreciar la apuesta por la «decencia» que hacía el PSOE en Madrid, al registrar su moción de censura contra Cifuentes y situar como candidato a Ángel Gabilondo. En las últimas semanas, han reiterado una y otra vez que Cs, al respaldar de nuevo a los populares en la Comunidad, pasaba a «encubrir» su corrupción, y por tanto sería responsable del devenir de la legislatura. En la cúpula están convencidos de que ese apoyo al PP acabará pasando factura en las urnas a los de Rivera. Este estudio, realizado justo después de la caída de Cifuentes y antes de que Mariano Rajoy designase a su sucesor, Ángel Garrido, vendría a avalar esa tesis.

La encuesta asigna 109 escaños al PP (28 menos que hace dos años), 94 al PSOE (nueve más), 66 a Cs (34 más) y 54 a Podemos y aliados (17 menos)

La empresa contratada por Ferraz hace asimismo una proyección de escaños. Asigna 109 diputados al PP, por los 137 cosechados hace dos años (o sea, 28 menos). Al PSOE le adjudica 94 (nueve más respecto a lo que sucedió hace dos años, cuando firmó su peor resultado histórico: 85 actas). Ciudadanos lograría doblar su número de asientos en el Congreso: desde los 32 hasta los 66. Y Podemos y sus aliados (comunes, En Marea y Compromís) serían cuarta fuerza en la Cámara, con 54 parlamentarios, por los 71 actuales. Por debajo quedarían ERC, con 12 (tres más que ahora); el PDeCAT, con seis (dos menos); el PNV, también con seis (uno más); EH Bildu, con dos (no varía), y Coalición Canaria, con uno (igual que en 2016).

Esta atribución de escaños indica que el bloque conservador tiene ventaja. PP y Cs sumarían 175 diputados, a uno de la mayoría absoluta. En 2016, ambas fuerzas se quedaban con 169, por lo que avanzarían seis puestos. PSOE y Podemos alcanzarían el listón de los 148 parlamentarios, a 28 de la mayoría absoluta. Socialistas y naranjas llegarían a 170, aún 16 por debajo de la cifra que permite controlar el Congreso.

Este reparto de fuerzas haría que la derecha tuviera más fácil mantenerse en el poder, atrayendo quizás a nacionalistas vascos y canarios, socios presupuestarios de Rajoy en esta legislatura. A los socialistas no les bastaría con firmar un acuerdo con un solo aliado. El secretario general tendría que buscar el respaldo o de las dos formaciones emergentes, o de una de ellas y de nacionalistas e independentistas. De reproducirse este hemiciclo, lo previsible es que Sánchez intentara reeditar un pacto con las «fuerzas del cambio» —como las bautizó en 2016—, con Podemos y Cs, porque su dirección mantiene su veto al entendimiento con los separatistas de PDeCAT y ERC. El pequeño tirón del secretario general no se compensa por el descenso de los de Iglesias, mientras que en el espectro conservador el auge de Cs permitiría al PP seguir en La Moncloa, aunque mucho más débil.

Dos millones de votos menos para el PP

Estos datos también servirían para apuntalar uno de los objetivos de Sánchez: afianzar su imagen como «única alternativa de izquierdas» posible y hacer penetrar la idea de que la fractura de «las derechas» es en realidad una «oportunidad» para el PSOE para alcanzar el primer puesto, que ahora tendría solo a 1,1 puntos. Al mismo tiempo, la encuesta le sitúa suficientemente lejos de Cs y más aún de Podemos, algo que casa con su sensación de que la batalla de la izquierda ya está disputada y la ganó el PSOE frente a los morados. Es decir, la foto es la que busca Sánchez: un cara a cara PP-PSOE, el duelo clásico, y con los emergentes por detrás, sin sorpassos. A cambio, el hemiciclo quedaría más fragmentado.

PP y PSOE quedarían separados por 260.000 papeletas, y Cs ganaría un millón. Los electores naranjas son los más fieles, y después, los del PSOE

El estudio calcula una abstención del 37,3%, algo más alta que la que se registró hace dos años (33,5%). Con esa cifra, es posible calcular la traducción en votos. Así, el PP pasaría de 7.941.236 sufragios a 5,9 millones (dos millones menos). Los socialistas ganarían 200.000 papeletas (de 5,4 a 5,6 millones). Ciudadanos cosecharía 1,3 millones de votos más (tuvo 3,1 el 26-J), y Podemos y sus confluencias cedería algo más de un millón de apoyos, desde los cinco de los que partía. Celeste-Tel desglosa la caída de los morados. En 2016, la matriz, Unidos Podemos, consiguió 45 escaños, que ahora serían diez menos. En Comú Podem, la marca catalana, tuvo 12 diputados, que se quedarían en diez. Dos actas menos obtendría Compromís-Podemos (nueve el 26-J), y finalmente En Marea cedería tres de sus cinco asientos en la Cámara Baja.

La traslación en papeletas también dibuja a PP y PSOE muy cercanos, separados por apenas 260.000 papeletas. El líder ha insistido desde la clausura de la escuela de buen gobierno, a mediados de marzo, que los socialistas están ya muy próximos a los populares —que, a su juicio, no van «tan mal» como proyectan otros barómetros de opinión— y que pueden convertirse en primera fuerza dentro de un año, cuando se celebren municipales, autonómicas y generales.

PP y Cs se quedarían a un diputado de la mayoría absoluta (176) y tendrían más fácil gobernar. PSOE y naranjas agruparían 160, y PSOE y Podemos, 148

La encuesta analiza otro dato muy importante para los partidos: el grado de fidelidad de sus electores. Cs mantendría al 91% de los que apostaron por Rivera en las últimas generales. El PSOE, al 89,6% de los que votaron las siglas del puño y la rosa. Las otras dos formaciones tienen a simpatizantes menos seguros: Podemos y sus aliados retendrían al 71,4% de sus electores, y el PP, al 71,2% de los suyos.

El mejor visto entre los jóvenes, Sánchez

El sondeo incorpora la valoración de líderes. El mejor situado es Albert Rivera, al que los entrevistados le asignan un 4. El segundo es Pedro Sánchez (3,7), tres décimas por encima del presidente del Gobierno (3,4). A la cola quedarían Alberto Garzón, coordinador federal de Izquierda Unida (2,6), y Pablo Iglesias, con un 2,5.

Rivera encabeza la valoración de líderes (4), y es seguido por Sánchez (3,7), Rajoy (3,4) y, en el furgón de cola, Garzón (2,6) e Iglesias (2,5)

El mejor puntuado por sus propios votantes es Rivera: los suyos le ponen un 7. A Rajoy sus electores le endosan un 6,8, la misma nota que le ponen los socialistas a Sánchez. Los votantes de Podemos y sus confluencias etiquetan con un 5,9 tanto a Iglesias como a Garzón. En este estudio, el jefe socialista no sale tan mal parado como en el CIS de abril, en el que resultaba ser el máximo responsable de un partido con peor nota, y el que suscitaba desconfianza para el 59,9% de los suyos. Registros que se habían convertido esta semana enfuente de preocupación interna, desasosiego que Sánchez intentó mitigar.

Por grupos de edad, el jefe del PSOE mantiene una calificación estable en todas las franjas, desde el 3,6 de los mayores de 65, hasta el 3,7 de los de 18 a 30 años y de los de 45 a 64 al 3,9 de entre los de 31 y 44. Rajoy evoluciona desde el 2,8 que le ponen los más jóvenes hasta el 3,9 que le asignan los jubilados. A Rivera también le puntúan mejor (4,2) los hombres y mujeres a partir de 45 años. Y Garzón e Iglesias obtienen sus mejores notas entre los más jóvenes (3,4 y 3,1, respectivamente), y las peores con los entrevistados de más edad. Para Ferraz, el dato más significativo es que quien recibe una mejor calificación en el grupo de edad más bajo (18-30 años) es Sánchez.

 

 

FUENTE: ELCONFIDENCIAL